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Crisis vial: apenas el 43% de las rutas está bien

Según un informe del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). La falta de inversión y la sobrecarga en los camiones acentúan el deterioro de los caminos nacionales y provinciales.Por D. Cabot y F. Olivera

Sólo el 20% de las rutas provinciales del país está pavimentado. El resto es de ripio, grava o tierra. El número es sólo una parte de una historia que puede asombrar un poco más: el sistema general (rutas nacionales más provinciales) tiene unos 230.000 km de caminos y accesos y, de esa red, apenas el 43% es utilizable todo el año. Analistas internacionales afirmaron que el país debería aspirar cómodamente a ubicar esa condición -que en la jerga se conoce como transitabilidad permanente – en el 66 por ciento. En algunos países de Europa, por ejemplo, supera el 90 por ciento.

El llamado de atención surge de un extenso trabajo del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), elaborado el año pasado por un equipo de profesionales dirigido por el ingeniero Máximo Fioravanti.

Nada tienen que ver en la cuestión los factores climáticos. Los especialistas coinciden en que puede diluviar como en tiempos de Noé, pero que una ruta debería ser transitable en todo momento y en cualquier circunstancia. Así lo reconoció ayer ante LA NACION un consultor internacional que pidió reserva de identidad: «El agua lo rompe todo, pero si falta mantenimiento. Un camino está mal mantenido, se abre una grieta, entra agua y empieza a deteriorarse. Pero una ruta en buenas condiciones puede durar mil años».

El informe del ITBA es, en rigor, un trabajo sobre el transporte de carga. Pero se adentra en un apartado sobre caminos en el que habla de un «deterioro progresivo en la red». Aclara, con todo, que no se trata de un problema nuevo: se han sumado inconvenientes en las últimas décadas. Por ejemplo, consigna que el país tiene hoy la misma cantidad de caminos troncales que tenía apenas sancionada la ley nacional de vialidad, el 30 de septiembre de 1932. «La mayoría de los caminos principales requiere de un salto de calidad y de una acción que prevenga el deterioro prematuro», dice el trabajo.

El problema no repercute sólo en la seguridad vial. Tiene también un costado económico. Julio Crivelli, abogado especialista en obra pública, recuerda a los productores de trigo: «Hay quienes se deciden por ese cultivo porque no se echa a perder, cuando podrían dedicarse a actividades más rentables. Hay productores de leche que se inclinan por otras opciones para no depender de si llega o no el camión».

Falta de inversión

La sistema general de caminos de la Argentina tiene hoy 230.000 km, de los cuales 38.000 corresponden a la red troncal nacional, y 192.000, a la red provincial. De la red troncal, la principal vinculación del país con el exterior a través de los puertos y los corredores, 31.153 km son pavimentados; 5281 km, de ripio, y 2050 km, de tierra.

La red provincial tiene más dificultades: en 192.000 km, sólo 38.800 están pavimentados y 44.800 son de ripio o grava (mejorado con piedra). El resto, de tierra. Existen, además, caminos terciarios de jurisdicción municipal o comunal estimados en 400.000 kilómetros de extensión.

¿Qué causa el deterioro? Primero, la falta de inversión. Pero también transgresiones típicamente argentinas en el exceso de carga de los camiones. El informe cita lo que en el sector se conoce como antepuertos, áreas ubicadas a distancias de entre 20 y 100 km de los puertos. Allí, el camionero que llega con excedente frena y se despoja de lo que le sobra, para descargar después en el puerto con el peso que autoriza la ley. «Existen transgresiones de transportistas que circulan con dos remitos, cada uno con la carga máxima permitida -explica-. Esta modalidad debe contar con la anuencia del cargador y receptor de la mercadería.»

Estas acciones, indica el ITBA, contribuyen a la «depreciación prematura de la red vial involucrada». Los especialistas citan estudios elaborados en EE.UU. sobre cargas y ejes. «Con 10% de sobrepeso en un eje, el daño en el pavimento se incrementa en un 45 por ciento», indica el texto.

Crivelli divide la cuestión en tres: los caminos troncales (rutas nacionales), que tuvieron inversiones, aunque no suficientes; los provinciales, con poco mantenimiento porque los gobiernos carecen del presupuesto adecuado, y los rurales, que son viejos y precarios porque estaban diseñados para soportar camiones con 100 HP y hoy se exponen a unidades de hasta 350 caballos. «La Argentina tiene un problema real de caminos -dice-. No hay una política nacional de caminos desde 1930.»

El informe del ITBA hace un recorrido por la historia. Dice que a principios de los 90 se decidieron otorgar en concesión 9000 km de los corredores más importantes de la red nacional. «Ello permitió desarrollar un conjunto de corredores con un adecuado nivel de mantenimiento y rehabilitación, con buenos resultados en los primeros años, pero que no contemplaron las actualizaciones en mejoras y ampliaciones requerida en algunos sectores.» Luego siguió el desbarranco. «Entre 1998 y 2002 -continúa- se puede observar un proceso de paralización y desfinanciamiento creciente del sistema vial.»

Crivelli agrega que el gobierno actual destinó importantes fondos a la infraestructura vial, pero que no alcanza porque también se necesita el capital privado. «En los 90 hubo mucho capital privado y poco público, y ahora pasa al revés. Hay que lograr la articulación de ambos. Hoy, los contratos sólo contemplan el mantenimiento y tienen las mismas tarifas del 1 a 1. El peaje funciona en todo el mundo, pero está desacreditado en la Argentina: se ha transformado en una mala palabra.»

Por D. Cabot y F. Olivera

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 1 de abril de 2007.

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