“Cuánto agradezco estos 10 años de la vida sacerdotal junto a ustedes”

Destacó el obispo emérito Luis Fernández durante la homilía en la Catedral San Rafael con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, en una misa presidida por el obispo Pedro Torres, destacando al final que “es la primera vez en la historia que Rafaela tiene un emérito y un obispo titular juntos”. Cuando terminó la ceremonia, los presentes fueron a saludar al visitante que volvió a Rafaela luego de dos años y medio.

Por Emilio Grande (h.).- El obispo emérito Luis Fernández celebró sus bodas de oro sacerdotales este viernes a la noche en la Catedral San Rafael de nuestra ciudad, misa que fue presidida por el obispo Pedro Torres y concelebrada por una veintena de sacerdotes de distintas parroquias del extenso territorio de la diócesis de Rafaela (departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio). Recordemos que el domingo último el visitante celebró la misa de acción de gracias en la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús de Banfield en el conurbano bonaerense.

“Doy gracias a Dios junto a todos ustedes por su presencia en esta querida Catedral, donde tuve la gracia de haber sido obispo cerca de 10 años (2013-2022) de los 50 que estoy celebrando de la ordenación sacerdotal en Roma, en el año de la reconciliación, donde el recordado papa Pablo VI había querido realizar en la Iglesia una celebración pentecostal con todos los diáconos del mundo que les tocaba ordenarse en 1975”, destacó Fernández al inicio del sermón.

La ceremonia fue el 29 de junio de 1975 en la plaza San Pedro del Vaticano, donde el pontífice ordenó a 380 sacerdotes de todo el mundo, entre ellos 6 argentinos incluido Fernández.

Luego de la imposición de las manos, “san Pablo VI nos invitó a meditar tres palabras para que se hicieran vida a lo largo del ministerio sacerdotal. La primera fue la vocación, es decir el llamado. El obispo Pedro nos ha invitado en este año santo de la esperanza porque todos somos llamados por el amor misericordioso e infinito de Dios a llevar adelante la vida como una misión, una tarea encomendada por Dios, siendo partícipes y hacedores de una vida nueva que Jesús trajo al mundo con su muerte en la cruz y su resurrección”.

Y agregó: “el acontecimiento de este viernes nos hace centrar la mirada en la vocación al sacerdocio ministerial dado por Jesucristo a los apóstoles para que fueran hasta el fin de del mundo a anunciar la vida nueva para toda la humanidad”.

“El Papa nos habló de las pruebas y lo difícil de la vida actual, pero que cuando se lleva a Jesús en el corazón, es capaz de transformarse, con la ayuda de Dios, no solo en grandes desafíos de cada día sino en plenitud de existencia que llena de esperanza, dando gracias a Dios por la Vida”, testimonió.

Entre las citas de Pablo VI, mencionó que “el sacerdocio es misión, no es para quien está investido de él, no es una dignidad personal, no es un fin en sí mismo; el sacerdocio está destinado al mundo, a la Iglesia, a los hermanos. Enviados para todos, el sacerdocio es esencialmente social. Es un llamado, que se hace mandato programático y fascinante”.

Finalmente, “cuánto agradezco estos últimos 10 años de la vida sacerdotal junto a ustedes, aprendiendo juntos, en medio del Covid, y comenzando la hermosa experiencia de caminar juntos, escuchándolos y discerniendo la realidad que nos llevaba a contemplar y vivir la fraternidad, donde se iba haciéndonos más cercano, entre luces y sombras como le gustaba decir al papa san Juan Pablo II, pero que ha dejado en nosotros ese ardor y fuego del Espíritu Santo, para seguir andando nomás…”, cerrando la homilía con el recordado saludo de “no se olviden nunca viva la Virgen”, ante el aplauso de los presentes.

Providencia de Dios

Antes que terminara la ceremonia, Torres aprovechó también para decir unas palabras: “Luis (Fernández) eligió que rezáramos por la Iglesia particular y el prefacio de la Iglesia particular evoca que la Iglesia es esa parte humanidad empapada en la trinidad. Hoy estamos uniendo el Jubileo de 1975, del 2000 y del 2025. Y tu vida Luis por la providencia de Dios ha estado íntimamente unido al sucesor de Pedro. Vos estudiaste en Buenos Aires y te llamaron para ordenarte en Roma, luego lo ordenó de obispo quien después fue Francisco y fue su auxiliar. Su vida está unida a dos papas y en este Jubileo no podemos dejar de rezar por el papa León XIV. En el corazón de la Iglesia peregrina de esperanza hay indulgencias, que son una invitación a vivir la comunión con el Papa”.

“Es la primera vez en la historia que Rafaela tiene un emérito y un obispo titular juntos; es muy bíblico, los apóstoles iban de dos en dos como Pedro y Juan. Un Jubileo que nos invita a vivir la conversión más hondamente; no es una cosa mágica de cruzar una puerta, es redescubrir al amor de Dios, nada puede separarnos del amor de Cristo. Se ve sacramentalmente presente la Iglesia con el pueblo de Dios y su presbiterio, y esta gracia tenemos que celebrar; es un Jubileo dentro de un Jubileo, con la intención ganar la indulgencia y renovar nuestro compromiso de ser testigos de esperanza”, añadió.

En los tramos finales, el obispo Torres señaló que “Luis es parte de este presbiterio porque pasó por acá y se quedó, se ha desposado con esta Iglesia particular porque ha recibido la plenitud del orden. También sé que (Jorge) Casaretto, que después tuvo otra misión episcopal (de Rafaela fue obispo de San Isidro), reza todos los días por nosotros. Qué gracia que tenemos que valorar y celebrar”.

Cuando concluyó la emotiva y sentida celebración litúrgica, muchos feligreses fueron a saludar afectuosamente al obispo emérito en la nave central del templo mayor de la Diócesis durante varios minutos, recordando muchas anécdotas que vivieron durante casi 10 años con este pastor sencillo y humilde que tuvo la Iglesia particular de Rafaela.

Archivos
Páginas
Scroll al inicio