“Dios está dispuesto a escucharnos al comprender nuestras necesidades”

Expresó el párroco Alejandro Mugna durante el Tedeum en la Catedral San Rafael. “Pidamos que impregne sabiduría, compromiso y justicia la vida de nuestro país, que conceda a los gobernantes una renovada conciencia de servicio, compromiso por la verdad y sacrificio por el bien común”, agregó.

En el marco de las celebraciones oficiales del 25 de Mayo, en la mañana de ayer se ofició el Tedeum en la Catedral San Rafael, presidido por el párroco Alejandro Mugna, concelebrado por el vicario Ariel Botto y el diácono Danilo Montti, al que asistieron autoridades ejecutivas, legislativas y de seguridad locales y provinciales, entre otras. A continuación la homilía pronunciada por Mugna:

En este día de la Patria invocamos una vez más, a “Dios, fuente de toda razón y justicia” (Preámbulo de la Constitución Argentina) que manifestado en Jesucristo es para todos los creyentes manantial de vida plena. Los textos de la sagrada escritura que acabamos de escuchar nos acercan a  María la madre de Dios que revestida de humildad y sencillez cree, se pone en camino, persevera en la dificultad y aparece como aquella que congrega en la Esperanza e invita a la oración.

Nuestra Señora de Luján patrona de los argentinos, es aquella que fiel al pie de la cruz no se aparta de nuestro pueblo, permanece en nuestras cruces y nos invita a esperar siempre la fuerza que viene de lo alto. Ella es la estrella luminosa que anuncia la llegada de un tiempo nuevo marcado por el Amor de Dios que nunca nos abandona.

Dios nos escucha…

Cuando nos unimos en oración debemos tener una certeza: Dios está dispuesto a escucharnos porque comprende nuestras necesidades, conoce profundamente las inquietudes del corazón humano y no se le esconden los clamores de la humanidad, especialmente aquellos gritos que claman al cielo fruto de grandes injusticias como la guerra, las desigualdades y todo aquello que corrompe la vida humana, la degrada o la suprime. Nada se oculta a los ojos de Dios, nada de todo esto deja de resonar en su corazón.

Escuchemos a Dios…

Al mismo tiempo, nos habla y nos pide un corazón atento. Nos habla por medio de su Palabra y vuelve a tocar nuestro corazón mediante el regalo de la fe, sin embargo nos habla de muchas maneras y no solo a los creyentes sino a toda persona de buena voluntad, a todo ser humano que busca la verdad y trabaja por el bien común. El Dios de la vida nos habla en los acontecimientos de la historia, de un modo especial en aquellos que en medio de las dificultades, aparecen como “signos” de esperanza, porque vemos en ellos algo verdaderamente transformador.

En medio de la pobreza que afecta a tantas personas, ¡cuánta solidaridad, cuánto esfuerzo y cuanta ilusión!, en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad aparecen proyectos e iniciativas heroicas, gran parte de ellas protagonizadas por mujeres que no se resignan a que se postergue el desarrollo integral de sus hijos y por eso se agrupan, superan diferencias y abren con esfuerzo nuevos caminos.

Muchos padres preocupados por la educación sólida, respetuosa y auténticamente plural de sus hijos, se preocupan, golpean puertas y piden ser escuchados de verdad, porque están convencidos que el futuro de los niños y los jóvenes debe construirse a partir de una educación integral, impregnada de valores auténticos y desde una inclusión real, no sesgada.

En medio de un mundo marcado por los conflictos, surgen en cambio verdaderos espacios de comunión entre creyentes de distintas confesiones religiosas, y también junto a no creyentes que procuran desde la escucha y el acompañamiento, salvaguardar la vida humana desde su inicio hasta el final. Solidariamente unidos luchan, crean conciencia y se enfrentan al complejo mundo de las adicciones para ocuparse del hermano concreto que necesita ayuda, y para encarar acciones en gran parte heroicas, porque no se dejan vencer por una cultura de muerte.

Podríamos seguir enumerando signos, pero no se trata simplemente de enumerar, debemos tener los ojos y los oídos atentos para captarlos y darle acogida para no ser oyentes distraídos, sino ser de verdad constructores de una sociedad nueva.

Pidamos a Dios en esta mañana, que impregne de sabiduría, de compromiso y de justicia la vida de nuestro país, que conceda a los gobernantes una renovada conciencia de servicio, de compromiso por la verdad y de sacrificio por el bien común.

Pidamos también para que todos los ciudadanos, cada uno desde nuestro lugar, seamos capaces de superar conflictos y diferencias, de vencer el egoísmo y consolidar lazos auténticos de fraternidad.

El papa Francisco al concluir la encíclica Fratelli Tutti (285), nos invitaba a rezar diciendo:

Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras… Amén.

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