ROMA (Por Elisabetta Piqué).- La voz en el teléfono de Ali Bennaceur, el árbitro tunecino de «la mano de Dios», es apasionada. A los 76 años, recuerda cada detalle de ese histórico partido del 22 de junio de 1986, cuando la Argentina le ganó a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México, el acontecimiento más importante de su carrera profesional. Y habla de Diego Maradona, que lo visitó en su casa de Túnez en 2015, con inmenso afecto.
«Sinceramente no sé si fue la mano de Dios, pero ese gol fue hecho por un gran jugador, una leyenda, un gran futbolista, algo que pasa uno o dos veces en la vida», dijo Bennaceur, en una entrevista telefónica con la nacion desde Túnez, donde este sábado asistirá a un partido de fútbol en homenaje a Maradona organizado por el embajador argentino en ese país, Claudio Rozencwaig.
Al hablar del fútbol actual, en francés, no ocultó su deseo: «Espero que Dios nos de otro Maradona… Quizás en el próximo siglo».
-¿Cuándo se enteró de la muerte de Maradona?
-Me enteré de su muerte con mucha tristeza y desconsuelo porque Maradona es una leyenda, un gran señor y murió demasiado joven, tenía sólo sesenta años. Lo conocí hace mucho tiempo como jugador, pero en el 2015 él vino a mi casa de Túnez a visitarme y pasamos una tarde muy agradable y nos hicimos muy amigos. Maradona merece todo el respeto y sinceramente estoy muy, muy triste por su muerte. Pero Dios quiso eso.
-Usted se hizo famoso por haber sido el árbitro de la «mano de Dios»: 34 años después, ¿cómo juzga ese momento?
-(risas) Sinceramente no sé si fue la mano de Dios, pero ese gol fue hecho por un gran jugador, una leyenda, como dije antes, un gran futbolista, algo que pasa uno o dos veces en la vida. Nosotros teníamos instrucciones muy claras de la FIFA que tenían que ver con el colega árbitro de línea, búlgaro, que tenía la responsabilidad junto a mí. A él le tocaba decidir si el gol había sido de mano o de cabeza. Yo recuerdo que lo miré a mi colega y él me confirmó que el gol era normal, no de mano. Yo estaba obligado a reconocer el gol, ya que no había podido ver la falta porque los dos jugadores me daban la espalda. Era la responsabilidad de mi colega, pero usted sabe cómo es el fútbol, los errores de arbitraje…Pero yo estoy contento por Maradona, que marcó con la mano de Dios. Él quería ganarle a Inglaterra con todas sus fuerzas y lo logró gracias al segundo gol, que fue el gol de siglo. Con toda modestia, personalmente participé en ese gol, habiéndole dado ventaja tres veces seguidas. Y él ostentó una técnica futbolística impresionante, que le permitió alcanzar el gol.
El gol de «la mano de Dios»
-¿Cómo se preparó para ese partido de cuartos de final, que era el de más nivel jamás arbitrado por un tunecino?
-Habiendo sido designado por la FIFA para ese partido, había llevado a México un currículum de todo respeto: ya había arbitrado dos veces la Copa del Mundo juvenil en 1967 y en 1985 en la Unión Soviética, en África la Copa de las Naciones y todas las finales posibles, tanto en mi país, como en el continente africano. Por lo tanto tenía todas las cartas en regla y para la FIFA estaba en condiciones de arbitrar un partido de ese nivel. Sabía que iba a tener ese arbitraje de Argentina e Inglaterra y estaba seguro de que iba a arbitrar bien. Incluso actualmente, ese partido es utilizado por la academia de la FIFA para dar clases sobre cómo se debe arbitrar un partido… Salvo por la mano de Dios, de la que mi colega, árbitro asistente, fue responsable. En todo el resto del match no hubo ninguna falla y esas tres ventajas que le di a un gran jugador, Maradona, lo llevaron a marcar el gol del siglo.
-¿Sabía de las implicancias geopolíticas de ese partido, después de la guerra de las Malvinas?
-Sí, pero esas son cosas que pasan. El punto era la clasificación para la semifinal. Todos los otros problemas, para nosotros los árbitros, no importan. Uno lo único que quiere es dirigir bien el partido. Y yo tenía toda la confianza que la FIFA había depositado en mí. Sabía que era un partido difícil, pero yo estaba en la lista internacional de árbitros que podían dirigir algo así.
-¿Qué significó «la mano de Dios» para su vida?
-Fue el gran acontecimiento de mi carrera deportiva. Ese partido fue en 1986 y terminé mi carrera internacional de árbitro en 1991, así que seguí arbitrando otros cinco años más, partidos importantes. Pero mi nombre quedó para siempre vinculado a esa famosa «mano de Dios». Yo di cursos a los árbitros de la confederación africana de fútbol y siempre lo primero que me pedían era que hablara de esa «mano de Dios», en cualquier curso.
-¿Cómo fue ese reencuentro que tuvo con Maradona, cuando lo visitó en Túnez en 2015? ¿Qué recuerda, qué le dijo?
-Oh… Maradona, Maradona… Era un gran señor, un señor popular, cuando uno hablaba con él apenas quince minutos, se daba cuenta. Todo el mundo lo quería porque él daba lo máximo, era humilde y generoso. Y fue un gran honor para mí poder pasar esas horas en mi casa con este gran señor que fue Maradona, una verdadera leyenda. Conocí a muchos grandes jugadores, pero Maradona tenía clase, una modestia ejemplar y era un gran técnico. No hay ningún jugador que se le parezca. Le dije «no fue la Argentina que ganó esa Copa del Mundo, sino que fue Maradona, haciendo dos goles, uno con la mano de Dios y el otro, una obra de arte». No sé si habrá otro como él. Es una pena enorme que se haya muerto.
-¿Maradona o Messi?
-Maradona sumó las técnicas de los grandes jugadores del pasado y del presente. Pero además, en la cancha era un gran peleador, que luchaba por su país, que hacía todo lo posible para ganar, que no ahorraba esfuerzos.
-¿Cómo es su vida ahora en Túnez? Casado, hijos, nietos…
-Yo ya fui. Tengo familia, hijos, tengo 76 años. En ese partido tenía 42 años, visité todo el mundo y en todas partes siempre me preguntan de Maradona.
-Sería bueno un viaje a la Argentina…
-Le confieso, si la salud me lo hubiera permitido, habría viajado a Buenos Aires para la ceremonia de despedida.
-¿Su jugador favorito actual?
-No, no veo nada… Espero que Dios nos dé otro Maradona… Quizás en el próximo siglo.
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