“Debemos dar gracias por el compromiso de muchos argentinos”

Expresó el párroco Alejandro Mugna en la homilía del Tedeum en la Catedral San Rafael ante la presencia de autoridades locales y provinciales. “Estamos invitados a trabajar como argentinos y como rafaelinos por una cultura del encuentro”, agregó.

Por Emilio Grande (h.).- Este domingo 25 de Mayo se ofició el Tedeum (acción de gracias) en la Catedral San Rafael presidido por el párroco Alejandro Mugna, aclarando que el obispo diocesano Pedro Torres se encontraba de visita pastoral en la localidad de San Guillermo (departamento San Cristóbal) y aprovechó para enviar saludos.

Estuvieron presentes el intendente Leonardo Viotti; el presidente del Concejo Municipal Lisandro Mársico; el diputado nacional Roberto Mirabella; el senador provincial Alcides Calvo; los ediles Juan Senn, Augusto Rolando, Valeria Soltermam, Mabel Fossatti, Alejandra Sagardoy; funcionarios provinciales y locales; abanderados policiales y de las escuelas de nuestra ciudad, pero muy poca gente de a pie.

En la oportunidad, se rezaron la oración por la patria y del tedeum, y el Padrenuestro. A continuación, se comparte la homilía de Mugna:

Esta mañana lluviosa y fría, nos traslada por medio del recuerdo, a muchas celebraciones como esta en patios escolares, plazas, avenidas, iglesias… distintos escenarios, pero los mismos sentimientos de gratitud, de patriotismo y de hermandad; sentimientos a veces opacados por las circunstancias, sin embargo, expresan el anhelo de una patria grande, muy diversa, pero unida por los deseos de prosperidad, de paz y de igualdad basada en la justicia.

La Palabra de Dios que hemos oído ilumina esta celebración de acción de gracias, nos invita a cultivar la esperanza con la mirada puesta en Dios, fuente de vida nueva y plena, y desde nuestro compromiso personal y comunitario, a abrirnos al sueño de un mundo nuevo.

Una memoria agradecida…

Al contemplar nuestra historia, debemos dar gracias por el compromiso de muchos argentinos reconocidos, y de muchos argentinos anónimos, que de diversas procedencias culturales, sociales y religiosas han ofrecido su trabajo, sus esfuerzos y muchas renuncias por un futuro mejor para sus hijos y para las comunidades a las que han pertenecido.

Dar gracias por los acontecimientos que han marcado nuestra historia nacional, en ocasiones muy difíciles, pero que han sido ocasión de crecimiento, oportunidad de superación y de nuevos impulsos. Y siguen siendo todavía hoy un estímulo para crecer en la virtud, como contrapartida a los errores del pasado, como oportunidad para ser una nación “virtuosa y esperanzada”.

Nos dice el Catecismo de la Iglesia que “la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas… practica libremente el bien” (cfr. Catic 1803-1804). San Pablo nos decía en la lectura que escuchamos hoy: “la tribulación (es decir: la prueba, la dificultad e incluso el error) produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza” (cfr. Rom 5, 3-4). Un corazón agradecido siempre aprende del pasado, se compromete con el presente y se abre al futuro con una esperanza renovada, cultivada en el camino de la vida.

El papa León les decía ayer a los empleados de la curia romana: “La memoria es un elemento esencial en un organismo viviente, no se dirige solo al pasado, sino que nutre el presente y orienta el futuro; sin memoria el camino se pierde, se desorienta”.

Discernir nuestro presente…

La memoria agradecida nos mantiene en el camino de la esperanza y nos permite dialogar, encontrarnos con una actitud positiva, de manera que tengamos motivos verdaderos para caminar juntos. El diálogo nos permite discernir para ver mejor el presente y encontrar caminos que transformen de verdad la realidad, que hagan de los desafíos oportunidades para el bien.

Es verdad que no siempre es un camino fácil, pero cuando se enfrenta con grandeza de corazón, las renuncias y las derrotas se vuelven fecundas, adquieren la dinámica del grano de trigo del cual nos hablaba Jesús en el evangelio: “si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24), la soledad y el encierro están contrapuestos a la fecundidad. Dialogar, caminar juntos, discernir no anula el pensamiento ni las convicciones propias o sectoriales, sino que las abren hacia algo más grande, a lo que podríamos llamar “un amasado artesanal” del bien común.

Caminar juntos hacia el bien común de la humanidad…

Animados por las enseñanzas y el testimonio del papa Francisco, estamos invitados a trabajar como argentinos y como rafaelinos por una cultura del encuentro, donde las diferencias puedan convivir complementándose, enriqueciéndose mutuamente. Es hermoso reconocer que de todos se puede aprender algo, nadie es innecesario o prescindible, porque todos tenemos algo para dar. En nuestra ciudad y en nuestros barrios hay muchos testimonios de que es posible hacerlo, es verdad que debemos crecer todavía, y en algunos casos descubrir la necesidad de esta cultura, pero el esfuerzo y el compromiso personal de cada uno hará que cada encuentro programado sea fecundo, y que cada encuentro espontáneo se vuelva ocasión de alegría y esperanza…

¡Cuánto bien nos hace cuando la alegría del encuentro llega antes que las diferencias, y cuando en la despedida, aunque en ese encuentro hayamos perdido algo, nos vayamos con la certeza de haber cosechado más!

No estamos solos, el Señor de la historia camina con nosotros y nos hace hermanos. Pidamos a Nuestra Señora de Luján que bendiga a nuestra Patria y nos guíe como Madre por los caminos del bien. Amén.

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