Por Emilio Grande (h.).- Con el correr de los días, muchos no terminan de entender en profundidad lo que significa el “efecto de Javier Milei” con su sorpresivo triunfo en las elecciones PASO presidenciales del domingo 13 de agosto pasado sobre “Juntos por el cambio” y “Unión por la patria”.
Al respecto, opina Christian Schwarz, licenciado en Ciencia Política (UBA) y doctor en Sociología (UCA); docente en las carreras de Periodismo, Publicidad y Ciencias Políticas (UCA), en la Maestría en Análisis Político (UNTREF) y en el Doctorado en Comunicación (UCA); columnista del diario Perfil. Trabajó siete años en la Dirección de Asuntos Corporativos del grupo Clarín.
“Fue inesperado el volumen electoral, las encuestas preveían que Milei iba a tener un resultado importante, pero en el nivel de encabezar los resultados electorales fue una gran sorpresa y los sondeos no registraron este volumen que iba a acaparar la bronca y el rechazo hacia lo existente que hay en gran parte de la sociedad argentina, en particular en el interior del país. Es un rechazo a cierto establishment que supera a la política”, analizó en el programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela, conducido por quien firma esta entrevista.
Y agregó: “Si uno toma datos más profundos de la Argentina sobre encuestas que se vienen realizando y trabajos de investigación, sólo 1 de cada 10 personas cree en los partidos políticos; la Argentina es uno de los países donde menos tiene interés en las noticias porque no es un insumo para cambiar la situación, genera mal humor o no permite expresarse. Hay un rechazo y descreimiento hacia el funcionamiento de la Justicia con acusaciones de politización, también hacia el Congreso, los sindicatos son los menos aceptados y los que tienen peor imagen, la Iglesia Católica de Argentina junto a la Chile son las que menos aprobación tienen en América del Sur. Estos factores hacen un sentimiento de base muy negativo hacia ciertas instituciones con un hastío y enojo; en este caso, Milei funciona como un catalizador de eso”.
-¿Cuáles son las consecuencias políticas y económicas?
-Las consecuencias son terribles y no son nuevas, es algo que se venía postergando. Lo que hizo el Gobierno fue patear situaciones sobre soluciones de fondo, sobre todo a partir de que asume Massa como ministro de Economía, que en vez de tomar medidas de base con un criterio electoral no paga el costo del ajuste para llegar bien a las elecciones. Luego de las elecciones con un resultado inesperado, que rompe con cierto esquema, con Milei obteniendo la primera minoría, produjo un estallido político, social y en lo económico con el dólar. En este momento, está la sensación de que no hay Gobierno desde hace tres o cuatro meses atrás cuando el Presidente dijo que no se iba a presentar a la reelección, su función ejecutiva se resintió; pareciera una república parlamentaria donde el Presidente tiene una función decorativa o simbólica, gobernando Massa en los últimos meses.
-En caso de ratificarse el triunfo de Milei en octubre, ¿el escenario sería un eventual balotaje con Bullrich o Massa?
-Todavía no lo sabemos. Si habríamos anticipado el sábado 12 el resultado de las elecciones hubiéramos hecho una elucubración para después tirarla a la basura. Ahora estamos empezando la campaña para la elección en serio, que va por los cargos efectivos, todo dependerá quien sale segundo. Cómo sigue la economía porque en la medida que se deteriore de una manera acelerada es altamente probable que el nivel de apoyo electoral a Milei también aumente de modo considerable; una agudización de la crisis va a buscar salidas más radicalizadas a través de Milei para romper con lo existente y el pasado. Si el Gobierno sigue sin una acción ejecutiva para tratar de domar la situación económica y cambiaria, y evitar un colapso social porque el estallido social está en el horizonte, la radicalización del 22 de octubre es mucho mayor; cómo las burocracias políticas y los líderes partidarios pueden contener la bronca social de gente que no puede llegar al día 15 de cada mes, estamos en una situación de alto grado de incertidumbre. Plantear hoy a dos meses de las elecciones generales quienes llegarían primero y segundo, y cómo sería la relación del porcentaje de votos es una incógnita.
-En el escenario de que Milei fuera electo presidente, ¿cómo negociaría en el Congreso, donde tendrá minoría en Diputados y en Senadores, y otros actores sociales con propuestas radicalizadas de cambiar varias estructuras sociales?
-Ahí hay un problema, Milei no tiene gobernadores, puede tener una bancada minoritaria de senadores y de diputados, lo que llevará a negociar porque está previsto de la época de Alberdi (autor intelectual de la Constitución argentina de 1853), no es de la reforma constitucional de 1994; si bien el Ejecutivo es fuerte, lo que se trata de impedir en el ámbito legislativo es un cambio brusco con leyes paulatinas. Por eso se hace la renovación por mitades en la Cámara de Diputados y por tercios en el Senado, para que los cambios sean graduales y reformistas, no que aparezca uno y cambie todo. El problema de Milei es que quiere cambiar todo; cómo lidiará con el Congreso para sacar leyes, si no negocia se va estrellar. Como antecedente, el proyecto de modificación de la ley sindical de Alfonsín cuando asumió en 1983, impulsando la modificación de los sindicatos para que haya pluralidad y diversidad de internas, fracasó porque los senadores peronistas votaron en contra, siendo un golpazo de entrada y a partir de allí tuvo que iniciar negociaciones con los sindicatos y un Ministro de Trabajo fue un sindicalista peronista. Las reformas del Estado, cuando asumió Menem, fueron negociadas con el radicalismo, que implicó el proceso de privatizaciones. Si Milei quiere cambiar todo de golpe sin negociar se va a chocar contra el establishment de la política; tiene menos presencia política dentro y fuera del Congreso. En qué medida algunas decisiones en políticas públicas pueden afectar, por ejemplo, los supuestos constituciones; todo es una incógnita, no sabemos qué va a hacer. El abanico de propuestas que mostró a lo largo de la campaña es diferente ante la posibilidad concreta de acceder al poder; una cosa es el discurso de campaña de barricada, distinto es cuando uno tiene que enfrentarse con la realidad concreta y no tiene mayoría en el Congreso; ni tampoco, por ejemplo, el supuesto de la Constitución en el “caso de la dolarización”.
-En ese escenario, ¿habrá que reformar la Constitución Nacional?
-No sé si habrá que reformarla o no, pero vamos a una disputa en el ámbito judicial, que tendrá que resolverla la Corte Suprema de Justicia. Podemos opinar si es constitucional o no, es aleatorio, los que tienen la decisión son los miembros de la Corte, en caso de hacer la dolarización; lo que puede decidir es establecer a un sistema parecido al de la convertibilidad (se aplicó en el gobierno de Menem), ampliando la libertad de circulación de monedas o de sistemas de pago.