El que apuesta al dólar…

La inflación tiende a bajar, pero aún se mantiene muy alta. La recesión por caída de consumo ya está entre nosotros. Y el dólar por ahora se calmó por la falta de pesos en el mercado. Puede haber luz al final del túnel y del año, pero se necesita una buena cosecha y la reforma laboral.

Por Guillermo Briggiler.- Si les nombramos al ministro de Economía del gobierno de facto del general Roberto Viola, Lorenzo Sigaut, probablemente no lo recuerden, pero si les transcribimos la frase que pronunció de manera fatal y previo a una devaluación, “el que apuesta al dólar pierde”, enseguida la reconocerán. Durante la campaña se habló mucho de competencia de monedas y en esa discusión siempre se decía que en la misma resultaría ganador el dólar. Sin embargo, ahora las cosas han cambiado.

La situación actual indica que el Gobierno ha superado el déficit fiscal y ya no necesita recurrir a la emisión de dinero. Sin embargo, el incremento en las tarifas afecta la rentabilidad de las empresas, mientras que los aumentos de precios provocan una marcada recesión. La escasez de pesos en el mercado pone presión sobre el valor del dólar, haciéndolo disminuir (el dólar blue se mantuvo en $1.085 el viernes y bajó diez pesos en la semana). Para contrarrestar este escenario, de recesión, suba de precios y falta de circulante, las empresas para continuar operando y los individuos para mantener su nivel de vida, recurren a la venta de dólar blue, MEP o CCL. Con la aparición de los dólares libres en oferta, se abastece la demanda y entonces baja la cotización.

Otra situación diferente a lo que pasaba anteriormente es que la mayoría de las transacciones comerciales minoristas se están llevando a cabo mediante pagos electrónicos, tarjetas, billeteras o transferencias, ya que la falta de billetes, sumado a la baja denominación de los mismos y los altos precios impulsan el uso de estos medios, ya que habría que llevar voluminosas cantidades para por ejemplo llenar un tanque de combustible. Este cambio en el mix de ventas formales conlleva a una disminución de las rentabilidades por mayor blanqueo y redundará en un aumento de la recaudación, aunque se compensará por menos operaciones producto de la recesión.

Como decíamos el interés en el dólar está disminuyendo, ya que el mercado está saturado y es improbable que experimente un aumento significativo sin el retorno de la liquidez, plasmado en la repetida frase “No hay plata”. En términos más precisos, aunque podría registrar alzas, es poco probable que lo haga al mismo ritmo que la inflación.

Por su parte, a pesar que el ministro de Economía, Luis Caputo anticipó un índice del 10% para febrero, en general la inflación no parece ceder de manera abrupta, y esperamos que mantenga cifras de dos dígitos hasta abril o mayo, disminuyendo luego a un solo dígito, pero en niveles elevados. Todavía falta extenso trecho para finalizar el ajustar tarifas, y se pronostica que la recesión perdurará al menos por 6 meses. A nadie puede escapársele que la gran carga de estas medidas está sobre los bolsillos de asalariados, empleados públicos y muy fuertemente sobre los jubilados quienes perdieron gran parte de su poder adquisitivo en la devaluación de diciembre y la inflación que la acompañó (la ya célebre licuadora de Javier Milei).

Entrando en la segunda parte del año, es posible que Argentina alcance un nuevo acuerdo con el FMI. Esto anticipa una readecuación de muchos precios en la economía, especialmente en el ámbito financiero, posibilidad de que el país tome financiamiento externo para refinanciar deuda y se consiga bajar tasas de interés en el mercado doméstico, lo que traerá recuperación del crédito para la inversión y el consumo. Si conjuntamente se consigue una reforma laboral y la cosecha gruesa es abundante, puede empezar a verse una luz al final del año para la economía argentina.

Los mercados nos están mostrando que, con la disminución en el valor del dólar futuro, que no se espera hay una devaluación inminente del peso en el horizonte. Mientras que el dólar oficial seguirá una senda de microdevaluaciones hasta la segunda mitad del año 2024, el esperado segundo semestre puede ser la bisagra del cambio al crecimiento de los argentinos en materia económica.

Aunque estemos chipeados de otra forma, en este tramo de la historia de la convulsionada economía argentina, vemos que el que, apuesta al dólar, viene perdiendo contra la inflación.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

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