Por Luciana I. Mazzei.- La muerte de un ser querido siempre es dolorosa, pero en este tiempo de cuarentena y aislamiento social parecería más difícil y dolorosa aún.
En estos meses de encierro muchos hemos perdido un ser querido, o nos enteramos del fallecimiento de algún conocido o pariente de un amigo… y fue raro, pensar en que muchos no se pudieron despedir, por estar lejos, por no permitirnos velarlos o realizar los ritos fúnebres que cada religión proponga.
Y este no poder despedirnos puede dejarnos un sabor amargo, sensación de que algo no está terminado, porque los ritos son necesarios en la vida del hombre. Ayudan a comenzar y terminar etapas, por ejemplo: el matrimonio en cada cultura y religión tiene una serie de ritos y tradiciones que le dicen a la sociedad, “a partir de este momento somos un matrimonio y pronto seremos familia”, de allí en más algo cambia en esas personas y comienzan una nueva etapa en sus vidas.
Si nos remontamos a la historia del hombre, en Grecia y Roma, el hombre nunca creyó que con esta vida se terminaba todo, siempre se tuvo intuición de algo más después de la muerte. Pensemos en los egipcios y sus pirámides. Desde siempre el culto de los muertos ha estado muy arraigado en todas las culturas y muy ligado a lo religioso. Por eso para nosotros también es tan importante poder decir adiós.
Hablando con dos amigas, confirmé esta necesidad tan humana de poder decir adiós y me llamó mucho la atención la tradición que mantienen en el norte de nuestro país de rezar una novena cuando alguien muere.
El rezo de la novena es una de sus costumbres fúnebres más respetadas en el norte argentino, y, según algunos, se cumple a ¡rajatabla! Durante nueve días, desde el fallecimiento, los familiares del difunto se reúnen todos los días a la misma hora para rezar el rosario. El último día, después de la misa, para celebrar la purificación del alma del muerto, se sirve una picada o una comida que se comparte con la familia y los amigos.
La novena se comienza el segundo día después de inhumado el cuerpo y se sigue durante 9 días y, según la creencia popular, debe hacerse lo más sinceramente posible para que el alma llegue al cielo sin percances en el camino y alcance la vida eterna lo más pronto posible.
El número de días está relacionado con los 9 meses que permanecemos en el vientre de nuestra madre antes de nacer. Porque el paso a la vida eterna es un nuevo nacimiento.
A todo esto, mi amiga jujeña me contaba sobre los ingredientes que le agregaron a la novena de sus padres. Cuando había muerto su papá ya tuvieron esta modalidad de novena: cada noche después de rezar invitaban a compartir la cena cocinando cada día una comida favorita de su papá y todos contaban alguna anécdota para recordarlo. Así muchos se enteraban de cosas maravillosas que no conocían de él. La última noche después de la misa regalaron a cada familia un arbolito artesanal que su papá tenía hecho. Como signo y recuerdo de su paso por esta vida.
En cuarentena falleció su mamá. Y una vez más no quiso quedarse solamente con el rezo del rosario y convocó durante 9 días a toda la familia mediante las redes sociales, para que juntos la recordaran.
Armaron un altar con una foto de la abuela, flores confeccionadas por los nietos y bisnietos, velas, y durante 9 días se dedicaron a recordarla. Gracias a la tecnología muchos pudieron participar, pusieron una consigna para recordarla, cada día había un encargado de pensar en algo que caracterice a la abuela y hablar sobre eso, alguno habló del tejido, otro de las comidas que hacía, el rosario y las oraciones que rezaba cada día, una canción que la representara, de la costura, recordar anécdotas de los amigos, nietos, hijos… Cada familia preparaba la mesa con la comida que la recordara. El último día ofrecieron la misa y tienen previsto regalar unos almohadones armados con todos los cuadraditos tejidos que quedaron pendientes.
Me pareció una manera hermosa y creativa para despedir a seres queridos en cualquier oportunidad, pero especialmente en este momento en el que no podemos abrazarnos y acompañarnos físicamente.
¡Gracias Nanci! Por compartir tan generosamente tu vivencia.
Te lo dedico a vos Clemente. Todavía me debes los pescados a la parrilla, espero que los tengas listos para recibirme en el cielo cuando llegue mi hora.
Referencia: https://comorezarelrosario.org/novenario-para-difuntos/ La autora es docente y orientadora familiar.