Por María Inés Adorni.- Había una vez un pájaro carpintero que vivía con su compañera en un jardín lleno de grandes árboles y flores de muchos colores con agradables perfumes. Árboles frutales como duraznos, ciruelos, naranjos, cerezos, nogales y muchos más. El lugar está situado pegadito al campo y también hay una hermosa y amplia vivienda, en donde su dueña es artista plástica.
Ella es muy cariñosa con los animales, les da de comer a todos los animales: pájaros, conejos, ardillas, perros, dicen que ese lugar está encantado y es mágico.
Mi compañera y mi amigo el hornero me contaron que los niños que concurren al taller de arte hacen magia con los colores y el barro, el hornero Raúl a veces espía en la ventana a los alumnos que modelan con el barro.
Como ves, hay animales como el pájaro carpintero y el hornero que son muy curiosos en la naturaleza y nos enseñan lecciones muy importantes.
En este caso el pájaro carpintero nos muestra las ventajas de ser trabajador, previsor y de cuidar de los suyos.
Su amigo el hornero comenzó a construir el nido a finales del verano después de una tarde de lluvia en donde el arcoíris se posó en las grises nubes que el fuerte viento echó.
Precisamente en febrero.
Fue lenta la construcción porque el barro se iba secando, pero al ver la dueña de casa que ve en su balcón el hornero trabajaba, le ofreció un recipiente lleno de barro, era la arcilla que los chicos modelaban en el taller.
Ya en la semana se estaba terminando.
El pájaro carpintero se llamaba Dionisio, era orgulloso, curioso, lucía un hermoso penacho de plumas. Era tan coqueto que todo el día se posaba en la baranda del balcón y se miraba en el vidrio espejado de la puerta.
Y tan loco que remontaba vuelo y se chocaba en él.
Y así seguía sin parar, no se cansaba nunca.
El hornero trabajando en su nido, lo miraba, le dio muchas ganas de reírse pero no podía con su pico, pero con sus alas y su piar siiii….Esa tarde le dijo:
-¡Qué pájaro loco eres!
-¿Cómo? Respondió el carpintero.
-Ja, no vez que te vas a matar.
-¿Por? El carpintero.
-Te estás golpeando contra ese vidrio.
-¡No!, dijo su amigo. Es un portal mágico que quiero curiosear.
-¡Ha!, ¡Sí!, ¿Puedo ir contigo?
-Te propongo que nos juntemos mañana a la tarde y volemos juntos.
Dionisio le respondió que antes había que creer y eso creyendo se podría abrir el portal mágico sino no.
El hornero le dijo que con razón se chocaba porque entonces no tenía tanta fe.
-Yo te voy ayudar, tenemos que estar con mucha esperanza y fe además de creer que detrás de ese portal habría un mundo encantado.
-Bueno, nos vemos mañana.
Dionisio regresó a su nido que estaba en un lugar seguro en lo alto de un tronco, en donde su familia estaría cuidada de los depredadores y de miradas indiscretas.
Los polluelos llegarán al mundo de un momento a otro, su compañera le dijo que necesitaba reparación porque entra agua cuando llueve, frío en el invierno. Dionisio le respondió a su esposa Marta.
-Tranquila, escucha, mañana cuando regrese del portal mágico te voy hacer un nuevo nido.
Al otro día, se encontraron los dos amigos, Dionisio y Raúl, se posaron en el balcón, se concentraron con mucha fe y creyeron que si se abría esa puerta.
Esa tarde la dueña de casa tenía que limpiar los vidrios y la abrió justo cuando los dos pájaros tomaron vuelo y entraron.
Dionisio no lo podía creer y Raúl tampoco.
Raúl con sus alitas y piar cantó de alegría.
Los dos se posaron en la baranda de una escalera.
Observaron el lugar, vieron un reino mágico de colores, formas, perfumes, estaba repleto de cuadros, esculturas, materiales, paletas, óleos, lápices y papeles. Vieron también tres perritas durmiendo la siesta y Dionisio se posó en la panza de Nora que estaba soñando y en sus sueños ladrando.
Cuando de repente entró un viento por el portal y se cerró.
Ellos estaban atrapados, empezaron a ver a donde salir.
Entonces se acercaron, se concentraron mucho y los dos se pegaron un golpe, un chichón en sus cabezas.
De repente, los perros se despertaron subieron las escaleras y Dionisio, desmayado con Raúl con poco aliento, le suplicó que no le hagan daño.
Nora los olfateó, Chocolate les movió la cola y Lila no paraba de ladrar, parecía una sirena que no paraba.
Se escucharon pasos que corrían y una voz que decía…Nooo.
Las tres perritas se corrieron para atrás y una vos dulce nos dijo que estaríamos bien.
Raúl apenas movía las alas, estaba desmayadísimo, de pronto se escuchó otra voz que decía que abriera la puerta y que los colocase en el balcón.
Y así fue.
El hada mágica del pincel los rescató y esa aventura del portal fue maravillosa.
Luego Dionisio bebió agua y comió semillas que el hada les dio.
Agradecidos se fueron.
Dionisio construyó un nuevo nido para sus polluelos, Raúl terminó el suyo y trajo a su hornerita a vivir.
Los dos amigos se dieron cuenta que unidos pudieron triunfar sobre el miedo y además se fortalecieron en su fe.
Y … colorín colorado el carpintero y el hornero comprendieron que la amistad rompe portales hacia la libertad y el amor.
Con mucho cariño y chispitas de Chocolate.