Por Guillermo Briggiler.- La nueva conducción económica, al dejar de emitir dinero para financiar gastos del sector público, alguno de ellos incluso estúpidos como viajes de egresados para estudiantes de escuelas que se le llovía adentro, está logrando la baja de la inflación. Al parecer era posible, aún en un escenario donde se fueron ajustando las tarifas de los servicios públicos y los combustibles a la suba, la inflación está cediendo. En cierto modo, la inflación cero es justicia social, ya que sufre la misma el sector más desprotegido de la sociedad.
Ahora inmersos en ese proceso de baja de la inflación, vemos que la tasa de interés del sistema financiero también retrocede. Desde el BCRA, han bajado la tasa de referencia en cuatro oportunidades, lo que implica que los bancos y las billeteras virtuales disminuyan la remuneración por los depósitos en plazo fijo. Conjuntamente con ello, disminuye la demanda de fondos del sector público a los bancos. Entonces, si bien pagan menos por los depósitos, deben colocar los fondos a los privados, ampliando la oferta crediticia. Recuerden que el dinero que se deposita en los bancos es una carga para las entidades financieras que deben pagar por ellos, estos los obliga a prestarlos en el mercado a una tasa de interés superior a la que pagan por hacerse de los pesos, de lo contrario pierden dinero. Es en este contexto donde aparece nuevamente los préstamos a largo plazo y la estrella de estos son los créditos para la compra de vivienda. La baja de la tasa de interés es inclusión social, porque permite que más cantidad de empresarios tomen créditos para inversiones, y con ello generarán nuevos empleos en el sector privado, que están sin crecer desde hace tres quinquenios.
Sin duda, los préstamos para la compra de viviendas se constituyen en un derecho social cubierto por el mercado, ya que, de otra forma para adquirir una vivienda, se debe desembolsar un monto prohibitivo para cualquier persona que desea formar una familia, en un período de la vida donde el gasto es muy alto con la llegada de hijos y constitución de un hogar y todo lo que esto implica económicamente.
La estabilidad económica es desarrollo social, dado que vivir mes tras mes con estabilidad económica permite planear a largo plazo, algo que se vuelve casi imposible con inflación. El aumento de los plazos de créditos, a un horizonte de 30 años, es igualdad de oportunidades para una sociedad con grandes desigualdades.
Si bien festejamos la llegada de los préstamos UVA para la compra de viviendas, estamos observando que todavía son caros para el mercado que se viene en los próximos meses. Seguimos con una inflación alta, que tiene pronóstico de descenso a futuro, pero alta al fin, lo que perjudica al sistema. Estos créditos poseen una tasa de interés conformada por dos partes, una variable que está atada a la evolución de la inflación (la parte UVA) y otra parte fija, que por las ofertas que pudimos observar es 4,50% el primer año y 8,50% el resto del período. Como la duración de los créditos es de tres décadas, puede parecernos baja la parte fija con una inflación anual del 100%, en ese caso la tasa de crédito sería 108,50% y la parte variable representa solo algo más del ocho por ciento, pero cuando la inflación del país se estabilice en valores de un país normal y esperemos que lo logremos en menos de los 30 años de duración del crédito, la porción fija de la tasa podría percibirse muy alta.
Por ejemplo, teniendo en cuenta la inflación de Chile que fue en el 2021 del 4,50%, país que tiene créditos UVA desde hace 50 años, la porción fija de la oferta que analizamos resulta altísima.
De todas maneras, festejamos la irrupción de este tipo de créditos que consideramos que genera, o al menos ayuda, a la ecuanimidad de oportunidades en nuestra sociedad. Y a los posibles tomadores de esta operatoria crediticia, les decimos que una opción para analizar es si la cuota mensual se aproxima al alquiler pagado, en ese caso se está cambiando un alquiler, que es una pérdida, por una capitalización que es la compra de un inmueble en cuotas.
Otra cosa a tener en cuenta es el ingreso de cada uno. Si cada tomador del UVA puede tener un ingreso que se ajuste con inflación, en ese caso podría tomarlo ya que tanto los ingresos como las obligaciones se ajustan por la misma variable y además el valor del bien comprado, subirá de precio con el transcurrir de los meses. También podemos agregar al análisis que estamos haciendo que, si bien se escuchan algunas críticas de tomadores de este sistema de préstamos en tiempos anteriores, la mora de los créditos en el sistema financiero es nula, lo que demuestra que, sin dudas con esfuerzo, quienes poseen estos créditos han podido cumplir con las obligaciones, además de lograr hacerse con la tan ansiada vivienda.
Festejamos la llegada de los préstamos a largo plazo al país, otorgados por el mercado, con un sistema sostenible en el tiempo que es a todas luces justicia distributiva para los habitantes de Argentina.
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Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/