Por Emilio Grande (h.).- Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por radio Sol Rafaela (FM 90,9). El papa Francisco proclamó santos a los pontífices Juan Pablo II y Juan XXIII, ante una multitud estimada en unas 800.000 personas congregada en la plaza de San Pedro para asistir a una jornada histórica de la Iglesia católica.
«Declaramos y definimos a los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II santos y los inscribimos en el catálogo de los santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos», fue la fórmula pronunciada en latín por el Papa, tras lo cual la muchedumbre estalló en aplausos.
Para destacar, el papa emérito Benedicto XVI, quien renunció a la cátedra de Pedro en 2013, asistió a la ceremonia junto con el papa Francisco, 150 cardenales y mil obispos. Por primera vez en la milenaria historia de la Iglesia una canonización fue concelebrada por dos Papas vivos, participando también 24 jefes de Estado y representantes de todas las religiones, entre ellos una importante delegación judía.
El Santo Padre afirmó que en un tiempo relativamente reciente “Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”.
Las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en el año 2000 fueron colocadas al lado del altar.
La costarricense Floribeth Mora, cuya curación inexplicable permitió elevar a los altares a Juan Pablo II, llevó la reliquia del Papa polaco, mientras la de Juan XXIII fue entregada por su sobrino.
Es muy sugerente la propuesta que el papa Francisco realizó: “Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia”.
Se trata de dos testimonios para creyentes y personas de buena voluntad: Juan XXIII había convocado al Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-65) para abrir las ventanas de la Iglesia al diálogo con el mundo. Juan Pablo II visitó incansablemente un centenar de países, entre ellos Argentina en 1982 y 1987 en su extenso pontificado. Pidamos su intersección por la paz en el mundo entero…