Por Alejandro Bonet.- Cuando era más joven, a los pocos años de la elección de Karol Wojtyla, como Papa Juan Pablo II, me ensimismé con “la Renovación en sus Fuentes”, luego de 26 años y medio de su largo pontificado quedé fascinado al descubrir que ahí estaba condensada toda la originalidad de su aporte a la renovación profunda de la vida de la Iglesia contemporánea. Ahora, terminando de ensimismarme con “la Verdad los hará libres” he descubierto que está condensada toda la novedad del Papa Francisco, en especial el método que el propone a la Iglesia Universal para vivir la Fe, la sinodalidad, y la manera de entender la Doctrina Social de la Iglesia Católica como “hombres de pensamiento incompleto que sometemos la razón a la experiencia”.
El mismo Papa Francisco non da la clave de lectura de este momento histórico en Gaudete et Exsultate, punto 135: “Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida y donde los seres humanos, por debajo de la apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen buscando la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida. ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo! Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia (cf. Flp 2,6-8; Jn 1,14). Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, él ya estará allí. Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma oscurecida. Él ya está allí«.
1.- ¿Qué significó “la renovación en sus fuentes” para la Iglesia Católica Universal?
Karol Wojtyla había intervenido activamente en el Concilio Vaticano II (1962 – 1965), al volver a su Polonia natal en 1966, cuando se cumplía el milenio de la Iglesia Polaca, el Cardenal de Cracovia convoca a un Sínodo Diocesano para asimilar toda la novedad del Concilio a la luz del nuevo milenio. De ahí nace “La renovación en sus fuentes” que se publica el 11 de octubre de 1972 justo a diez años de la inauguración del Concilio. De esa experiencia de comunión y participación ha surgido una síntesis que contiene todo lo que el futuro San Juan Pablo II lleva como novedad a toda la Iglesia Universal renovándola desde sus mismas raíces.
Lo que me impresiona de este “hecho”, es como Karol Wojtyla juzgó su propia experiencia, tanto de manera personal como comunional, y eso fue lo que aportó a la renovación de toda la Iglesia Universal. Desde una experiencia cercana, real, concreta e histórica, Cracovia en Polonia, se renueva toda la experiencia de la Fe del santo pueblo fiel de Dios en su conjunto. Un santo, San Juan Pablo II, es la expresión de un salto cualitativo en la historia contemporánea de la Iglesia y de toda la humanidad. Es importante resaltar que una periferia del este europeo dominada por una Ideología totalitaria y opresora pone en evidencia que la creatividad infinita de Dios no puede ser condicionada por la lógica del poder del mundo, por la mentalidad dominante, ni por ninguna situación, por más difícil y oscura que pueda ser.
2.- Itinerario histórico de la autoconciencia eclesial contemporánea sobre la sinodalidad
Entre “La renovación en sus fuentes” y “La Verdad los hará libres” se ha dado una parábola histórica, que es importante destacar.
La renovación en sus fuentes es la expresión más concreta de la propuesta de Pablo VI de retomar el método de la sinodalidad. Karol Wojtyla implica a toda la Diócesis de Cracovia en el trabajo de una nueva “autoconciencia de la Fe” a la luz de la renovación que había iniciado la Iglesia Universal en el Concilio Vaticano II. Fruto de ese trabajo comunional, sinodal, surge esa síntesis que expresará su propia autoconciencia de la Fe, que luego desplegará ampliamente en los 26 años y medio de su largo pontificado como Juan Pablo II, y que llevará a una renovación profunda de toda la Iglesia en su conjunto, comenzando por América Latina, con la inauguración del encuentro de la tercera conferencia general del Episcopado Latinoamericano en Puebla, en enero de 1979, y que traerá, lentamente, como consecuencia, luego de la cuarta conferencia en Santo Domingo (1992) todas las experiencias sinodales continentales que se sinterizarán en las Ecclesia in Africa (14-09-1995), Ecclesia in América (22-01-1999), Ecclesia in Asia (06-11-1999), Ecclesia in Oceania (22-11-2001), Ecclesia in Europa (28-06-2003) y Ecclesia in Medio Oriente (14-09-2012), llevadas a cabo por el mismo Juan Pablo II, las cinco primeras, y por Benedicto XVI, la dos últimas, Africae Munus (19-11-2011) y Ecclesia in Medio Oriente (14-09-2012).
El Papa Francisco da continuidad a este proceso universal de la Iglesia Católica, profundizándolo, en el sínodo de la sinodalidad, y avanza en la aplicación del método inaugurado por San Pablo VI, y continuado por San Juan Pablo II y Benedicto XVI. El aporte original del Papa Francisco es implicar a todo el santo pueblo fiel de Dios en esta nueva dinámica de renovación eclesial. Que la sinodalidad no quede reducida a una cuestión exclusiva de los obispos, sino que, como hizo en su momento Karol Wojtyla, implique a todos los bautizados abiertos a todas la periferias existenciales y geográficas, en una nueva dinámica de compresión de la Fe en relación a la realidad que nos toca vivir en la situación actual. Esto es expresado claramente en el informe de síntesis de la Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, “Una Iglesia Sinodal en Misión”, publicada el 28 de octubre de 2023.
La “Verdad los hará libres” se publica, en plena sintonía y contemporáneamente, con el desarrollo a nivel universal, continental y local, del sínodo de la sinodalidad, entre febrero (los dos primeros tomos) y noviembre (el tercer tomo) de 2023, y es una clara expresión de esta nueva dinámica de la sinodalidad.
Si nos proponemos tener un juicio adecuado de cómo es la situación de la Iglesia contemporánea en relación a la autoconciencia de sí misma y de cómo debe pararse frente a la situación del hombre de hoy podemos leer detenidamente los veinte puntos que contiene el “informe síntesis” del sínodo. Ahí vemos que con el método de “Convergencias”, “Cuestiones que afrontar” y “Propuestas”, que equivalen al “Contemplar”, “Discernir” y “Proponer” de “Soñemos Juntos”, o al “Ver”, “Juzgar” y “Actuar”, de los encuentros de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, la Iglesia Católica Universal Juzga su propia experiencia, y desde ahí se renueva, madura y se propone al hombre de hoy.
3.- ¿Qué significa “la Verdad los hará libres” en el contexto de la Iglesia Contemporánea?
Es una obra maestra, un punto de llegada y de nuevo inicio. No tiene precedentes históricos. Es algo totalmente nuevo. En la introducción del tomo III los cuatro responsables último de este trabajo, los editores, Carlos Galli, Juan Durán, Luis Liberti y Federico Tavelli, dicen al final de la página 20 “La verdad los hará libres significa un nuevo inicio”.
Esta convicción se debe al “método” que han utilizado para llevar a cabo su trabajo. Se implicaron en la elaboración del contenido de estos tres tomos 42 personas, más todos los colaboradores con sus testimonios y apreciaciones sobre lo que “sucedió” en este trabajo de seis años entre la gestación, la coordinación y la elaboración propiamente dicha de cada tomo.
El método ha sido una puesta en práctica de la sinodalidad. Se ha hecho un “juicio” de la experiencia histórica que tuvimos como argentinos en un momento histórico que significó la mayor revolución, o mejor dicho, mutación antropológica, de la historia contemporánea. No sólo de la Argentina, sino de toda la humanidad. El “68” es el año en que se condensan los mayores cambios en la comprensión del hombre desde todo punto de vista, especialmente de la auto comprensión del hombre: si no juzgamos nuestra propia experiencia no podemos madurar ni en lo personal ni como sociedad.
La “audacia ingenua” de la “Verdad los hará libres” ha sido ir a la raíz de lo que sucedió en ese momento entre nosotros. Desde otro punto de vista, es exactamente lo mismo que hizo Karol Wojtyla con “la renovación en sus fuentes”, o Jozef Ratzinger con “la introducción al cristianismo”, Giussani con “el sentido religioso”, Romano Guardini con “el ocaso de la Edad Moderna” y “El poder”, o yendo más atrás en el tiempo, Maurice Blondel con “La Acción”. Esa capacidad de “juzgar” la experiencia marcó hitos históricos que significaron saltos cualitativos en la conciencia personal y comunitaria que nos afecta a todos.
La novedad de esta obra de arte es que es fruto de un “juicio comunional”, es un “poliedro” rico de matices en un diálogo interdisciplinario sumamente profundo. Teólogos, historiadores, sociólogos, obispos, sacerdotes, religiosos, laicos y una multitud de testimonios han generado una puesta en práctica de lo que el Sínodo de la Sinodalidad nos está proponiendo en su “Informe de síntesis – Un Iglesia Sinodal en Misión”.
No lo hacen mirando la realidad desde el balcón sino implicándose desde dentro de nuestra propia experiencia histórica. Un sinceramiento que genera una conmoción profunda de la “realidad humana” de la Iglesia que, sin embargo, es portadora de una “realidad divina”. Cómo se manifiestan las mentalidades, temperamentos, ubicaciones históricas y culturales, tan diferentes y diversas. Lograr unir esa diversidad, ponerla en diálogo, generar una capacidad de juicio sobre lo que hemos vivido, es la “cultura del encuentro” o “el encuentro hecho cultura” de Fratelli Tutti.
4. El poliedro de “La Verdad los hará libres”
Carlos Galli, hace una lectura histórico-teológica de la Iglesia en la Argentina, que nos ayuda a entender la capacidad de juicio que nace de la Fe, a descubrir que los dos mil años de historia de encarnación del cristianismo pueden generar una novedad en una situación tan dramática. Justamente, dentro de esa circunstancia se genera una renovación para toda la Iglesia Latinoamericana y mundial. De esas circunstancias vividas intensamente y en plenitud, con toda su complejidad, surgió la personalidad de Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco. Esas mismas circunstancias son las que forjaron la identidad del nuevo Papa que en Fratelli Tutti recapitula toda esa herencia y la proyecta, de manera madura y profunda, a toda la Iglesia Universal y a toda la humanidad, como nos ayuda a entender el mismo Carlos Galli, en el capítulo 22 del Tomo tres, recapitulación sintética de toda la “Verdad los hará libres”.
El tomo uno se desarrolla con un Juicio histórico hecho por Ricardo Albelda, del proceso argentino desde 1930 hasta 1983, ayudando a hacer memoria objetiva de cómo se configura la relación entre los 53 años de ruptura institucional y los 40 años que llevamos de democracia. Sino vamos al fondo de la comprensión de ese proceso es imposible que consolidemos nuestro presente y que haya un futuro sólido para todos.
Luego está el aporte de Antonio Grande, que nos introduce en la comprensión de la asimilación del Concilio Vaticano II, en América Latina y en Argentina, en el contexto de la década del 70. Ahí comenzamos a entender la novedad de lo que sucedió en la Iglesia Argentina, caso único en el que surge una teología original posconciliar con características propias, vivida colegialmente y en diálogo directo con la dramaticidad del proceso histórico.
Eloy Mealla y Carolina Bacher Martínez caracterizan la experiencia del laicado argentino, sus pertenencias eclesiales y su compromiso temporal, su desgarramiento en el impacto con la tensión ideológica política de sus miembros. De las filas del laicado católico emergen las principales figuras que darán vida a la conflictividad propia de estos años.
Fabricio Forcat y Hernán Giudice describen de una manera magistral las posturas extremas del clero argentino, entre el militarismo y el tercermundismo, y la ideologización de la Fe.
El grupo conformado por Josefina Llach Aci, Zulema Ramirez, María Laura Roges, Soledad Urrestarazu y Marcos Vanzini se sumerge en la vida religiosa, en la sensibilidad social, en el compromiso radical, en la entrega incondicional, y los dramáticos acontecimientos de martirio, sufrimiento, muerte y dolor, en que vivieron los que entregaron su vida en la pobreza, castidad y obediencia a Cristo y a su Iglesia, tan real, tan concreta, tan histórica.
Los testimonios de Casaretto, Hesayne y Giaquinta nos permiten ver la riqueza de nuestro episcopado en la diversidad de sus experiencias, que se complementan con otros diez testimonios de otros obispos, donde se percibe situaciones totalmente diversas ante los mismos hechos, todos juzgando su experiencia desde una clara pertenencia a la Fe. Tienen una riqueza única para ampliarnos la mirada de la complejidad del momento histórico. Como cierre de esta mirada global de los obispos, Guadalupe Mora nos plantea la tensión entre unidad y diversidad que entre el 1975 al 1984 adquirió una intensidad única en la Iglesia Argentina.
El tomo uno concluye con el aporte de Luis Liberti y Federico Ripaldi en la implicación de los católicos en los organismos de derechos humanos. Un compromiso sumamente riesgoso en ese momento histórico y que muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos se animaron a vivir y a comprometerse a ir al fondo en el descubrimiento de la verdad de los hechos.
El tomo II, en su conjunto, coordinado principalmente por Luis Liberte y Federico Tavelli, más el aporte riquísimo de otros autores muestra el proceso histórico del 1976 al 1983, del Episcopado Argentino y la Nunciatura Apostólica con la Santa Sede. A esto lo hace con la experiencia vivida por todos los argentinos desde “el terror”, “el drama” y “las culpas”, donde queda en evidencia que la Fe no es un mero barniz superficial que navega por encima del dolor que vive el santo pueblo fiel de Dios, sino que se implica en sus propias contradicciones, y desde adentro de ese proceso, madura un juicio que le permite renacer desde las cenizas, como ha sido “Iglesia y Comunidad Nacional”. No es la elaboración teórica y abstracta de conceptos doctrinales, sino un juicio que toca la raíz del terror, el drama y las culpas, si lo transfigura en camino de redención.
El tomo tres, con sus 22 capítulos es el fruto más logrado de toda la obra de arte que ha sido “La Verdad los hará Libres”. A través de una amplia variedad de autores recapitula cada uno de los temas tratados y los profundiza desde un juicio nacido de la experiencia de cada uno. Lo que más me ha impresionado ha sido verificar que lo que San Juan Pablo II desarrolló a lo largo de 15 años sobre el santo pueblo fiel de Dios, en Christifideles Laici (30/12/88), Pastores Dabo Vobis (25/03/92), Vita Consecrata (25/03/96) y Pastores Gregis (16/10/03) sobre los bautizados fieles laicos, sacerdotes, consagrados y obispo, en esta obra adquieren una carnalidad, historicidad y concretes, que ayudan a comprender el Misterio que conforma la Iglesia real, concreta e histórica. Ese Misterio de comunión misionera que siempre se está renovando, actualizando, convirtiendo y transfigurándose por la fuerza y la gracia del Espíritu Santo.
De todo el aporte del tomo tres quiero resaltar el último capítulo, el veintidós, escrito por Carlos María Galli porque, a mi modo de ver, recapitula la totalidad de la obra dando un claro juicio histórico y una orientación que sintetiza para los argentinos el magisterio del Papa Francisco, concentrándolo en una propuesta que tiene una total vigencia ante lo que estamos viviendo en estos días, en especial los puntos “la lógica de la aproximación”, “puentes de amor, no muros de odio”, “Los cuatro pilares de la paz” y “la lógica de la sobreabundancia: mucho más”.
Conclusión: Estamos en el inicio de un nuevo período histórico de la Iglesia Católica Universal, y del conjunto de la historia humana. El Espíritu Santo ha suscitado un fenómeno de renovación desde la originalidad que lo caracteriza con carismas y realidades eclesiales que desde un particular bien concreto se proyectan al conjunto y llenan de esperanza a todos por la fascinación que despierta encontrarnos siempre en un “Nuevo Inicio” que terminará en la “Eternidad”.