Por María Herminia Grande.- Para sobrevivir no hay manual. Es un cruce de vías a ciegas, también lo es para quien conduce la locomotora. ¿Hubo silbatos anticipatorios? Sí. Ahora la locomotora está en la vía y, a medida que imprime velocidad, ralentiza las reacciones de quienes deben ordenar la situación. ¿Quiénes con los elegidos para tal fin? Los poderes Legislativo y Judicial. El desconcierto no ayuda. El presidente Milei, ante cualquier duda, acelera.
Argentina es un gran interrogante porque su presidente es el principal interrogante. Argentina tiene un gobierno extraño. Legal, pero extraño. Casi sin comparación. Milei es impacto e improvisación. Surgió en el momento oportuno con sus formas ante una sociedad con fatiga política real, exacerbada con dosis mediáticas.
Están los descreídos de todo, que aferrados a la esperanza/Milei no quieren bajarse hasta lo inevitable, pensando que quizás Dios termina siempre siendo argentino y, por qué no, el milagro se produzca. Hasta ahora, la única certeza -al menos para esta cronista-, es que en Argentina, con el gobierno del presidente Alberto Fernández, concluyó un ciclo político. Hoy estamos transitando otro, aún con rumbo desconocido.
La sociedad definió un “basta”. Y los jóvenes compraron la locura mesiánica de una motosierra. Se alentó de distintas maneras a un panelista barrabrava, se lo aupó con los votos, y aún hoy -pasando por la crueldad de las miserias presentes y las que asoman- se lo sigue catalogando positivamente. Las oposiciones no construyen alternativas. No reaccionan.
Toda democracia necesita partidos fuertes. ¡Ni el Presidente lo tiene! La CGT se debate en reaccionar ante lo dantesco: miles de despidos, jubilados en crisis humanitaria (¡cómo no lo van a estar si no pueden comprar “la” fruta que les gusta!), la pobreza que crece aceleradamente, mientras la comida y las chances de una posibilidad se desvanecen en sus narices.
¿Cómo se reacciona ante ésto? Con el manual tradicional que responde a las democracias tradicionales ¿O hay otras formas? Aún son sus ñañas, la democracia argentina funciona. Sus gobiernos, elegidos legítimamente por el voto inapelable de los ciudadanos, deben cumplir su mandato. Pero la propia democracia y la propia política tienen (deberían) resortes para encauzar desvíos ante consecuencias sociales graves.
Los gobernadores, ¿le plantean al ministro Francos que el “Pacto de Mayo” no puede terminar con la financiación de la política, tal lo establecido en la C.N. art 38? El presidente Milei no cree -lo hemos dicho- en el Estado y en la política, aunque se apoye en ambos. Pero dinamitarla es dinamitar la vida de los argentinos. No es dinamitando, es corrigiendo, enmendando, eficientizando.
Tiene razón, y mucha, el gobernador Pullaro, cuando pide incorporar al Pacto de Mayo lo productivo. Milei no habla de esto, que es prioritario. Así como también es prioritario que los gobernadores planteen el sostenimiento de la política. Sin priorizar la política, todo lo demás es de cumplimiento imposible. Pullaro sostiene que “lo productivo debe ser parte de la solución de nuestros problemas”. “No a la economía extractiva, no a la eliminación del impuesto a las ganancias. Las retenciones no deben subir, en lo posible deben bajar”, agrega. El gobernador santafesino sabe mejor que nadie que si el Estado no financia la política, siempre hay intereses non sanctos dispuestos a hacerlo.
Milei es producto de una reacción masiva de un ¡basta! Fue el elegido para protagonizarlo. ¿Y ahora? Lo increíble es que los políticos no están haciendo política. La antipolítica que identifica al Presidente debiera ser contrapuesta por la política, y sin embargo eso no se ve. Hay silencio, culpa, vergüenza, ignorancia. No hay ideas ni debate que deriven en ciertos consensos. La política debe recuperar su calidad de ser herramienta de transformación.
Con ella se debe generar trabajo para desandar la desocupación, con ella se debe avanzar sobre el achicamiento de la pobreza. Con ella se debe enfrentar la crisis humanitaria de los jubilados. Con ella, y no con vouchers, se debe discutir la educación presente y futura de los jóvenes que están en el sistema y de los que a diario se expulsa, dejándolos casi en brazos de lo malo. Con ella se deben promocionar las exportaciones para equilibrar nuestra balanza comercial, y esto no se consigue peleando con nuestros principales clientes.
Ramón Puerta, quien se jacta de no tener un minuto de kirchnerismo en su ADN peronista, se pregunta sobre Milei en diálogo con Infobae: “¿Su gobierno es de ajuste o desbarajuste?”.
Según este dirigente, que fue hasta presidente interino de los argentinos, el remedio pasa por la construcción de partidos políticos serios. Puerta apoyó a Massa cuando este no estaba con el kirchnerismo. A Patricia Bullrich, hasta el ballotage. Y luego a Milei.
Otros creen que el presidente Milei vino a producir un crack necesario. “Ninguno de los políticos estábamos en condiciones y/o podíamos hacerlo. Luego la política va a aparecer con sus formas y modales”, observa un político muy ligado al gobierno del ex presidente Macri. ¿Será?
Sobre esto, y a propósito de Macri, el flamante presidente del PRO define pragmáticamente la relación con el gobierno de Milei: “En cuanto a la orientación, compartimos lo económico. Nuestra divergencia está en lo institucional, nos genera muchas dudas y tenemos muchos cuestionamientos”. No gustó para nada a este sector enterarse por los diarios las candidaturas para cubrir vacantes en la CSJN. El ex presidente entiende que Milei practica una política aplicada: “Soy o no soy casta según el interés momentáneo”.
Otra gran diferencia entre Milei y el ex presidente Macri, es que este último está convencido de que es necesario hacer más y más política. Desde la presidencia del PRO, le va a disputar territorio -con los veinte años de estructura política consolidada- al radicalismo. Sabe que quince meses lo separan de una oferta política.
Pretende hacer del PRO una estructura victoriosa. Cuando esta cronista consultó si en el 2025 encontrará a su partido fusionado con LLA, la respuesta fue categórica: “Fusión, no. Frente en común”. Al consultar acerca de si son los gobernadores de JxC quienes mantienen la posibilidad de una continuidad de la coalición, la respuesta es: “Cuando se va a votaciones, eso no se da, y se ve que cada uno juega la suya”.
El Dr. Carlos Leyba resume este momento: “50 años sin derrotar la inflación, multiplicando por 20 el número de personas en la pobreza, mientras la población sólo se multiplicaba por dos. 50 años donde dejamos de ser el PBI más alto de América Latina, de tener la mayor industria automotriz de América del Sur y los niveles más altos de educación de la región.”
La mala praxis política no debe terminar con la política.
Fuente: https://www.infobae.com/