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El aumento de la pobreza debe interpelarnos como sociedad

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela. Son rostros humanos que sufren la pérdida de sus derechos más elementales como la alimentación, el trabajo que dignifica a la persona y la búsqueda de la promoción humana por encima del asistencialismo.

Por Emilio Grande (h.).- Esta semana se conocieron los datos con al aumento de la pobreza a nivel nacional del 40,1% en el primer semestre del año, antes de la devaluación implementada por el Gobierno, que afecta a 18,6 millones de argentinos, según informó el INDEC.

En el mismo período del 2022, la pobreza era del 36,5% y creció casi cuatro puntos porcentuales. Al mismo tiempo, el nivel de indigencia pasó del 8,8% al 9,3% en los últimos 12 meses.

Se trata del dato más alto registrado en el país por el Instituto Nacional de Estadística y Censos desde el pico del 42% alcanzado durante la grave crisis de la pandemia en 2020. Los expertos en estadísticas sociales prevén que el segundo semestre el año la situación social empeore por la aceleración de la galopante inflación, que este año podría llegar hasta el 190% según algunas estimaciones privadas.

Conviene recordar que la pobreza fue de 39,2% en el segundo semestre del año pasado y en el mismo semestre de 2021 mostraba un número de 37,3%.

Frente al aumento de la pobreza a nivel nacional, quise conocer cuál es la realidad social en la ciudad de Rafaela, en la que hace años dejó de ser una “isla”, y cómo trabajan algunas instituciones en el territorio.

Desde el Centro de Distribución de Alimentos del Rotary Club de Rafaela Oeste (RCRO), “colaboramos regularmente con 40 instituciones (llegando a 60 cuando recibimos gran cantidad de alimentos con corto plazo de vencimiento), asistiendo aproximadamente a 7.000 niños y adultos mayores, cantidad que se incrementa exponencialmente por el motivo mencionado, cuando disponemos de alimentos para ampliar la cobertura”, destacó Silvana Gramaglia (presidente del RCRO) ante la consulta de este cronista. La sede de la institución está ubicada en calle Estanislao Zeballos 274 del barrio Central Córdoba, donde también funciona el banco ortopédico.

En el contexto del aumento de la pobreza a nivel nacional debido a la crisis económica y agudizada por la galopante inflación, agregó: “Desde el año pasado se aprecia una mayor demanda de asistencia, sobre todo desde iglesias de distintos credos y merenderos barriales que se fueron formando a raíz de la acuciante crisis económica. Permanentemente nos contactan con pedidos de ayuda. Vecinos que se autoconvocan para poder dar una copa de leche o una vianda a niños y familias de bajos recursos y/o sin ingreso formal”.

Hace casi 50 años, en 1974 la pobreza en la Argentina era del 4%, con el paso de las décadas fue in crescendo hasta llegar al 50% en la crisis del 2001-2002 con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, con el pico del 58% en febrero de 2003. En estos últimos años tuvo vaivenes de bajas y subas, que van de la mano de las políticas coyunturales de los distintos gobiernos de turno.

Un síntoma de esta realidad es la cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que desde hace muchos años están emigrando de la Argentina a otros lugares del planeta porque en este bendito país no se solucionan los graves problemas de fondo: inflación, déficit fiscal, presión fiscal, corrupción, falta de trabajo y de oportunidades, inseguridad, que generan los altos niveles de pobreza.

Más allá de los números fríos de las estadísticas, el aumento de la pobreza debe interpelarnos como sociedad porque son rostros humanos que sufren diariamente la pérdida de sus derechos más elementales como la alimentación en una tierra pródiga para la siembra de la mayoría de los nutrientes, el trabajo que dignifica a la persona y la búsqueda de la promoción humana por encima del asistencialismo.

Finalmente, no tenemos que acostumbrarnos a vivir con tantos pobres, especialmente los niños que son el futuro del país, sino que debe sacudir las “estanterías” de nuestros corazones para trabajar en consecuencia, teniendo mayores responsabilidades la dirigencia política en todos los niveles.

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