El derecho laboral y todas las normativas que regulan los convenios colectivos de trabajo no se construyeron de un día para el otro: son el fruto de muchas experiencias, debates y conquistas que se labraron durante décadas, desde hace más de un siglo. Las relacioneslaborales han variado y también las normativas han ido cambiando.
En estos días asistimos a un nuevo intento de un gobierno que pretende avanzar contra derechos de los trabajadores sobre el falso concepto de «modernización», a partir de la falacia de sostener que con leyes más «flexibles» habrá más puestos de empleo. Ese concepto se intentó aplicar en los ’90 y los resultados quedaron a la vista: la «flexibilización» sólo acompañó a una feroz destrucción de empleos formales, que dejó la desocupación real en niveles superiores al 20%.
Frente al entusiasmo que el presidente del Centro Comercial e Industrial de Rafaela y la
Región, Mauricio Rizzotto, expone ante el proyecto de Ley Bases, desde la CGT Rafaela
queremos recordar qué se pretende con esta supuesta «modernización» de las leyes
laborales. Este proyecto propone, entre cosas, extender el período de pruebas de los
trabajadores que ingresan a una empresa de 3 meses a un año (con lo cual los empleados podrían ser despedidos en el mes 12 sin ningún tipo de compensación); autoriza a los monotributistas a tener hasta 5 personas como colaboradores sin ningún tipo deobligaciones de inscripción o aporte de cargas sociales (ésas personas no aportarán a su jubilación, ni a la obra social, ni a ningún tipo de cobertura que los respalde en caso de un accidente de trabajo, ni en caso de enfermedad); elimina del cálculo indemnizatorio las horas extras y bonificaciones especiales; y en una larga lista de «etcéteras» no hace más que quitar beneficios a los trabajadores, a los que pretende seducir con la idea de que sin derechos habrá más trabajo. La frutilla del postre es la desfinanciación del sistema solidario de obras sociales y la desprotección más completa en cobertura de salud y otros beneficios.
La realidad es que sin derechos siempre hay más precarización y menos calidad de trabajo, pero no más puestos de empleo. Los entusiastas de la «modernización» que habitan entre nuestros empleadores rafaelinos y de la región, y de los cuales el señor Rizzotto parecer ser el abanderado, deberían consultar a sus colegas que han presentado procedimientos preventivos de crisis y vienen a golpear las puertas de los sindicatos para pedir «comprensión» y «paz social». ¿Alguno de esos empresarios en crisis estaría dispuesto a tomar empleados cuando tiene sus depósitos colapsados por stocks de productos que no pueden vender, y asisten al peor derrumbe del mercado interno en cinco meses de que se tenga memoria en el país? ¿Son las leyes laborales más flexibles las que generan puestos de trabajo o es un mercado interno dinámico, con niveles de consumo sostenidos por trabajadores y familias de clase media con ingresos dignos, que pueden planificar su economía doméstica sin preocuparse -como sucede ahora- por la mera subsistencia, obligados a pagar alquileres inalcanzables y privándose de cuestiones elementales como la provisión del alimento y el vestido? ¿Qué motivaría a un empresario a tener trabajadores «flexibilizados» si en realidad no los necesita, porque no tiene en qué ocuparlos si no hay salida para su producción?
Nos permitimos parafrasear al presidente de la Nación: no la ven. No ven que lo que
condiciona el empleo no son las leyes que regulan las relaciones laborales, sino el modelo productivo. La falta de modelo productivo, para ser realistas. Escuchamos al presidente del CCIRR hablar con esperanzas de una recuperación que nadie seriamente puede vislumbrar: si tiene cuatro patas y ladra, es un perro y podremos pasarnos la vida esperando que se convierta en gato, pero seguirá siendo perro. En cambio, la misma dirigencia local asiste en silencio a la ausencia total de una política industrial favorable a las pymes de capitales nacionales. No los espanta que el gobierno nacional ni siquiera los mencione en los discursos, ni les dedique un párrafo de consuelo a sus políticas de tierra arrasada que lleva adelante para con gran parte de la sociedad argentina. En cambio, se ilusionan ingenuamente con la promesa de que van a tener trabajadores más dóciles, con la misma sensibilidad social de los patrones de estancia del siglo XIX. Por eso celebran que los trabajadores teman el descuento del día, o la amenaza de las represalias y el despido cuando hay un paro nacional que convoca a ponerle límites a un proyecto que también pone en peligro sus propias unidades productivas.
No la ven. A la tormenta que se abalanza sobre nuestro sistema productivo regional y nacional no la ven. Cierran los ojos con el entusiasmo de quien cree en los espejitos de
colores. El Senado de la Naciòn está tratando el proyecto de la denominada «Ley Bases».
Muchos empresarios dignos, representantes de pymes de todo el país, están concurriendo al Senado para hacer oír su voz, en defensa propia. Entidades como la FISFE y ADIMRA, que son reconocidas por el CCIRR, están en la misma vereda de los trabajadores, planteando ante los senadores que este proyecto no debe prosperar. Y haciéndoselos saber también a los senadores que representan a esta provincia, dos de los cuales parecen muy dispuestos a ignorar todo lo que se les diga desde la región más productiva del país. Lo dijimos el 9 de mayo. Lo reiteramos ahora: el silencio los hace cómplices. El momento de hacerse oír es ahora. Y la voz no puede temblar.
CGT Rafaela: los «retrocesos en la legislación laboral»
Se trata de un comunicado, criticando la Ley Bases y apuntó contra el presidente del CCIRR Mauricio Rizzotto.