CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 julio 2006 (ZENIT.org).- Si bien la Santa Sede valora aspectos positivos de la Conferencia internacional para el Líbano que se celebró en Roma este miércoles, ha manifestado su decepción ante la falta de determinación para exigir el alto el fuego.
Así lo ha explicado este jueves el arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados, en una entrevista concedida a «Radio Vaticano» en el que analiza los resultados de esta cumbre en la que estuvo presente como observador (sin derecho a tomar la palabra).
La falta de un acuerdo sobre el alto el fuego explica, según el prelado, el que en muchos sectores de la opinión pública se haya considerado como decepcionante este encuentro, promovido por los gobiernos de los Estados Unidos y de Italia, con la participación de otros 16 países, entre los que destacan los miembros del Grupo sobre el Líbano, y de organizaciones internacionales.
«No se logró la unanimidad de los participantes, pues algunos países consideraban que el llamamiento no habría tenido el efecto deseado. Se consideraba más realista expresar el propio compromiso para obtener, sin dilación, el cese de las hostilidades: compromiso asumido y que puede ser de hecho mantenido», explica el representante vaticano.
«Una suspensión inmediata de las hostilidades es posible, por tanto, es un deber», aclara en la entrevista.
Según explica, «la posición de quien considera que ante todo hay que crear las condiciones para que no se vuelva a violar la tregua es sólo de un realismo aparente, pues estas condiciones pueden y deben crearse con otros medios que no sean la muerte de personas inocentes».
En este sentido, considera también «problemático» el que en la declaración final, redactada por los representantes de Estados Unidos (la secretaria de Estado Condoleeza Rice) e Italia (el ministro de Asuntos Exteriores, Massimo D’Alema) se limitaran «a invitar a Israel a ejercer la máxima moderación».
«Esta invitación tiene por su propia naturaleza una inevitable ambigüedad, pues el respeto por la población civil inocente es un deber preciso e impostergable», afirma.
El arzobispo señala, sin embargo, cuatro elementos positivos de esta conferencia.
En primer lugar, «el hecho de que los países de diferentes partes del mundo, desde Canadá hasta Rusia, se hayan reunido con la conciencia de la gravedad de lo que está sucediendo en el Líbano, reafirmando la necesidad de que éste recupere cuanto antes su plena soberanía, y que se hayan comprometido a ofrecerle su propia ayuda».
El segundo aspecto positivo citado por Lajolo es «la petición de conformar una fuerza internacional, bajo el mandato de las Naciones Unidas, que apoye a las fuerzas regulares libanesas en materia de seguridad».
En tercer lugar, subraya el compromiso de la Conferencia «por ofrecer ayuda humanitaria inmediata al pueblo del Líbano y la garantía de un apoyo a su reconstrucción con la convocación de una conferencia de donantes».
Por último, considera también positivo «el compromiso adoptado por los participantes, tras la clausura oficial de la Conferencia, de mantenerse en continuo contacto sobre los ulteriores desarrollos de la intervención de la comunidad internacional en el Líbano».
El secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano, quien este miércoles por la tarde recibió en el Vaticano al primer ministro libanés, Fouad Siniora, tras la conclusión de la Conferencia, en una entrevista concedida este jueves a «Il Corriere Della Sera» también manifestó su decepción ante la falta de un acuerdo sobre un «alto el fuego inmediato».
«Nos encontramos antes un problema humanitario de primer orden y en su solución todos los hombres de buena voluntad deberían encontrar la manera de colaborar», dice el purpurado que estará en este cargo hasta septiembre.
«También hay que salvaguardar la integridad del Líbano, pero obviamente hoy hay que dar la prioridad a las vidas humanas», añadió el cardenal Sodano, subrayando que el Papa sigue lo que sucede en ese país con gran atención y preocupación.