Por Guillermo Brigiler.- En principio no habría relación alguna entre el Banco Central y el explosivo inventado por Alfred Nobel, el mismo que luego instituyera el premio Nobel de la Paz como compensación simbólica al uso bélico que se le dio a su invento. Pero todo cambió cuando un economista, devenido en un político, dijo que iba a dinamitar el BCRA si alcanzaba la presidencia. La alcanzó, pero llegó tarde a dinamitarlo, el presidente del mismo Miguel Angel Pesce y el ministro de economía Sergio Massa, lo hicieron por él.
El Banco Central de la República Argentina fue creado el mismo año que se fundaba nuestra querida Rafaela, hasta entonces circulaban por el país monedas acuñadas por distintos bancos en diferentes provincias. Ese año, 1881, se instaura la moneda nacional vinculada al patrón oro que regiría hasta 1929, donde es abandonado casi por todo el mundo.
La finalidad que posee el Banco Central, es decir la razón por la que fue creado y que podemos verlo en el artículo tercero de su carta orgánica, es promover la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico.
Con una inflación que supera el 140% anual, el empleo estancado, depreciaciones del tipo de cambio permanentes y el PBI del país que no crece hace una década, podemos decir que no cumple con ninguna de sus finalidades.
Por lo expuesto, probablemente la opción de cerrarlo, sin necesidad que vuele por los aires, cobra relevancia. Es más, se calculan que los ahorros del país, que se representan en las reservas del BCRA, son mínimas o negativas, ya que se maquillaron contabilizando el valor de los Títulos Públicos en cartera por su valor nominal, en lugar de su valor de mercado (que es un 70% menor que el contable).
Lo que es una certeza es que no puede seguir así. La opción más moderada y más utilizada en el mundo desarrollado es un Banco Central independiente del poder político de turno, de hecho, nuestro BCRA es un ente autárquico que podría ser independiente, para ello debe haber voluntad política de no utilizar las herramientas con que éste cuenta para el populismo o dicho más elegantemente para favorecer a la casta política, término de moda actualmente.
Si el Central es independiente y dejara de financiar con emisión los caprichos de los gobernantes, obligaría a éstos a controlar el gasto y ajustarlo a los recursos existentes, de esta forma bajaría tanto el déficit fiscal, como la emisión monetaria y con esto la inflación que tanto distorsiona la actividad económica.
Se terminaría también con el financiamiento al Estado a través de los adelantos al tesoro, reduciendo la deuda y obligando a cuadrar presupuestos. Además, puede analizar por su cuenta los fenómenos económicos que se presentan y obrar tanto independientemente como en conjunto con el Ministerio de Economía, sin estar sujeto a la conducción económica de turno, ni a otras instancias del Estado.
Como decíamos, en la práctica está «explotado», no posee reservas y es el principal causante de la crisis de las Leliq. Estas, las LELIQ, o Letras de Liquidez, son instrumentos financieros que se utilizan en Argentina como parte de la política monetaria del Banco Central.
Estas letras son emitidas por el Banco Central y se ofrecen a los bancos comerciales como una forma de regular la cantidad de dinero en circulación en la economía. Cuando un banco compra LELIQ, está depositando dinero en el Banco Central a cambio de estas letras. Como compensación, el banco recibe una tasa de interés. ¿Pero de dónde sale el dinero de los bancos? El dinero que depositan en el Central, los bancos los obtienen de los depósitos a plazo fijo de los clientes que, si no estuvieran en los bancos, estarían en poder del público transaccionando en la compra de bienes y servicios, lo que redundaría en inflación o yendo al mercado de los dólares libres, haciendo elevar su cotización.
La herramienta en si no es un problema, solo que se abusó de la emisión monetaria por parte del poder ejecutivo, con devoluciones de impuestos, IVA y Ganancias, subsidios directos como el Ingreso Familiar de Emergencia, préstamos para monotributistas, jubilados y empleados en relación de dependencia a tasas menores a la de mercado, todas financiadas con emisión y persiguiendo ideales populistas y electoralistas.
Luego había que rescatar ese dinero circulante y para ello se elevó poco a poco la tasa de interés para que los pesos queden en el sistema; tanto fue el cántaro a la fuente, que las Leliq alcanzan actualmente la sorprendente cifra de veinte mil millones de dólares, valor imposible de devolver al mercado sin caer en una hiperinflación, convirtiéndose en el primer gran problema a solucionar por la nueva administración que asuma el 10 de diciembre.
Una de las propuestas de campaña del candidato a Presidente que resultó ganador, fue el cierre del BCRA. Parecía muy exagerado, pero en realidad de dinamitar el mismo se encargaron el presidente del BCRA y el ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández.
Entendemos que, de los usos de la dinamita previstos por Nobel, esta opción, al menos en forma de amenaza, le traería grandes beneficios al económicamente castigado y oprimido pueblo argentino.
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Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/