Hermanos y amigos:
Dios nos creó libres, y no quiere que vivamos como esclavos. Y una forma de esclavitud es la del miedo. Cuando vivimos continuamente bajo una amenaza. Que es lo que yo veo en muchísima de nuestra gente. La gente que les queda. -Cuidado con que no votes este proyecto de Reforma Constitucional, porque te quedas sin el plan… ni pienses en que te van a dar una casa. Se terminó toda ayuda, los bolsines, etc. Digamos también toda posibilidad de seguir “trepando” (¡!) Un puentecito en la administración, etc. Etc. ¡Qué pena! La gente tiene miedo. Vota por miedo. O confiando, -¡todavía!- en las falsas promesas de los políticos. ¿Aún no los conocen?
Yo viví gran parte de mi vida bajo dictaduras. Una detrás de otra. Y por esto, por experiencia, que de dictaduras ni quiero saber nada. Y me preocupa que aquí, en esta querida y tan linda Provincia de Misiones, nos están queriendo someter a un a nueva dictadura. Y si no, ¿qué otra cosa es este proyecto de Reforma Constitucional, solo para permitir la posibilidad de reelegir a un Gobernador para toda la eternidad…? Menos mal que Dios, algún día le va a tener que poner un límite, porque al fin y al cabo, eterno es solo Él.
Dije que a la gente le quitaron casi todo, pero hay algo que me parece todavía más grave, que es su dignidad. Uno puede ser pobre, pero honrado, y esto vale por encima de todo lo demás. Pero lo que veo es que se le quita a nuestra gente, -y a los políticos los primeros-, su dignidad. Que les compran, -sus conciencias, sus principios, sus valores… – por dinero. (¿Cuánto necesitas, -me decía un candidato que le dijeron-, y te venís con nosotros? ¿Un cargo? O un viaje a China (?))
Así es como se ha venido degradando la política, que de suyo tendría que ser algo noble. La profesión del bien común.
Yo sigo sosteniendo que no soy ningún político, en este mal sentido que hoy tiene la política de los Partidos. Pero sí soy un ciudadano más (con plenos derechos) -¿quién me puede quitar que sea un ciudadano?-, muy preocupado por la situación que estamos viviendo.
El asunto es grave, como ya se los he dicho varias veces. Y me parece importante que la gente se dé cuenta. Nos estamos jugando el futuro de nuestra democracia. Y pienso que la única forma de que se pueden frenar estas pretensiones de quienes intentan perpetuarse en el poder, es si nos unimos todos.
Me doy cuenta de que, felizmente, -y demos gracias a Dios por ello-, cada día es más la gente que va abriendo los ojos. Que se da cuenta, va tomando conciencia de todo esto, y comienza a perder el miedo (tal vez, ahora, los que tengan miedo sean otros… No les viene mal)
Puede ser un momento oportuno para lo que les dije tantas veces: Para que las cosas cambien. Para que cambie de una vez por todas, esta forma infame de hacer política. Para que comencemos a terminar con la corrupción, y sobre todo con la impunidad, que es culpable de que la corrupción se realimente.
¿Cómo es posible, por ejemplo, que desde el Gobierno Provincial se siga apoyando a estos funcionarios tan escandalosamente corruptos, como hemos tenido, (¡y tenemos todavía!), en varios Municipios? Claro, -me decía uno-, ¿Cómo les van a investigar, si están todos en la misma? Tiene razón. Por algo temen que, por el efecto “dominó”, les arrastre a todos en su caída.
Yo ya estoy viejo, pero espero y pido a Dios que, antes de morir, pueda ver, si, esta “Misiones que todos queremos”. Con gente como la gente, que nos gobierne. Recemos todos juntos, y manos a la obra. Con el afecto y la bendición de su Padre Obispo
Mons. Joaquín Piña Batllevell, obispo de Puerto Iguazú