Por Guillermo Briggiler.- Durante mucho tiempo el mérito fue un valor importante para la sociedad argentina, pero hace un tiempo que este se está cuestionando. En realidad cuestionarlo es un error, principalmente porque quienes lo hacen, confunden mérito con posibilidades. Argumentan, correctamente, que las personas no tienen todas las mismas posibilidades. Claro algunas nacen en familias con las necesidades básicas satisfechas, otros en entornos adinerados y otros ni siquiera con lo mínimo. Obvio que si se pueden costear costosos estudios se obtendrán más fácilmente resultados alentadores. Pero es muy distinto tener, o no, las posibilidades, que teniéndolas no se utilicen. Es aquí donde entra el mérito. El mérito de haber tenido la oportunidad de realizar el esfuerzo y haberlo hecho.
Por ejemplo podría existir una persona con cualidades para jugar al futbol excepcionales y por no hacer el esfuerzo de entrenar, de levantarse temprano, llevar una vida sana y ordenada, nunca desarrolle esa cualidad. El mérito está aquí, no en recibir los dones de buen jugador, sino en desarrollarlos.
Las personas somos un conjunto de habilidades recibidas, conocimientos desarrollados, ya sea por estudio o experiencia, todo potenciado por la actitud que ponemos para utilizar todo nuestro potencial. Los conocimientos son necesarios, tanto en economía y en finanzas, como en medicina, en carpintería o en el trabajo de lo que sea. Luego están también las habilidades ganadas en la experiencia de realizar la tarea, ya que podemos tener el conocimiento pero no la habilidad para llevarlo adelante. Ambos son multiplicados por la actitud, que es el mérito de elegir desarrollar los conocimientos y habilidades en lugar de utilizar el tiempo en otra cosa que demande menor esfuerzo, o menores renuncias. No es lo mismo tener el conocimiento para armar un motor, o para lanzar un nuevo negocio, que tener las ganas de hacerlo poniendo todos mis recursos para que salga bien.
Por otro lado, no invitamos a una persona a compartir con nosotros porque tenga muchos conocimientos, o porque tenga mucha experiencia, generalmente nos da ganas de invitar con unos mates a una persona por su actitud. Fijémonos en las personas con que nos rodeamos, no son los premios Nobel, ni los abanderados, ni los que están llenos de títulos de grado, son aquellas personas con una actitud que contagia, que da ganas de estar con ellas y que cambia el ánimo de quienes los que los rodean. Dicho de otra manera, en primera persona, nadie te aprecia por los títulos que tienes o por los años de experiencia en el laburo, te quieren por tu manera de ser.
De todas maneras tampoco se debe renunciar a los conocimientos o habilidades en razón única de la motivación, ya que un burro o un inútil motivado probablemente no llegue a nada por más ímpetu que le ponga.
A veces nos acostumbramos a algunas obviedades, a que el sol salga día a día, a tener una mujer hermosa al lado, a tener hijos, amigos, etc. Es bueno entonces, parar la pelota, dejar de correr por unos momentos, dejar la mala onda de las noticias, las malas letras de la música que nos hacen escuchar y mirar y valorar las cosas que nos rodean, permitiéndonos vivir de algunas ilusiones, como cuando tenemos previsto una salida con amigos, una cena en familia o un pequeño viajecito, como una zanahoria delante del camino que nos mantiene expectante y feliz.
Sobre esto último, muchas veces tenemos obligación de ser felices, así como de ayudar a los demás a serlo. Porque también tendremos cosas difíciles que vivir, malos tragos que pasar, ya que es parte de la vida, pero la actitud frente a ellas hace la diferencia. No podemos elegir algunas cosas, pero si podemos elegir la actitud que tomamos frente a ellas. Si no disfrutamos los buenos momentos, difícilmente podrá nuestra actitud superar los malos. A las ilusiones que nos ayudan a vivir, debemos agregarle el dar gracias por las cosas sencillas y buenas que nos pasan.
La actitud y el mérito, separa los ganadores de los perdedores, en finanzas se ve perfectamente, ya que hay muchas personas con mucho dinero pero son tan pobres que solo tienen plata. También en muchos falta una visión trascendental de la vida, perdiendo de vista que el paso por la tierra es eso solo un tránsito para llegar a la eternidad, donde se nos evaluará por lo realizado aquí, en la actitud con la vida y el prójimo.
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