Estamos en la antesala de la Navidad y se puede caer en la tentación que nos propone la sociedad del consumo de quedarnos en los regalos solamente, compartir con familiares y amigos y comer y tomar más que otras veces.
Pero es solamente eso o hay algo más profundo en el sentido de la Navidad –en clave cristiana- en la que el hijo de Dios se hace hombre en una familia de Nazareth hace más de dos milenios.
Al respecto, el evangelista San Lucas relata que mientras se encontraban en Belén le llegó el tiempo de ser madre y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque donde se alojaban no había lugar para ellos… ¿Qué contradicción desde lo religioso, lo político hasta lo social?
Este pasaje bíblico nos hace cuestionar muchas cosas de nuestra vida, especialmente cuando no estamos conformes con lo que tenemos y nos quejamos de “llenos” cuando hay gente que no tiene trabajo digno, está sola y enferma o ha perdido sus cosas a consecuencia de una guerra o catástrofe natural.
Pero la Navidad es la presencia de Dios que viene a iluminar nuestras realidades más dolorosas y oscuras de nuestras vidas.
Hay que dejarse iluminar con la estrella que nace en Belén para que la solidaridad y el amor nos hagan diferentes. Justamente, celebrar la Navidad es creer que la vida siempre tiene sentido y la muerte ha sido vencida con la luz de una nueva esperanza.
Como dice Hernán Etchepare en la liturgia cotidiana: “en la Navidad renovamos todos nuestros deseos porque al ver a un recién nacido surgen cosas nuevas en nuestro corazón, se abre un espacio a la esperanza y nos damos cuenta de que todos los milagros son posibles. Solo nos hace falta tener un alma de niño”.
La Navidad debe ser una oportunidad para cuestionarnos sobre el sentido de la vida que está tan amenazado en nuestra sociedad de hoy con la niñez en riesgo desde el mismo momento de la concepción, el abandono de las personas mayores que nos dieron la vida, la falta de ayuda a los jóvenes y desorientados.
En definitiva, tenemos una mirada cortoplacista y temporal de las cosas de todos los días, pero no hay que olvidar la otra mirada trascendente hacia lo más supremo de la fe divina.
El pesebre de Belén nos puede iluminar a mirar nuestros interrogantes sobre el futuro, el sentido en definitiva de la vida eterna que solamente se encuentra en Dios.
Hubo un antes y un después en la historia de la humanidad a partir de la llegada del Salvador. ¿Habrá un antes y después en nuestras vidas a partir de esta Navidad?
Cuando en la Nochebuena alcemos las copas pensemos por un instante que lugar ocupa el nacimiento del hijo de Dios, ¿o será que no hemos cambiado en nada?
¿Cuál puede ser el sentido profundo de la Navidad?
Se trata del editorial del programa radial "Sábado 100" por Mitre Rafaela (FM 91,9) que conduce Emilio Grande (h.). Cuando en la Nochebuena alcemos las copas pensemos por un instante que lugar ocupa el nacimiento del hijo de Dios, ¿o será que no hemos cambiado en nada?