Edwy Plenet: «Cuando sólo hay una opinión, la política se muere»

Para el ex director de Le Monde, libertad de prensa es sinónimo de democracia.Por Patricio Arana

PARIS.– “El periodista tiene un papel especial, porque la libertad de prensa es sinónimo de democracia. Por eso, nuestra profesión tiene una responsabilidad particular”, dice Edwy Plenel, ex director de la Redacción del vespertino Le Monde, uno de los diarios más influyentes de Francia.

Plenel dice que dio sus primeros pasos en la profesión en 1968, en las barricadas del Mayo Francés, como militante trotskista. Hasta hace poco editorialista del periódico, cuenta que llegó a trabajar de periodista por casualidad. “Cuando desperté de esa adolescencia prolongada [en referencia a sus casi diez años de periodismo ideológico y militante], me di cuenta de que lo único que sabía hacer era escribir artículos.”

Plenel, que se especializó en temas de educación, dice que desde joven defiende la importancia de la independencia periodística, la posibilidad de contar la realidad, de describirla y no sólo de defenderla con una lectura política.

A comienzos de la década del 80 ingresó en Le Monde. Años después, como director de la Redacción, tuvo que hacer frente a una importante avalancha de repercusiones adversas cuando se publicó “El lado oscuro de Le Monde”, de Pierre Pean y Philippe Cohen. En ese libro, las críticas a la posición política del vespertino se mezclan con críticas a sus directivos. Plenel respondió con un extenso artículo, y cree que el ataque a su persona se debió más que nada a los celos.

-¿Qué le hace decir que el periodismo es una profesión especial?

-Que la libertad de prensa es sinónimo de democracia. Es una libertad fundamental. No es una pequeña libertad privada. Es una libertad que es consustancial a la vida democrática, como la de votar, como la de elegir presidente.

-¿Puede la prensa ser independiente o ése es un mito del pasado?

-El poder político puede influir cuando tenemos problemas económicos y mientras no logramos conquistar la verdadera independencia. Para ser fuerte y resistir las presiones hay que ser independiente desde los puntos de vista económico, moral y profesional. Hay que estar unidos, no divididos. Sólo así se puede resistir a las presiones. Cuando uno es débil económicamente es evidente que las presiones tendrán más éxito.

-¿Hay alguna receta para la independencia editorial?

-No hay receta milagrosa. Todo está en la forma de ejercer la profesión.

-El periodismo cambió en las últimas décadas y, sin embargo, se piensa que sigue siendo el mismo…

-Nuestra profesión atraviesa una inmensa crisis vinculada con el hecho de que las condiciones cambiaron radicalmente. El periodismo es un símbolo de la tercera revolución industrial, la revolución de la información. Es una revolución que hizo que vivamos en una época nueva. Nuestras sociedades viven una relación distinta con el tiempo. Nosotros, los periodistas, somos en parte los actores y en parte el problema y el síntoma de ese cambio.

-¿La instantaneidad cambió la forma de hacer periodismo?

-François Hartog lo llama el presentismo. Las sociedades que nos precedieron, en los siglos XVIII, XIX e incluso el XX, tenían una relación con el pasado y con el futuro. El pasado les daba los elementos para comprender el presente, había certezas heredadas del pasado, y con la idea del progreso miraban al futuro. En las sociedades actuales, el debate entre pasado y futuro está en crisis. Al mismo tiempo llegó la revolución de la información con el tiempo real. No hay mediación en nada, todo llega al instante. Hoy podemos estar hablando en París, leer The New York Times, visitar un sitio web indio o chino, ver un canal de información y todo ello en un universo de gratuidad. Estamos en un espacio común con un tiempo real. Es totalmente nuevo para la especie humana, es una relación con el tiempo totalmente desestabilizadora. De ahí la crisis de lo político, de las corrientes que se agarran a las certezas del pasado. Sin embargo, la buena respuesta no es romper las máquinas y frenar todo esto.

-Representa un gran desafío

-Para los periodistas es un desafío extraordinario. Además, tenemos miles de fuentes y es mucho más complicado hacer una selección y verificar. Todo eso hace que el periodismo sea mucho más difícil. Se necesita mucho más rigor. Al mismo tiempo, al periodismo se lo cuestiona cada vez más. Si a esto se le agrega que el periodismo se hace en empresas, se suman las cuestiones económicas. Se puede decir que se necesitan informaciones que vendan, que se puedan comprar. Pero a menudo la información necesaria no es la más popular. Por eso debemos pelearnos por que la noticia más necesaria sea difundida.

-¿Internet pone en peligro los periódicos tales como los conocemos?

-Hay que pensar el periodismo escrito como algo que funciona de las dos formas: en papel y en la Web. Para la prensa calificada como de calidad, o de referencia, los periódicos de información general, creo que hay, y siempre habrá, en este mundo de tiempo real y de espacio común, un lugar para la reactividad y la distancia. Un buen diario es el que es capaz de ser reactivo ante el acontecimiento, pero que también es capaz de hacerlo entrar en una temporalidad que no sea solo la del instante inmediato. La televisión, la radio, la Web, están con el instante inmediato. Un diario debe ser capaz de contar el instante inmediato, pero al mismo tiempo contar la historia. Al mismo tiempo, contar el contexto porque todo texto tiene un contexto. Al mismo tiempo, contar el debate que hay alrededor de este acontecimiento, tener elementos de investigación. Ese es el desafío del diario. Reinventar el periodismo es reinventar una prensa que sea a la vez la del presente, pero que confronte el presente con otras temporalidades. Eso es lo escrito. Lo escrito es la memoria, los recuerdos. Pero llegará algún día también el sitio web de calidad.

-¿Cree en un periodismo militante, comprometido con alguna causa?

-Siempre creí en el periodismo como un compromiso. Pero hay que estar ante los hechos, hay que mostrar la realidad y por supuesto que ésta no tiene una sola cara.

-El compromiso es la noticia.

-Exacto, y detesto el cinismo periodístico, el hecho de que en un acontecimiento el periodista no se sienta necesario. El acontecimiento es nuestra batalla. Tenemos que hacerlo hablar, y desde este punto de vista lo nuestro es un compromiso.

-¿Tiene algún ejemplo de «cinismo periodístico»?

-La prensa estadounidense y las «armas de destrucción masiva» del régimen de Saddam, o el Acta Patriótica y Guantánamo. Una democracia tiene que ser muy exigente con ella misma. Si no, es que comienza a declinar. El derecho a saber es uno de sus pilares esenciales. La democracia es un espacio de conflicto, de contradicción. La democracia es la pluralidad y el conflicto, como la vida es una contradicción permanente. La democracia no es la muerte de la política. La muerte de la política es cuando sólo hay una opinión.

-La libertad de saber es uno de los pilares esenciales de la democracia

-El periodismo está en el centro del debate sobre la democracia. Se anunció la creación de una cadena de televisión con Venezuela, la Argentina, Uruguay y Cuba. Esto me plantea un problema. ¿Cómo puede ser posible que se acepte que participe Cuba, un país en el que se ve un único noticiero? ¿Cómo puede ser que los otros países acepten esto, mientras que no hay prensa independiente en la isla y que los periodistas están en prisión? Se comprende que quieran contrarrestar el peso de las cadenas norteamericanas, pero hay que llevar adelante los dos combates. Pero si en nombre del combate contra las cadenas estadounidenses aceptamos que los cubanos no tengan libertad de información

-Durante su juventud fue militante trotskista. ¿Cómo se definiría hoy?

-Abandoné la idea de que hay un solo tema en la historia. No creo que la historia sea lineal. Pienso que la humanidad continúa viviendo con el riesgo de algo mejor y con la añoranza del pasado. Es una batalla y en esta batalla me posiciono como progresista, con la idea de mejorar la situación de los menos favorecidos.

-La idea de Trotski era mantener una revolución permanente. ¿Sigue apoyando esa tesis o algo ha cambiado?

-Aprendimos que en nombre de los desfavorecidos pudimos caer en imposturas, cometer crímenes, traicionar la esperanza y dejar a la gente totalmente desesperada. Esa es la lección del trotskismo. El trotskismo encarna la resistencia a un tipo de pensamiento único de la izquierda. Trotski salvó ese principio. Ahora que el comunismo no existe más, muchos tienden a olvidar el mensaje sobre los principios. Hay principios morales, de ética política, que no caducan, sobre la verdad, los derechos, la libertad.

-Durante más de un siglo algunos creyeron que una economía colectivizada era la mejor respuesta a las desigualdades. ¿Cree que persiste esta idea?

-El capitalismo es la encarnación de una una sociedad de mercado. El capitalismo causa daños, injusticias. Pero, ¿hay que suprimir la sociedad de mercado? ¿Hay que abolir el mercado? No, y ésa es la lección del siglo XX. Abolir el mercado es abolir una forma de vida y de libertad individual. Una sociedad sin mercado es una sociedad en donde el intercambio no existe. Está claro que el intercambio comercial puede crear injusticias o coartar injusticias. Hay dos realidades.

Patricio Arana

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 30 de agosto de 2006.

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