CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 9 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Se ha publicado una carta, hasta ahora inédita, de Pío XII al presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, en la que pedía evitar los bombardeos contra Roma e Italia, pues esa nación se encontraba «completamente encadenada».
La misiva se ha presentado en una exposición sobre los 90 años de la presencia en Roma de los Caballeros de Colón, albergada por los Museos Capitolinos, e inaugurada en la tarde de este miércoles por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado; Gianni Alemanno, alcalde de Roma; y el Caballero Supremo, Carl Anderson.
Pío XII escribió la carta a Roosevelt el 30 de agosto de 1943, después de las trágicas semanas que siguieron al primer bombardeo de Roma.
El Papa explicó al presidente que en esos momentos no tenía sentido discutir sobre qué política podría seguir Italia, pues no tenía ninguna capacidad de reacción.
La carta, escrita con tonos de imploración para evitar más lutos, se encontraba custodiada en el archivo de los Caballeros de Colón y ha sido publicada con titulares en primera página por «Il Messaggero», que la acompaña por un análisis de Franca Giansoldati, vaticanista de ese diario romano.
La carta está escrita tras el desembarque de los Aliados en Sicilia. «La capital se encontraba bajo shock por las consecuencias de 200 cazabombarderos en algunos barrios. El resultado era durísimo: tres mil muertos y once mil heridos».
Cuando la céntrica plaza de Roma de San Lorenzo fue bombardeada, el Papa salió del Vaticano para dar ánimos en ese mismo lugar con la población aterrorizada.
En este contexto devastador, Pío XII tomó papel y pluma para dirigirse personalmente a los Estados Unidos. Pedía que se ahorraran a Roma ulteriores bombardeos, evitando además golpear las estructuras eclesiásticas, que eran las únicas que seguían ofreciendo asistencia a la población.
No es casualidad el que la carta haya aparecido en los archivos de los Caballeros de Colón, el movimiento católico con el mayor número de miembros en el mundo, presente en Italia desde 1920 por voluntad de Benedicto XV.
«En el frente diplomático, la sede romana de los Caballeros de Colón, durante la guerra desempeñó un papel decisivo, llenando la ausencia de relaciones diplomáticas entre el Vaticano y los Estados Unidos», explica Giansoldati.
Publicamos la misiva que aprece en las páginas 156 y 157 del catálogo de la exposición sobre la historia de los Caballeros de Colón en Roma, que lleva por título «Everybody welcome, everything free», lema de esta comunidad cuando llegó a Italia por primera vez durante la primera guerra mundial.
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Excelencia:
Los recientes acontecimientos han centrado naturalmente la atención del mundo sobre Italia y se ha dicho y escrito mucho sobre la política que podría o debería seguir el país según sus intereses. Demasiado. Tenemos miedo de que se haya dado por su puesto el que el país sea totalmente libre para seguir la política de su elección. Nos deseamos expresar a Su Excelencia que tenemos la convicción de que eso está muy alejado de la realidad. No Nos cabe la menor duda sobre el deseo de paz y su realización a través de la conclusión de la guerra, pero en presencia de fuerzas excepcionales que se oponen a esta solución, incluso a la declaración oficial de este deseo, Italia está totalmente encadenada, sin los medios necesarios para defenderse.
Si en estas circunstancias Italia se viera todavía obligada a soportar los golpes devastadores contra los que está prácticamente indefensa, Nos deseamos y rezamos para que los jefes militares hagan lo posible para ahorrar a los civiles inocentes, en particular a las iglesias e instituciones religiosas, las devastaciones de la guerra. Ya tenemos que contar con profundo dolor y pesar estas imágenes muy evidentes de las ruinas de las ciudades italianas más importantes y pobladas.
Pero el mensaje de garantía que nos ha dirigido Su Excelencia sostiene nuestra esperanza en que, incluso ante las experiencias más amargas, las iglesias y las casas construidas por la caridad cristiana para los pobres, los enfermos y los abandonados de la grey de Cristo, puedan sobrevivir al terrible ataque. Que Dios, en su piedad y amor misericordiosos escuche el llanto universal de sus hijos y les permita escuchar la voz de Cristo que grita: «¡Paz!».
Con alegría manifestamos nuevamente a Su Excelencia nuestros mejores y sinceros deseos.
Vaticano, 30 de Agosto de 1943
Pío PP XII
Artículo y traducción de Jesús Colina