El «tránsito» del chamamé por nuestras tierras…

A 50 años de la muerte del músico chamamecero Mario del Tránsito Cocomarola, el chamamé se transformó en eternidad. Es mucho más que música y danza, es una forma de sentir la tierra con las historias, las artes y los alimentos.

Por Adán Costa.- “…Mario del Tránsito Cocomarola bajaste a la tumba sereno y fuerte con una sonrisa en los labios, como si una voz del cielo te dijera ven Mario, ven que te espera el premio de tu virtud…”, le cantó con solemne y tierna gratitud el eximio Chango de Apóstoles, Horacio Spasiuk de briosa sangre ucraniana.

Mario había muerto un 19 de setiembre de 1974 y desde esa fecha, hace cincuenta años, el chamamé se transformó en eternidad. La historia del chamamé es la historia de nuestros pueblos, sobre todo de los olvidados en su fuerza social, pero que nos brotan por todos lados. Sólo necesitamos aprender a escucharlos. Chamamé es fusión intercultural.

Los guaraníes pusieron su contenido ceremonial y su gesto. Sumaron su espiritualidad y su filosofía, su “jeroky ñembo’e” o danza de plegarias, aquella ceremonia sagrada de los avá guaraní en la que se participa necesariamente en comunidad y un chamán oficia de intérprete de los cielos. Ese chamán se hace chamamé cuando los jesuitas, junto a cada uno de sus soles y sus sombras, traen sus acordeones y sus bandoneones alemanes. Le aderezan su predisposición matemática aplicada a los pentagramas, logrando un magnífico “mboyeré”, es decir, una mixtura.

El chamamé es mucho más que música y danza, es una forma de sentir la tierra con las historias, las artes y los alimentos. “Ani nde pochi-Angha che ndivé-Desengaño ité-Manté arckó-Che aka tavi-Angha oikua. Nde rejhe cuña-Che upecha aikó”(…) “Olvida mi bien-el enojo aquel-que así nuestro amor-irá a renacer-porque comprendí-que no sé vivir-así sin tu querer”, reza la letra del popular “Kilómetro 11”.

Mario del Tránsito Cocomarola, Tarragó Ros, Raúl Barboza, María Elena Dávalos, el Colectivo Chamamé Kuñá, el Chango Spasiuk nos hablan de los pueblos paraguayos de Francisco Solano López y Acosta Nú; los misioneros de los Oberás y los São Miguel das Missões; los gaúchos del Guairá; los salteños del Chaco; los correntinos, chaqueños y santafesinos de la Forestal, quienes llevan la sangre brava y melodiosa de los guaraníes, los que en su desolación siguen viviendo en todos nosotros.

El autor es abogado y docente universitario de la ciudad de Santa Fe.

Archivos
Páginas
Scroll al inicio