Por Emilio Grande (h.).- Además del Día del Trabajador, el 1º de Mayo es el Día de la diócesis en honor a uno de los patronos: san José obrero, el papá adoptivo de Jesús, sumado a la patrona de la Virgen de Guadalupe.
Por este motivo, las 36 parroquias distribuidas en la extensa geografía diocesana (departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio) celebraron esta festividad religiosa, según la modalidad conveniente de cada lugar.
En el caso de la Catedral San Rafael, la misa fue oficiada este jueves a las 11:00 horas presidida por su párroco Alejandro Mugna y concelebrada su vicario Alexis Cardo, pero con escasa concurrencia.
“Hoy celebramos el Día del Trabajador y el Día de la Diócesis. El papa Juan XXIII en 1961 cuando crea la Diócesis, en la bula (el decreto) no menciona ningún patrono, hace referencia a san Rafael, titular de la Iglesia Catedral. Pasado un tiempo, empezaron en la Diócesis a preguntarse quién es el patrono. Entonces, Monseñor Zazpe estaba yendo a las sesiones del Concilio (Vaticano II, 1962-65) consultó esta situación y pidió una entrevista con Pablo VI. Es ahí cuando el Papa con una bula designa patronos a la Virgen de Guadalupe y a san José, figurando como artesano, esposo y confesor de la Virgen María”, destacó Mugna durante la homilía.
Y agregó: “es novedoso este título de confesor en José. Confesor es aquel sin haber dado la vida, no ha llegado al martirio por razones de la fe, pero sí ha sufrido para sostenerse en el camino y dar testimonio de la fe. Es una hermosa dimensión del patrono que tenemos en la Diócesis, la capacidad de sostenerse firme a pesar del sufrimiento para dar testimonio de la fe y para cumplir su misión y vocación”.
Más adelante, Mugna dijo que “el evangelio de Mateo nos muestra, también el de Lucas, como José debe enfrentar muchas situaciones de sufrimiento para cuidar a María y al hijo de Dios, que le fue encomendado como hijo adoptivo, darle el nombre, vinculando de una manera importante la descendencia de David, para que se cumpla aquello que el Mesías sería un descendiente de David”.
En otra parte, “José no sólo trabaja con sus manos, le da el alimento, la ropa, la casa, sino que también se vuelve un exiliado, debe trasladarse de un lugar a otro, estar atento para salir al cruce de aquellos peligros que vayan surgiendo. José es un confesor porque teniendo esta realidad de María y de cuidar al hijo de Dios, sufre calladamente y permanece fiel en los momentos de adversidad”.
“Qué lindo -continuó- es invocar a José con el título de confesor para que nos ayude a nosotros a permanecer fieles, serenos, confiados en la misión que se nos ha encomendado de acompañar a la propia familia, de iluminar distintos momentos de la vida familiar”.
“Este año como Iglesia diocesana se nos invita a profundizar el objetivo donde se nos pide generar espacios para las familias y los jóvenes de escucha y acompañamiento. Muchas veces el sufrimiento nos espanta un poco y quisiéramos que no nos toque en la familia, los jóvenes, la Iglesia y la comunidad. San José nos enseña que permanecer con esperanza en el sufrimiento nos hace confesores de la fe, generando espacios de crecimiento y maduración a los jóvenes y a la familia implicará permanecer silenciosamente con esperanza ante una realidad de sufrimiento que no podemos cambiar”, concluyó el párroco de san Rafael.
Origen de los patronos
Como novedad encontrada en el archivo del Obispado de Rafaela, el Consejo Diocesano de Pastoral difundió un subsidio (documento) sobre el origen de los dos patronos diocesanos. Como se pensaba que era san Rafael, el primer obispo Vicente Zazpe mandó una carta a la Santa Sede en noviembre de 1964, pidiendo luz sobre este tema.
La respuesta fue que “ustedes tienen que decidir de acuerdo al canon 1278 del Código de Derecho Canónico, quién va a ser el patrono y pedirlo”. En ese marco, el Obispo hizo una consulta a la Diócesis y salieron elegidos, por las parroquias de aquel entonces, la Virgen de Guadalupe y san José.

Respuesta de la Sagrada Congregación de Ritos de la Santa Sede al pedido de Vicente Zazpe para nombrar patronos de la Diócesis a la Virgen de Guadalupe y san José obrero en 1965.
Cuando Zazpe fue en 1965 a la última sesión del Concilio Vaticano II pidió una audiencia con Pablo VI en la que “le imploró que nombrara patronos de la Diócesis a la Virgen de Guadalupe y a san José”. La respuesta fue una carta del 13 octubre de 1965, declarando el patronazgo, como patronos principales a la Virgen de Guadalupe y a san José, artesano, esposo y confesor de la Virgen, según el decreto en latín.
Al año siguiente, el 7 de diciembre de 1966, el obispo diocesano convocó a una misa el día 11 de diciembre de ese año en la Iglesia Catedral, que él presidió, y fue predicada por el vicario general Antonio Brasca, donde la Diócesis declaró oficialmente el patronazgo.

La convocatoria del obispo Zazpe al pueblo de Dios para establecer canónicamente los patronazgos el 7 de diciembre de 1966.
“La providencia nos regala en este año jubilar celebrar 60 años de esta decisión del papa san Pablo VI, a pedido de monseñor Zazpe, nuestro primer obispo. Entonces la invitación es sumar a nuestra acción de gracias en este año jubilar, a la fiesta patronal de nuestra Diócesis, este sentido agradecimiento a Dios de la compañía y cuidado desde el cielo de la Virgen de Guadalupe y de san José, el 1 de mayo, justo en el día de san José obrero. Considerando, además, que este año se cumplen los 70 años de la declaración (del papa Pío XII) del patronazgo de san José sobre el mundo trabajador, porque fue el primero de mayo de 1955. Por ello, podemos concluir que, a nosotros nos toca ser aprendices de José”.