El papa Francisco revoluciona dentro y fuera de la Iglesia

Por Emilio Grande (h.).- Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9). ¿Cuáles son los secretos del primer año del papa Francisco, que de alguna manera están revolucionando dentro y fuera de la Iglesia Católica? Creo que la sencillez y la humildad que lo caracterizó cuando estuvo en Buenos Aires son valores que los sigue cultivando y, al mismo tiempo, deslumbrando a creyentes y no creyentes.

El recordado saludo de «buona sera» (buenas tardes) cuando salió por primera vez en el balcón de la basílica de San Pedro causó tan buena impresión que me lo hicieron saber varios romanos en el mes de febrero último cuando estuve con mi familia.
La elección del nombre no fue casualidad. En el siglo XIII la Iglesia estaba atravesando una crisis similar a la actual, mientras San Francisco de Asís le rezaba al crucifijo de la Iglesia de San Damián, Jesús comenzó a hablarle: «Francisco, reconstruye mi casa que, como ves, va en ruinas». El interpretó que se refería al templo material, en realidad era la parte humana.
Luego de años de denuncias, intrigas de poder, escándalos, corrupción en el Vaticano y en otros lugares, el Papa «venido del fin del mundo» está renovando casi todas las estructuras para salir del eurocentrismo en la que estaba estancada la Iglesia para así empezar a descentralizar los organismos dándole más protagonismo a las conferencias episcopales, creó una comisión de ocho cardenales para la consulta y la toma de decisiones, los cambios producidos en el área económica incluido el IOR (banco del Vaticano), la rapidez en el nombramiento de los obispos, el espíritu misionero del documento de Aparecida (Brasil) en clave de la nueva evangelización, las multitudes que convoca los miércoles en las audiencias en la plaza San Pedro y en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, la continuidad del trabajo ecuménico con otras confesiones cristianas, judíos y musulmanes.
En mi recorrida por ciudades grandes y pueblos en Italia, al mencionar que era argentino el tema recurrente fue el Papa. A mucha gente le pregunté qué opinaban de él: la mayoría respondió positivamente. La empleada de un hotel en Torino contestó: «es lo máximo que tenemos”.
En Asís, un sacerdote franciscano destacó la impronta del obispo de Roma y las similitudes con el «Poverello» (como lo llamaban a San Francisco): «seguramente, no podrá efectuar todos los cambios propuestos cuando asumió, pero dejará abierta la puerta para el que venga tome la posta de continuar con las transformaciones iniciadas».
Francisco está volviendo a las fuentes del cristianismo, de una «Iglesia pobre para los pobres», vive muy austeramente y se despojó de los privilegios de sus antecesores, no le gusta ser idolatrado y en el primer aniversario fue a un retiro espiritual. En el fondo está revolucionando las estructuras no solamente de la Iglesia, propiciando una conversión personal y comunitaria desde la misericordia.

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