VIENA, jueves 24 de diciembre 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la intervención pronunciada el 10 de diciembre por monseñor Michael Banach, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas e Instituciones Especializadas en Viena, con ocasión de la decimotercera sesión de la Conferencia general de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO).
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Señor presidente,
la delegación de la Santa Sede desea añadir su propia voz al coro de las felicitaciones a usted y a los demás miembros del Bureau que han sido elegidos a principios de esta semana. Nuestras felicitaciones van también al Dr. Kandeh Yumkella porque ha sido nombrado nuevamente director general de la Organización para el Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (UNIDO). Estoy seguro de que él consolidará el trend positivo de la evolución de la organización y le dará un ulterior desarrollo.
En su Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz del 2009, el Papa Benedicto XVI escribió: “combatir la pobreza implica considerar atentamente el fenómeno complejo de la globalización. Esta consideración es importante ya desde el punto de vista metodológico, pues invita a tener en cuenta el fruto de las investigaciones realizadas por los economistas y sociólogos sobre tantos aspectos de la pobreza. Pero la referencia a la globalización debería abarcar también la dimensión espiritual y moral… De todos modos, es verdad que cualquier forma de pobreza no asumida libremente tiene su raíz en la falta de respeto por la dignidad trascendente de la persona humana. Cuando no se considera al hombre en su vocación integral, y no se respetan las exigencias de una verdadera ecología humana, se desencadenan también dinámicas perversas de pobreza, como se pone claramente de manifiesto en algunos ámbitos”.
Estas palabras describen bien cuál es el centro de esta Decimotercera Conferencia que ofrece la ocasión para reflexionar sobre los progresos realizados en las tres áreas prioritarias de la UNIDO, es decir, la reducción de la pobreza a través de actividades productivas, la creación de la capacidad comercial, el medio ambiente y la energía. Mi delegación está interesada en los resultados de la Decimotercera Conferencia General porque la Santa Sede siempre ha reconocido la centralidad de la persona humana en la solicitud por un desarrollo equitativo, accesible y sostenible.
El respeto por la dignidad y por la libertad de toda persona interesada por los programas de desarrollo debe ser la fuerza impulsora de nuestra obra. De hecho, la Iglesia católica siempre ha subrayado que es necesario un equilibrio entre desarrollo social y económico-industrial. El debate sobre el desarrollo industrial revela que ninguna persona o ningún grupo vive aislado. Lo que afecta a uno afecta a los demás. Mi delegación cree que los beneficios de la discusión de las cuestiones y de la proposición de soluciones para superar los obstáculos que desafían al desarrollo sostenible se sentirán en cada lugar del mundo.
En esta idea de solidaridad humana no podemos perder de vista la necesidad de una administración responsable que requiere atención al bien común, que va más allá de los intereses individuales limitados a todos los niveles.
La administración responsable y la solidaridad humana auténtica están dirigidas a las tres áreas prioritarias y deben permanecer como punto de partida en el debate sobre el acceso al desarrollo industrial. Los efectos del cambio climático, la cuestión de los recursos hídricos y de la seguridad alimentaria, la movilización de los recursos energéticos y el turismo sostenible deben estar unidos a los debates sobre sanidad, educación, alimentación, política habitacional y seguridad.
Al hablar de seguridad es importante recordar que la energía es central para obtener objetivos sostenibles de desarrollo. Con casi dos mil millones de personas aún privadas del acceso a la electricidad en el mundo, y un número aún más alto de personas que usan biomasas tradicionales, mejorar el acceso a servicios energéticos seguros, al alcance de todos u con bajo impacto medioambiental es un importante desafío con el fin de erradicar la pobreza. Es también urgente transformar los sistemas globales de energía porque las modalidades actuales están causando grave daño a la salud humana, al clima de la tierra y a los sistemas ecológicos de los que depende toda la vida, y porque el acceso a los servicios energéticos seguros y limpios es un requisito previo vital para aliviar la pobreza. Aunque la cantidad absoluta del uso de la energía renovable mundial haya aumentado de modo significativo, el porcentaje de las energías renovables en la oferta primaria total de energía a nivel mundial ha aumentado sólo marginalmente en las últimas tres décadas. Algunas tecnologías energéticas renovables son ya maduras y económicamente competitivas, pero el desarrollo de las energías renovables sigue siendo una necesidad humana, ecológica, económica y estratégica y debería ser una prioridad en los proyectos públicos de investigación.
En consideración a los progresos realizados durante estos debates, la Santa Sede desea afirmar, una vez más, que prestar simplemente ayuda, por muy laudable y necesario que sea, no es suficiente para tratar todos los aspectos de la solidaridad humana que deben ser ofrecidos a los necesitados. Las naciones deben cooperar para una eficacia renovada y mayor de las estructuras internacionales en esferas como la economía, el comercio, el desarrollo industrial, las finanzas y la transferencia de tecnología.
¡Presidente!
Deseo asegurar a esta Asamblea el hecho de que la Iglesia católica continuará desarrollando y promoviendo en las áreas críticas programas específicos, que intentan mejorar la vida humana en algunas de las zonas más pobres y menos desarrolladas, y haciendo así contribuirá a mejorar ña vida de todos .
Mi delegación aplaude los progresos realizados en esta Conferencia General y espera las iniciativas futuras, que serán el próximo paso hacia la consecución de objetivos de un desarrollo equitativo, accesible y sostenible para todos.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]