Por Emilio Grande (h.).- En medio de la crisis terminal que vive la Argentina, la novedad sorprendente del jueves a la noche fue el atentado con el intento fallido contra la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, cuando llegaba a su departamento en el barrio porteño de Recoleta.
El agresor brasileño Fernando Andrés Sabag Montiel, de 35 años, le apuntó con un arma a la cabeza a muy poco centímetros de distancia, pero felizmente no disparó o gatilló sin salar la bala del arma en su poder contra la humanidad de la Vicepresidente, quien se agachó levemente en una reacción defensiva. Enseguida, sus custodios detuvieron al portador del arma Bersa calibre 32, quien tendría antecedentes policiales por delitos de menor cuantía.
La Justicia avanza con la investigación caratulada como “tentativa de homicidio agravado” a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, debiendo determinar los móviles que llevaron al agresor. También por qué motivo fallaron los custodios en el operativo de seguridad porque no actuaron con la debida diligencia para frenar la infiltración de Sabag Montiel.
Este lamentable hecho provocó gran conmoción nacional, lo que generó el repudio de gran parte del arco político en su conjunto como así también de instituciones en todos los niveles, exigiendo una exhaustiva investigación judicial.
Una de las pocas voces contrarias fue la diputada provincial santafesina Amalia Granata, que a decir verdad es la mirada de muchos argentinos de a pie, opinando en su cuenta de Twitter: “Todo armado que pantomima!!! ya no saben qué hacer para victimizarla! Y para que suba en las encuestas! demasiados obvios. Se les acaba la joda del choreo y la corrupción. Vamos Argentina que podemos salir adelante sin estos delincuentes”.
Esta publicación generó rechazo en el bloque del PJ, donde el diputado Leandro Busatto pidió su remoción de la Cámara de Diputados: “No vamos a tolerar convivir con estos discursos antidemocráticos y de odio”.
Me parece que Busatto se olvidó de todos los hechos y expresiones lamentables de dirigentes kirchneristas desde hace casi 20 años, con ataques permanentes hacia los que piensan diferente: la oposición, la justicia, los periodistas y medios de comunicación, y la Iglesia.
Frente a esta gran confusión social por el hecho ocurrido contra Cristina, el presidente Alberto Fernández no tuvo mejor idea que decretar un feriado nacional durante el viernes “para que el pueblo se manifieste en paz en defensa de la vida”.
De esta manera, no hubo actividad en la administración pública, bancaria y educativa (en Santa Fe los alumnos tuvieron clase solamente el lunes pasado por tres días de paro más el feriado…), pero el sector privado decidió trabajar normalmente.
Al mismo tiempo, se generaron movilizaciones en gran parte de las ciudades del país en apoyo a la Vicepresidente y en defensa de la democracia, con epicentro en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, pero también se escucharon voces contra los fiscales y jueces que están investigando a Cristina en la causa Vialidad, en la que Luciani pidió 12 años de prisión, como también cuestionamientos a periodistas y medios de comunicación.
En este contexto, el obispo de Lomas de Zamora Jorge Lugones expresó su preocupación por “una escalada en los discursos de instigación permanente al odio y al desencuentro, en los medios masivos de comunicación, en las redes sociales, y en la dirigencia política y social”.
Los distintos actores sociales, especialmente los que tienen mayor responsabilidad en las decisiones, deben trabajar por la paz social y el bien común de la población por encina de los intereses particulares. Los problemas del país no se solucionan con un feriado nacional, al contrario las instituciones republicanas se fortalecen cuando son respetadas por las autoridades y los ciudadanos, aspecto que no es puesto en práctica por los gobernantes nacionales y sus fanáticos militantes. Con este lamentable episodio del atentado, ¿Cristina buscará victimizarse frente al avance de sus causas judiciales? Son dos cosas distintas, pero que buscan ser mezcladas: por un lado, el frustrado ataque del joven brasileño y, por otro, las respuestas de la Vicepresidente que debe dar en las causas de corrupción. Solamente el amor vence al odio…