Por Emilio Grande (h.).- El obispo diocesano Pedro Torres presidió esta noche la misa del “miércoles de ceniza” en la Catedral San Rafael, marcando el inicio del tiempo de la cuaresma, concelebrada por Alejandro Mugna y Alexis Cardo (párroco y vicario de San Rafael), ante un buen marco de gente.
“Hoy nuestra penitencia tiene que surgir de la escucha de la palabra, vamos a recibir la ceniza en la frente con una llamada ´conviértete y cree en el evangelio´. Dios y la Iglesia nos hablan al corazón. El mensaje del Santo Padre para la cuaresma, mientras él está enfermo, tiene el lema de ´Caminemos juntos en la esperanza´ https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2025/02/25/240225a.html, que es el tema del Jubileo”, destacó Torres al inicio de la homilía.

Y agregó: “La cuaresma es un camino que desborda el Exodo, el pueblo desde la libertad caminó 40 años por el desierto, nosotros 40 días con el calor del desierto y la humedad. Recuerda los 40 días de tentación de Jesús en el desierto. La cuaresma es camino de conversión, que nos encamina a la Pascua, donde vamos a renovar el bautismo, tiene que llevarnos a la vigilia pascual con el deseo de renacer de nuevo que Jesús nos ha dado en la cruz. Se nos invita a escuchar más abundantemente la palabra de Dios”.
En otra parte del sermón bajó a la coyuntura actual: “el mundo de hoy en su desorden está sediento de paz, esperanza, alegría, misericordia; que abunde la compasión y la justicia, que se acabe la violencia, que tiene tantas formas en la historia y también hoy”.
“Mi alma -prosiguió- tiene sed de verdad, belleza, sencillez y ternura, de alabanza y servicio como María en la casa de Isabel, de asombro y fiesta como en las bodas de Caná, de gustar y ver que bueno es el Señor como dice Joel, él es compasivo y bondadoso”.
Más adelante, “esta es la enfermedad del mundo actual, haber perdido la sed de Dios, quien es el único que puede saciar nuestro corazón. Esta enfermedad espiritualmente se llama acedia, que es como una tristeza y un vacío, los psicólogos dirán vivir sin sentido, el vacío existencial, el desprecio a la vida. El corazón del hombre está inquieto porque ha sido hecho para Dios y solo descansa en Dios, dijo san Agustín (354-430)”.
En la parte final, Torres sostuvo que “a veces intentamos llenar la sed en un mundo con el consumo, las emociones; lo único que puede saciar es el amor. Hay muchas disoluciones hoy que surgen porque nos hemos dejado ganar por espejismos. El Señor nos ama, espera, invita a vivir este tiempo abierto a su misericordia, diciéndole a cada uno que se acerque: ´conviértete, volvé y cree en el evangelio; estoy en tu vida para llenarla de amor´”.
Después de la homilía, se bendijeron y se impusieron las cenizas de los ramos de olivo y otros árboles, bendecidos el año anterior al comienzo de la Semana Santa. Al imponer la ceniza en la frente de los fieles, el celebrante y los ministros dijeron: «Conviértete y cree en el evangelio».