Numerosos fieles y sacerdotes de las comunidades de Villa Unión, Guandacol, Famatina, La Rioja, Nonogasta, Vichigasta, Anguinán, San Miguel, Chilecito, Vinchina y Chamical participaron el sábado 29 de julio de la celebración de los mártires riojanos en Sañogasta, el pueblo de Wenceslao Pedernera.
La misa fue presidida por Dante Braida, obispo de La Rioja, y concelebrada por un gran número de sacerdotes llegados a esa localidad de la provincia.
Organizaron la fecha conmemorativa miembros de las parroquias del Decanato Oeste de la diócesis.
En la homilía, al recordar a Wenceslao, monseñor Braida explicó que el servicio al Evangelio del beato mártir “tiene que ver con ayudar a los demás en todo lo posible”
“‘El que quiera ser primero que se haga servidor de todos’, dice el evangelio de Marcos. En el de san Juan, el servicio a Jesús implica también ‘dar la vida’ por Él”, explicó.
¿En qué percibimos el servicio en la vida de Wenceslao?”, se preguntó, y respondió: “Compromiso en la vida de familia, organización campesina en cooperativas, en trabajar la tierra, en tender una mano al que pedía ayuda. Luchar contra las injusticias de este mundo”.
Monseñor Braida destacó que “ese mismo servicio llegará al extremo de dar la vida como Jesús, en una entrega martirial”, y puntualizó: “Muere como testigo del Evangelio que leyó y al que creyó cómo fuente de vida plena”.
Coca, la esposa de Wenceslao, no pudo estar presente por un pequeño problema de salud; sí lo hizo Estela, su hija menor, quien presentó un tríptico con paisajes riojanos y las reliquias de los cuatro mártires. Ese tríptico encabezó la procesión posterior.
Luego de la misa, con muchos signos presentes de cada parroquia que participó, se realizó la procesión hacia el colegio San Pablo. En su transcurso, se transmitió un semblante de Wenceslao en cada estación.
Llegando con cantos al predio mencionado, todos los peregrinos compartieron un rico locro, con la debida atención del personal y alumnos del mencionado colegio. Como cierre, distintos números artísticos alegraron ese hermoso encuentro en la fe.
La procesión tuvo dos momentos importantes: uno frente a la casa de Toty Ortiz, vecino que llevó a Wenceslao al hospital en la noche de su asesinato; y otro frente a la casa de Coca y Wenceslao, donde se bendijeron las manos, pidiendo a Dios que lo escuchado en la Palabra se hiciera obra en los presentes y, por medio de ellos, para los demás.
Los sacerdotes de la animación y pastoral bíblica de la Comisión Episcopal Argentina (CEA) animaron uno de esos momentos.
El rincón de los niños otra vez se hizo presente también, con dibujos acerca de la vida de los mártires contada para ellos.
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» Texto completo de la homilía
Fuente: https://aica.org/