«De Bobbio a Berlusconi, ida y vuelta»

Las reflexiones de Bobbio, que murió a los 94 años en el 2004, son siempre un buen ayuda memoria para este tiempo desmemoriado: desconfianza hacia la política demasiado ideologizada que divide el universo en partes que se excluyen mutuamente.Por Fabián Bosoer (Buenos Aires)

Cien años del nacimiento del gran filósofo político italiano Norberto Bobbio se cumplen este domingo 18. Coinciden con la vacancia actual de grandes pensadores y el marasmo en el que discurre la política europea (y de más acá) entre otras cosas, por la corrosión de las ideologías y los usos y abusos de poder que ganan estado público.

Allí están para contarlo los italianos, con Berlusconi nuevamente en la picota y el centro de la escena salpicado de escándalos; los franceses, tan lejos del presidente estadista que fue Mitterrand y más cerca de su sobrino, el ministro de Cultura de Sarkozy obligado a explicar sus preferencias sexuales; los españoles, con una oposición conservadora que se descubre transformada en una agencia de negocios, asociaciones ilícitas y festicholas. Los vicios privados, en todos estos casos, parecen ocupar la escena ante la escasez de virtudes públicas, o develando la hipocresía de quienes dicen defenderlas.

Viene bien, entonces, recordar algunas claves del pensamiento de Bobbio, quien supo explicar la distancia entre las promesas de la democracia y los grises y opacidades del ejercicio del poder. Primera lección: el paso de aquellos polvos a estos lodos no es necesariamente el que va de la teoría a la práctica, o de las leyes existentes a su permanente incumplimiento, sino el que va de una realidad indeseable a otra que mejore un poco las cosas.

Definió Bobbio a la democracia como «el gobierno del poder público, en público». Aquí una segunda lección: lo que distingue al poder democrático de uno autocrático es que sólo el primero permite formas de «desocultamiento» por medio de la crítica libre y el derecho de expresión de los diversos puntos de vista. Las reflexiones de Bobbio, que murió a los 94 años en el 2004, son siempre un buen ayuda memoria para este tiempo desmemoriado: desconfianza hacia la política demasiado ideologizada que divide el universo en partes que se excluyen mutuamente; elogio de la templanza, entendida no sólo como actitud y comportamiento individuales sino también como categoría política y virtud social: respetar las ideas de los demás, detenerse ante el secreto de cada conciencia, comprender antes de discutir, discutir antes de condenar.

Fuente: Clarín 16-10-09, Buenos Aires, Por Fabián Bosoer.
Colaboración del Dr. Enrique Marchiaro.

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