Desde el mismo momento en que la Cámara en lo Penal de Rafaela pasó a la Justicia Federal el caso Suppo se comenzó a respirar –por no decir se ha orquestado- un tufillo en contra del dictamen. Dividido por cierto y en el que se muestran -a mi pobre y escaso entender- dos posiciones que metafóricamente podríamos reunir en dos expresiones: “esto en Rafaela no pasa” (ganadora por nock out en una sociedad preocupada siempre por mantener su condición de isla) y otra que dice: “puede haber pasado”, que se investigue en el Fuero Federal que tiene otros medios. Si ellos dictaminan que no hay mérito, que vuelva a la Justicia Ordinaria y allí se juzgue en forma definitiva.
El Juez Mognaschi en su fallo no es determinante, expresa que no hay elementos contundentes que comprueben en forma fehaciente cuáles fueron las circunstancias y móviles en el brutal asesinato de Silvia Suppo. ¿Por qué esto nadie lo dice?
Desde mi incompetencia para opinar sobre los avatares de la justicia yo sólo me pregunto:
¿Por qué el empeño en demostrar la debilidad de un fallo basado en el de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con respecto al caso Julio López?
Julio López según la Justicia Ordinaria se pudo haber ido de paseo, se pudo fugar con otra mujer, tantas posibilidades… y allí terminaba la investigación. Su condición de víctima y testigo en causas de lesa humanidad determinó “el beneficio de la duda”.
El mismo beneficio que dos jueces -valientes porque viven en Rafaela, la ciudad del aquí no pasó- otorgan a la causa por el asesinato de alguien que desde los 15 años trabajó en Cáritas y cometió el “error” de pertenecer a Cine Club de los Barrios y que cuando tenía sólo 17 años fue secuestrada, torturada, violada, obligada a abortar y que se animó a contar, en público, todos los vejámenes a que había sido sometida impulsando a otras mujeres a denunciar sus violaciones.
Una mujer valiente que en poco tiempo más iba a volver a declarar en la causa “Hattemer – Suppo – Destéfanis”, causa en la que se hallan involucradas algunas personas de esta comunidad en la que sí, algunas cosas pasaron.
Yo no tengo una opinión definitiva del tema, puede haber sido una u otra razón, sólo tengo dudas muy razonables y mi deseo es que la Justicia Federal –con mayores recursos investigativos y sin amiguismos locales- me diga qué pasó con Silvia Suppo.
Por esa razón felicito al Dr. Degiovanni y al Dr. Oliva, por su imparcialidad en una causa que parece esconder otras miserias a las que -aún muerta y ya sin voz- someten a Silvia Suppo. Igual que en la época más cruenta de la represión.
¿Por qué tantas palabras y pensamientos sacados de contexto? ¿Por qué tanta lectura parcial de los dictámenes?
En definitiva: ¿Por qué oponerse a algo tan inocuo e importante como el beneficio de la duda?
Norma Fenoglio
Hugo collosa