Con fuertes ideas propositivas y un tono ligeramente oficialista, la 14º conferencia de la UIA giró en torno a tres ideas fuerza: el análisis del impacto de la crisis internacional en la economía argentina, la discusión en torno al proceso de crecimiento de los últimos 8 años haciendo foco en el rol de la industria y finalmente, los ejes de largo plazo necesarios para consensuar una agenda de desarrollo regional. También se presentaron los 10 objetivos para 10 años de crecimiento de la UIA que apuntalaron la idea de un modelo de crecimiento con inclusión social, competitividad de largo plazo.
En cuanto al primer elemento, la crisis internacional fue analizada desde distintas perspectivas que mostraron visiones diferentes sobre el impacto en la Argentina.
En los que hace a las perspectivas y canales de transmisión de la crisis se osciló entre el pesimismo economicista y el optimismo institucionalista. En la primera mirada, con más pose que contenido, González Fraga fue pesimista en relación al futuro económico nacional mientras que en la segunda lectura, Aldo Ferrer dijo por fin lo que muchos queríamos oír desde un discurso típicamente centrado en los valores del pensamiento nacional y la examen propia sobre los problemas del mundo.
En cuanto a los temas de política económica se partió desde la idea del resurgimiento de la estabilidad, basada en el tipo de cambio real competitivo, para arribar a la importancia del control del impacto sistémico de la crisis en la economía real por readaptación al impacto tecnológico. Reclamando coordinación de la política macro y microeconómica para afirmar el crecimiento y minimizar el impacto de la crisis, Frenkel destacó la preservación del trabajo (logro que se transformó en un caso de estudio mundial) y la producción nacional así como la necesidad de no repetir recetas para encauzar el ahorro nacional hacia la inversión productiva en un contexto de escasez de crédito a nivel mundial. Por su parte Cimoli (CEPAL) destacó el fuerte componente financiero de la crisis y la necesidad de una política contra cíclica ante el supuesto advenimiento de un nuevo ciclo productivo por recomposición tecnológica, aunque no abundó en detalles de cuáles serían sus características.
En un segundo momento se puso sobre la mesa la oportunidad de consolidar el proceso de reindustrialización y desarrollo.
Aquí se analizó el rol indispensable que tuvo la industria en el proceso de crecimiento desde 2002, la situación actual y las perspectivas en momentos de transición. No es difícil suponer que se terminó destacando la necesidad de un rol activo de las instituciones ante la crisis. Por último, con más tibieza que firmeza distintos actores de la gremial empresaria (ADIMRA, COPAL, FISFE, UI Salta, Departamento PyMI UIA) presentaron algunos reclamos y una visión fragmentada que careció de consistencia interna. Temas sueltos como las condiciones favorables de mercado externo hasta 2007, la pérdida de competitividad generalizada en distintos sectores (alimentos, metalmecánica), el requerimiento de políticas públicas como red de contención, un dólar más competitivo, la apertura al diálogo para analizar cómo salimos de la coyuntura, financiamiento para el capital de trabajo, pérdida de puestos de trabajo calificados (debilidad del modelo de crecimiento industrial), necesidad de planes de largo plazo, etc.
Finalmente, se discutió sobre la necesidad de consensuar una agenda de desarrollo de largo plazo conjunta para la región donde pareció quedar claro que estamos pasando del bloque MERCOSUR al liderazgo brasilero. Orientado por un proceso de planificación estratégica, Brasil parece estar tomando más en serio que nunca su rol de líder latinoamericano. Desde una visión geopolítica que reconoce a la integración como la pata clave del modelo de desarrollo, Brasil propuso una agenda de desarrollo conjunta que incluye una visión convergente de largo plazo, planeamiento como herramienta de anticipación y pensamiento autónomo.
Como cierre de la conferencia, se intentó hacer pié en la generación de consensos políticos para el desarrollo. Con poca visón de largo plazo y más enfocados en la coyuntura, los actores políticos presentaron también, ideas sueltas sobre el rol del estado como protagonista del desarrollo: Ambiente de negocios rentable para canalizar el ahorro nacional a las inversiones productivas, tipo de cambio, construir confianza para pelear la crisis; Consolidar la reindustrialización alentando la inversión y la producción en detrimento de la importación; Política pyme, política social; Pensamiento estratégico a largo plazo; fortalecimiento gremial y dialogo como camino para levantar barreras y consolidar mirada de largo plazo sin atentar contra el proyecto nacional.
Claro está que el plato fuerte fueron los anuncios de la presidenta enfocados en el sostenimiento del modelo de desarrollo desde una visión política que explicita claramente sus valores en cada acto de gobierno. En este sentido, predominaron las medidas anticíclicas de fomento a la inversión y el sostenimiento del nivel de empleo como condición no negociable en tiempos de crisis. Al mismo tiempo que, una mirada renovada sobre el rol de la diplomacia argentina, exige la reconversión de las embajadas en agentes comerciales de la industria nacional. Finalmente propuso responsabilidad política para acompañar la responsabilidad social empresaria.
Con todo, la UIA parece haber entendido su rol protagónico como nunca antes. Queda la sensación, de todas maneras, que debe fortalecer sus discurso en la dirección que exige la política: pasar a discutir en la macro y a nivel del proyecto político con criterios que tomen en cuenta que la industria es el elemento dinámico indispensable sobre el cual está montado el modelo K. Ojalá pueda hacer lo mismo que le pide a la economía: no repetir los errores del pasado.
La autora es directora ejecutiva del Centro Comercial e Industrial de Rafaela.