Cultura del alma y feminidad

¿Qué mujer quiero ser en el mundo de hoy?

Por Luciana Inés Mazzei.- Desde siempre la mujer ha sido considerada inferior al hombre y, si bien en la actualidad hemos ganado derechos y conseguido un lugar en la sociedad, aún queda mucho por conquistar, especialmente, creo, debemos conquistarnos a nosotras mismas. ¿Y qué significa conquistarnos a nosotras mismas? Preguntarnos qué mujer quiero ser en el mundo de hoy.

Las distintas corrientes feministas nos fueron ganando derechos, pero también nos trajeron al día de hoy donde no tenemos muy claro cuál es nuestro lugar en la sociedad y en nuestra relación con el varón. Hemos conquistado muchos lugares, pero nos alejamos de nuestra esencia femenina. Y sólo podremos llegar a ser mujeres plenas si logramos un desarrollo armónico de nuestras 3 dimensiones (física, psíquica y espiritual), pero también siendo conscientes de aquello que nos diferencia del hombre que es la posibilidad de dar vida.

Nuestra propia naturaleza nos lleva a generar vínculos afectivos con todas las personas con quienes nos relacionamos a diario: familia, escuela, barrio, compañeros de trabajo. No podemos ignorar al que sufre, al necesitado, al hambriento. Renunciamos a nosotras mismas cada vez que alguien nos pide ayuda. Pero el mundo de hoy nos llama a ser egoístas y pensar primero en mí y después en los demás, a costa de perder nuestra propia esencia.

Esta incoherencia que nos propone el mundo nos lleva a tener que vivir eligiendo entre la familia y el trabajo, independencia o dependencia económica, maternidad o profesión, pareja o soltería. Pero el único camino válido para afrontar el mundo de hoy es recuperar nuestra esencia, entrar en nuestro interior y reconocer nuestro propio valor personal diferente al del hombre, pero igual en dignidad.

Vivimos inmersos en una cultura sin alma, donde la tecnología suplanta al encuentro profundo y sincero, se han perdido la proximidad y cercanía tan necesarias para lograr vínculos profundos y duraderos, se perdieron el diálogo, la escucha atenta la confianza mutua. Y en este torbellino, la mujer sabe que tiene una misión y esa misión es devolverle al mundo su alma.

La ideología de género niega la diferencia y reciprocidad naturales del hombre y de la mujer, vaciando de contenido el fundamento de la familia. Diferencias y reciprocidades que se pueden advertir no sólo en la dimensión física de la persona sino también en su dimensión psíquica, su modo de vivir en sociedad y su forma de vivir la espiritualidad.

Por otro lado, la perspectiva de género es una mirada objetiva sobre la realidad del hombre o de la mujer, que pretende derribar los roles machistas que han puesto durante tanto tiempo a la mujer en un lugar de marginación y vulnerabilidad. La perspectiva tiene que ver desde donde miramos la realidad.

Esta marginación y vulnerabilidad a la que fue expuesta la mujer la ha llevado, desde las distintas corrientes feministas, a luchar por ocupar lugares que tradicionalmente fueron ocupados por hombres, pero en esta lucha olvidó que igualdad no es sinónimo de equidad, perdiendo así su esencia femenina. En este sentido podemos decir que lo que hace especial al hombre y a la mujer no son las actividades que realizan cada uno, sino la riqueza que pueden aportar a las actividades que realizan desde lo que cada uno es.

En esta lucha por lograr igualarse al hombre la mujer perdió terreno en su propia conquista. También el hombre perdió porque se siente descolocado en un mundo que antes “le pertenecía”, por ello es imprescindible que ellos también recuperen su esencia, no como “machos”, sino como compañeros. En esta tarea por la equidad ellos tienen un papel preponderante, cada vez que devuelven la dignidad a la mujer en su hogar, en sus lugares de trabajo y en los diferentes ámbitos donde conviven y se vinculan.

Así las cosas, entendemos que sin equidad de género no hay desarrollo posible para la humanidad. Debemos estar unidas la dignificación de la mujer, pero sin olvidar las diferencias que nos complementan con el varón. Es condenable cualquier tipo de violencia contra la mujer, pero también contra el hombre y cualquier ser humano. Será necesario volver al ser original de cada hombre y mujer, promoviendo el desarrollo pleno de todas las dimensiones.

Por todo lo dicho es necesario caminar codo a codo junto al varón para lograr un mundo donde todos, varones y mujeres, tengan igualdad de oportunidades de acuerdo a sus capacidades, sueños y anhelos.

La autora está radicada en Rafaela, es licenciada en Orientación Familiar, maestranda en Orientación Educativa Familiar.

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