Chávez ahonda las diferencias en un Mercosur que no reacciona

Por Joaquín Morales Solá

El Mercosur ya no es lo que era. Nunca antes pudo resolver definitivamente sus muchos problemas comerciales. Ahora ha entrado campante, además, en un tembladeral político de difícil resolución, que ya mostró una imagen patética: hubo dos reuniones del Mercosur, con protagonistas distintos, en apenas una semana.
La reunión de San Pablo de ayer y de anteayer sólo hará, más allá de la retórica acuerdista y de los abrazos mediáticos, que las diferencias sean aún más profundas. Los otros dos miembros plenos de la coalición del sur americano, Uruguay y Paraguay, venían protestando porque los dos países más grandes, Brasil y la Argentina, tomaron como costumbre definir entre ellos todas las decisiones del Mercosur.
¿Qué solución encontraron Brasil y la Argentina para enfrentar ese planteo? Repetir el sistema cuestionado: reunirse sólo entre ellos para seguir decidiendo en nombre de todos. El eje franco-alemán, por ejemplo, suele definir algunas políticas clave de la Unión Europea, pero la decisión final, al menos en las formas, siempre queda en manos de los 25 países que la integran. El método particular de Kirchner se ha expandido al Mercosur: el poder es para el que lo tiene y no hay que gastar tiempo en remilgos.
Existe, en cambio, un problema real para una cumbre de todos los presidentes del Mercosur: Kirchner y Tabaré Vázquez no podrían reunirse en las actuales circunstancias. Kirchner, presidente pro témpore del Mercosur, se niega a convocar a una reunión de cancilleres para tratar el corte del puente de Gualeguaychú-Fray Bentos, que Uruguay pidió hace más de 15 días. Por el contrario, el presidente argentino decidió llevar el problema de las papeleras al tribunal internacional de La Haya.
Hay en Montevideo, entonces, una generalizada sensación de hartazgo con el gobierno argentino. Botnia podría no paralizar las obras ni siquiera por 45 días, que es el tiempo que está pidiendo, en realidad, el gobierno argentino. El gobierno uruguayo tampoco quiere hacer muchas gestiones ante Botnia. Desconfía de la voluntad de Kirchner para levantar los cortes de los puentes si éstos se llegaran a reproducir luego de un eventual informe binacional sobre los efectos medioambientales de las papeleras.
Sin la paralización de las obras, Kirchner, como dejó claro en declaraciones hechas en Brasil, no firmará el borrador de acuerdo con Uruguay, que ya está escrito y terminado. Necesita la imagen de un triunfo o de un empate, que Uruguay se la niega. La relación entre la Argentina y Uruguay entraría, así las cosas, en un largo período de tensión.
Una presencia importante de la discordia es el propio Chávez, que parece ventear las diferencias. Otro Chávez serpentea por América latina en los últimos tiempos. Aquel líder de hace dos o tres años, más cauto en el escenario internacional y más humilde también, creció en la región con el ímpetu propio del precio del barril del petróleo.
Ni a Brasil ni a la Argentina les cayó bien su presencia radiante en la acotada reunión del Mercosur de Asunción, hace una semana, junto al uruguayo Tabaré Vázquez, al paraguayo Duarte Frutos y al boliviano Evo Morales. Deslizan que fue la presencia de Chávez la que le dio envergadura a esa cumbre para hablar de una ficción: el aporte de Venezuela y Bolivia a la crisis energética de Uruguay y Paraguay. Pero ¿cómo podrían evitar todos ellos, por razones geográficas, a la Argentina y a Brasil si quiere resolver los problemas energéticos?
En última instancia, Kirchner sintió que Tabaré Vázquez le había ganado de mano y le había sacado, justo a él, la iniciativa mediática.
Brasil está molesto por otras razones. Percibe que Chávez comienza a cuestionarle el liderazgo regional y que es una presencia disolvente en América latina. ¿Qué está quedando del proyecto brasileño de unión política e integración económica de todas las naciones del sur americano? Chávez hurga en las contradicciones de la Comunidad Andina de Naciones y declaró su muerte. Anticipó, además, que el Mercosur camina hacia su propia extinción si no cambia rápidamente. El diagnóstico es veraz, pero el líder populista quiere un cambio hacia la dirección que él predica.
¿Es la dirección de los otros? Ni Brasil ni la Argentina quieren un enfrentamiento con Washington y, más aún, se habían comprometido con los Estados Unidos a «contener» a Chávez. Una cosa fue evidente en los días recientes: a Chávez no lo contiene nadie. Uruguay y Paraguay tienen el proyecto subyacente (y a veces ostensible) de firmar un tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Sería el adiós sin gloria del Mercosur.
Tabaré Vázquez no hablará con Bush de un TLC, en la próxima reunión entre ambos, pero negociará una ampliación del comercio entre Uruguay y los Estados Unidos. Es el primer paso del TLC. Paraguay está más molesto que Uruguay con Brasil y la Argentina. Sólo aguarda un llamado de Washington.
Chávez fue el único presidente que asistió a las dos reuniones del Mercosur, la de Asunción y la de San Pablo. ¿Es Venezuela un miembro pleno del Mercosur? No, según los juristas y diplomáticos. Debería firmar antes, formalmente, su respeto a la democracia y a los derechos humanos y su compromiso de destruir eventuales armas de destrucción masiva. Son los reglamentos del Mercosur.
Kirchner, siempre tan poco apegado a las instituciones, dedujo que la voluntad de Chávez de incorporarse al Mercosur significaba ya un compromiso tácito de Venezuela con esos temas. Incorporó a Chávez como miembro pleno del Mercosur sin pedirle nada a cambio. Pero Chávez le pide cosas a cambio de su protección financiera: que Kirchner lo siga en sus delirios pro iraníes y que vote en las Naciones Unidas para que Venezuela tenga un sillón transitorio en el Consejo de Seguridad. Estados Unidos se opone a las dos posiciones del colorido líder caraqueño.
Brasil y la Argentina firmaron hace poco un acuerdo para limitar el comercio después de 20 años de hablar de integración. No han dicho ni una palabra sobre la necesaria cadena integrada de producción. Uruguay no puede exportarle a la Argentina sus bicicletas ni su arroz a Brasil. Encima, ahora los presidentes están impedidos de verse y Chávez mete su petróleo y sus petrodólares en todos los conflictos. ¿Se trata de la extinción lenta del Mercosur? Es, en todo caso, una imagen que se parece demasiado a la muerte.

Joaquín Morales Solá

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 27 de abril de 2006.

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