Por Emilio Grande (h.).- Se bajó el telón de la 14ª edición del FTR18 de este proyecto cultural que trasciende nuestras fronteras locales y hay que mantenerlo, pero se encuentra en una grave crisis institucional.
Más allá de la diversidad de propuestas, elencos, estéticas y poéticas, salas tradicionales y alternativas (se incorporó la Biblioteca Sarmiento, pero está pendiente de uso el Centro Cultural Ben Hur), el hilo conductor de este año fue resaltar de manera deliberada el aborto legal con la expresión más cabal de la utilización de los «pañuelos verdes» en la mayoría de las obras para adultos, sumado al escándalo sociocultural que provocó y sigue provocando la obra «Dios» en los distintos ambientes de la comunidad rafaelina y ha tenido repercusión nacional www.clarin.com/sociedad/rafaela-bailaron-desnudos-panuelos-verdes-imagen-virgen-papa-francisco_0_BJRYVVGNX.html
Si el objetivo era transgredir y provocar para generar un revuelo social, lo lograron largamente. ¿Cuál será el costo político? Incalculable de medir porque el tema está instalado en la mayoría de los ámbitos ciudadanos, a tal punto que para hoy a las 8:00 está prevista una reunión en el Concejo Municipal en la que se tomará un posicionamiento respecto de la citada obra teatral. De hecho Mársico presenta un proyecto de declaración de repudio.
Cuando «Dios» se presentó en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, en la promoción de la obra se aclaró que «puede herir la sensibilidad religiosa, moral e ideológica del espectador. Queda bajo su decisión ingresar a la misma. Prohibida para menores de 18 años». En cambio en el programa del FTR18 no hay ninguna advertencia, solamente la prohibición para menores de 18 años (la letra de la programación es muy chiquita y dificultosa para leer).
Rápido de reflejos, el obispo diocesano Luis Fernández emitió el sábado último un comunicado de prensa, expresando que «considero que la mencionada obra es un agravio al espíritu religioso y que no colabora ni a la pacificación anhelada de nuestra sociedad ni al debido respeto al ejercicio de las creencias que conviven pacíficamente en nuestra patria».
En este contexto, en la mañana de ayer un grupo de laicos católicos (están juntando firmas) junto a dos pastores evangélicos se reunieron con el intendente Luis Castellano, pidiendo «la renuncia de los responsables para sentar un precedente de lo que Rafaela quiere como sociedad para seguir disfrutando del festival de teatro, se definan criterios de respeto y forme una comisión de gente común para elegir las obras para que haya una mirada más amplia».
Anoche en el acto de cierre la secretaria de Cultura del Municipio Popi Sabellotti pidió «sinceras disculpas a los que el festival pudo haber herido y ofendido en sus creencias o en su identidad».
Seguramente, el DEM estará reflexionando sobre los pasos a seguir y no es osado pensar que haya el pedido de renuncia a algún responsable relacionado con la organización de este festival.
Como ya lo había planteado en años anteriores, sumado a lo que pasó con «Dios» y otras obras como «Mis días sin Victoria», urge formar una comisión amplia y plural que incluya a teatristas locales para la selección de las obras para el FTR19.
La gravedad de lo que pasó en esta oportunidad cobra mayor dimensión porque el organizador es la Municipalidad de Rafaela, no un grupo o institución teatral de carácter privado, con lo cual es financiado por el aporte de los contribuyentes rafaelinos con sus impuestos, sumado a los aportes de la Provincia y Nación, auspiciantes y entradas.
¿Cómo hubieran reaccionado los judíos, musulmanes, budistas si este tipo de obras fueran presentadas en países que profesan esas religiones? ¿O cómo habrían actuado los militantes del «colectivo gay, lesbiana, transexual, pro-aborto» si el FTR18 hubiera tomado una postura de «pañuelos celestes» a favor de las dos vidas…?
Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 23/07/2018.