“El camino pasa por pacificarnos y por deponer las armas”

Expresó el obispo Torres en la homilía de la Pasión del Señor. “Ensanchar el corazón no para vivir en la angustia sino en la certeza que este mundo ha sido salvado”, agregó. El vía crucis de la ciudad se hizo en el interior de la Catedral San Rafael, concluyendo con un mensaje del titular de la Diócesis: “una de las invitaciones del Papa ha sido reconocer signos de esperanza”.

Por Emilio Grande (h.).- Este Viernes Santo fue celebrada la Pasión del Señor en la Catedral San Rafael presidida por el obispo diocesano Pedro Torres y concelebrada por Alejandro Mugna (párroco) y Alexis Cardo (vicario parroquial), ante una multitud de fieles.

“El clima de esta celebración y de este día debe ser de silencio orante y meditativo. Cuánto ruido nos rodea y qué importante es el silencio como condición para escuchar con el corazón, dejando surgir el asombro porque las palabras no expresan todo. Para descansar en el amor de Dios hace falta un silencio contemplativo. En el mundo de hoy tenemos la tentación de quedarnos con los titulares frente a tanta información que recibimos, nos quedamos en la superficie”, destacó el titular de la diócesis de Rafaela.

Y continuó: “tenemos que peregrinar en dos sentidos con un doble movimiento; interiorizar y peregrinar al fondo de nuestro corazón, reconociendo mi verdad y dignidad, también mi pecado, mis miedos, mis búsquedas. Hoy quedarnos con las palabras de Jesús, el relato de la Pasión comienza con una pregunta en el lugar dónde lo arrestaron: ´¿a quién buscan? A Jesús el Nazareno, soy yo´. En los textos de la Pasión que son entrelazado con el Antiguo Testamento resuenan como el Dios que se manifestó en la zarza ´yo soy el que soy´”.

En otro parte, “en el arresto hubo otra palabra ´envaina tu espada´. El camino no es la violencia, no es estar peleándonos; el camino pasa por pacificarnos, por deponer las armas, por desarmarnos como el siervo sufriente que cargó nuestros pecados”.

“En ese camino -agregó- de interiorización Jesús nos ha dado todo, se dio él, nos dio su madre, la cuida a la madre y nos dice tengo sed. A la luz del evangelio de Juan, es mucho más que una sed corporal, es la sed del alma, que también cantarán los salmos; tiene sed de nuestro amor y de frutos de amor en nuestra vida, y los quiere hacer posible por su gracia, con la ayuda de su madre, el discípulo la recibió como suya, hoy es nuestra madre, es un regalo de Jesús”.

Más adelante, “nos deja la maternidad de la Virgen que nos indica quién es Jesús; las siete espadas hablan de los siete dolores: el anuncio en el templo con el signo de contradicción, cuando tienen que ir a Egipto, Jesús perdido en el templo; en la pasión ver a su hijo flagelado, traicionado, crucificado, ver descender a Jesús de la cruz. Jesús tiene sed de que sigamos sus huellas y transformemos el dolor por medio del amor, y entonces podremos decir con él ´todo se ha cumplido´”.

En los tramos finales, Torres dijo que “una nueva peregrinación es ensanchar el corazón. Jesús muere dándolo todo y por todo el mundo. El que muere es el Dios con nosotros, llega a su culmen en la cruz y en la resurrección, en un amor de compasión, cargó nuestras culpas; eran nuestras heridas que las hizo suyas. Ensanchar el corazón tiene que ser algo de esa experiencia interior. Hoy nuestra oración desde la Pasión de Jesús es descubrir que Jesús llama a todos porque su amor no es por nuestros méritos sino por su amor mismo. El lo dio todo para que descubramos que su amor llega hasta el fin”.

Finalmente, “la realidad a veces nos endurece, nos clausura en el egoísmo y miramos como espectadores por la ventana de las pantallas una guerra en Asia o en África, cuántos cristianos dieron la vida por Cristo en Nigeria este año; las guerras en Medio Oriente, en Ucrania y en 50 lugares más del mundo son parte de lo hieren a Jesús y se siente abandonado cuando no sintonizamos con su amor universal. Ensanchar el corazón no para vivir en la angustia sino en la certeza que este mundo ha sido salvado, que el amor ha vencido”.

Vía crucis decanal

Durante toda la jornada, cientos de rafaelinos realizaron la tradicional peregrinación de las siete iglesias. Debido a las inclemencias del tiempo, el vía crucis decanal de la ciudad se realizó en el interior de la parroquia San Rafael colmado de gente, rezando las 14 estaciones con oraciones, meditaciones y canciones.

A su término, el obispo diocesano remarcó: “estamos viviendo una Semana Santa en un año jubilar, donde nos reconocemos peregrinos de la esperanza. Una de las invitaciones del Santo Padre ha sido reconocer signos de esperanza. Esta mañana compartiendo el peregrinar de las 7 iglesias con los jóvenes les decía que son signos de esperanza. El papa Francisco es un signo de esperanza, su enseñanza ha sido en estos años un continuo llamado a la alegría desde Evangelii gaudium a ser familia, a la fraternidad, a cuidar la casa común. El ha hecho el texto del vía crucis que ha rezado en Roma, que termina en una alabanza, haciendo suya la alabanza de Francisco de Asís, que este año se cumplen 800 años. Al Papa no lo logramos dimensionar porque estamos atravesados por un montón de cuestiones; como vicario de Cristo es signo de esperanza. En el año jubilar se reza especialmente por las intenciones del Papa porque es signo de unidad, un regalo de Dios y es parte de nuestra fe”.

“El Papa nos marcó el rumbo de la Iglesia de los próximos años en sínodos y hubo uno que llevó tres años, pero la asamblea sinodal se realizó en octubre del año pasado con el sínodo de la sinodalidad, un llamado a caminar juntos, a convertir las convicciones, los procesos, las estructuras, los estilos de poder. Estuvo inspirado en las palabras de los evangelios de la resurrección (Jn 20 y 21), que vamos a escuchar en los días que culmina en el triduo pascual. En ese sínodo se pone a María como maestra de la vida bautismal y se descubre en ella una síntesis de lo que estamos llamados a vivir en este signo que estamos iniciando”, concluyó.

Otras celebraciones

Este Sábado Santo a las 20:00 se oficiará la Vigilia Pascual y el Domingo de Pascua las misas serán a las 8:30, 11:00 (también en ese horario en San Roque) y 19:00 en San Rafael.

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