Por María Inés Adorni.- Y fue sólida, fue hermosa por muchos años y fue el deleite de todos los que llegaban para cargar sus alforjas con espejos y cristales, además se vendía mercancía que necesitaba el colono.
Los grandes almacenes Ripamonti no era solamente un negocio de ramos generales, pues era un punto de encuentro en la vida de nuestra ciudad de los colonos, intercambiaban opiniones sobre la cosecha, el país, el trabajo y su futuro.
Frente a la plaza principal espera. Más de 110 años como testigo de los acontecimientos de esta ciudad.
Este edificio guardaba su estética y recuerdos, que hoy fueron demolidos tapando el paso del tiempo, dando rienda suelta a nuevas intervenciones modernistas y dejando en el olvido su fin.
Como toda historia y patrimonio nuestro se debería resguardar y no cambiar lo que Faustino con mucho esfuerzo construyó, por lo que veo en la realidad se quiere cambiar y modernizar, o sea que ese edificio en la parte interior ya destruida se construya un centro comercial y no preservar nuestras raíces, el modernismo con sus líneas rectas y duras, enfrían el arte arquitectónico que en ese tiempo se valoraba.
Bella y acogedora, construida con los mejores materiales, el pórtico se destacaba por su ubicación, la amplitud de sus salones, la luz que entraba en sus techos, a veces se abrían para comunicarse con el cielo de nuestra ciudad. Vigorosa, alta y resplandeciente la Recova.
Esta obra es uno de los pocos testimonios que queda en la ciudad, relacionada con la historia de los colonizadores, debemos impedir que desaparezca su estructura interior como exterior por la burla del modernismo, que solo le daría una tumba a los sueños de nuestros colonizadores, a los salones, a los suspiros de los hombres y mujeres que visitaban el lugar, a los encuentros de las familias degustando los quesos y fiambres, los vinos, alimentos, vestimenta, etc, en un entorno familiar.
La palabra empeñada en esos tiempos adquiría un valor muy significativo al ser el único comprobante. El espíritu de la Recova fue guiado con el fin de albergar y darles un almuerzo a los visitantes. Además protegía de las inclemencias del tiempo.
Hoy como ayer la Recova está pidiendo a gritos que se comience su restauración, restaurar significa mantener su aspecto original, mal dicho en estos tiempos porque por dentro se cambiaría todo por lo moderno o sea se recicla.
En fin, en la ciudad de Rafaela el patrimonio del olvido sigue en espera. La restauración y conservación del patrimonio histórico en otras ciudades y países se han desarrollado con fortaleza en los últimos diez años, las técnicas, la ciencia y la investigación permiten atender cada pieza o recinto de manera idónea y en las condiciones más adecuadas para su preservación a futuro.
El trabajo del restaurador se ha ido especializando y, además, cada proyecto cuenta con el apoyo de químicos, biólogos, radiólogos, historiadores, arqueólogos y quienes realizan trabajos interdisciplinarios en muchos lugares del mundo para que se preserve en condiciones adecuadas. El papel que juega el restaurador es muy respetuoso y responsable, para mantener la identidad del país.
La conservación del patrimonio cultural es una serie de actos y disciplinas para asegurar la protección y preservación y la continuidad de este patrimonio.
Tiene una relación especial con la historia, todo lo que heredamos del pasado y que reconocemos como significativo y los que nos permite entender y relacionarnos afectivamente con esa historia o sea de nuestra Pampa Gringa.
Dentro de esta forma de actuar hay muchas alternativas, uno puede conservar, restaurar, rehabilitar o incluso hasta reactivarlo.
La conservación y la restauración son dos términos que abarcan exactamente las elecciones de protección muy general del aseguramiento y la trasmisión de nuestra herencia cultural, respetando su dimensión histórica y tratando de aprovechar su calidad estética.
En este caso, la restauración se abocaría específicamente a la fachada, al edificio por fuera y por dentro y los bienes muebles y objetos que estuvieron en ese lugar.
No se debe cambiar nada. Y por lo que entiendo el proyecto cambia todo.
Por mi parte, como restauradora no se están protegiendo las cosas tal como la heredamos. En Rafaela tenemos para hacer un cóctel de ruinas.