Por Emilio Grande (h.).- En la tarde de ayer se rezó una misa en la Capilla del Hospital, presidida por Alejandro Sola (vicario de la parroquia Sagrado Corazón), para celebrar la fiesta de Santa María Magdalena, organizada por “Amigos de la Capilla Santa María Magdalena”, en este templo que quedó desbordado de público.
El Papa Francisco elevó la antigua memoria litúrgica al grado de fiesta en 2016 y a Magdalena al rango de apóstol. En la oportunidad, se expuso la reliquia de la Santa traída desde Francia por el rafaelino Juan Manuel Sara, quien vive en Alemania y es el responsable de la Fundación San Juan.
Después de la crucifixión de Jesús el Viernes Santo, en la madrugada del domingo siguiente María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Mientras lloraba porque “se han llevado del sepulcro al Señor”, escuchó primero a dos ángeles vestidos de blanco y luego al propio Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”… Después de reconocerlo al ser llamada por su nombre, Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre”. Entonces María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras (Jn 20, 1-3. 11-18).
Después de la proclamación de este evangelio, el sacerdote Sola expresó en la homilía que “celebramos la fiesta patronal de esta capilla y siempre que celebramos a un santo celebramos a un hermano nuestro que hizo carne en su vida el amor de Jesucristo al hacer el camino propio del evangelio, y quizás está gozando de esa herencia eterna que Dios nos promete a todos, la gran fiesta del cielo”.
Y agregó: “María Magdalena fue discípula de Jesús en una época donde las mujeres no eran discípulas de los maestros; Jesús se lo permite, le da esa posibilidad y abre espacios nuevos para la mujer que en ese momento no existían; fue una de los primeras testigos de su resurrección. Previamente Jesús había muerto en la cruz por amor a nosotros, le ganó la pulseada a la muerte y esa vida nueva tenía que ser anunciada, es el corazón y centro de nuestra fe. El Dios que nos ama es más fuerte que el pecado y la muerte”.
Comparó el dolor de María Magdalena frente al sepulcro con los que sufren en el Hospital: “estamos en un lugar muy especial, es el Hospital de la ciudad y de la zona donde hay muchas situaciones de enfermedad, dolor, sufrimiento e incluso de muerte. Qué providencial y hermoso que exista un signo religioso (por la capilla) y nos recuerda a este Dios que está vivo”.
Más adelante, Sola dijo que “esos dos ángeles que van preparando el encuentro de María Magdalena con Jesús podemos ser nosotros también, para ayudar a nuestros hermanos que están sufriendo o tienen un familiar que sufre en el Hospital con nuestra cercanía, atención, escucha y oración para decirles no estás solo, Jesús te está acompañando, Dios está vivo y al lado tuyo”.
“Me animo a hacerles esta propuesta: vengamos a este espacio cuando necesitemos, a rezar y a presentar al Señor nuestras intenciones y súplicas; hay que animarse para acercarnos a nuestros conocidos, familiares y amigos que están sufriendo, pero quizás otros que no conocemos y están en la guardia, en la sala de espera o en alguna habitación para decirles yo voy a rezar por vos, no están solos, Dios los acompaña. Esa sola presencia nuestra como la misión de María Magdalena puede devolverle la esperanza, la luz y la fuerza para seguir caminando”, concluyó.
Al final de la misa se rezó una oración dedicada a la santa: “Señor nuestro, que quisiste que Santa María Magdalena fuese la primera en recibir de tu hijo unigénito la misión de anunciar el gozo pascual, concédenos, por su intercesión, que siguiendo su ejemplo demos a conocer a Cristo resucitado y merezcamos contemplarlo reinando en tu gloria. Amén”.
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Durante la ceremonia se anunció que la próxima misa será el viernes 30 de agosto a las 15 horas, recordando que todos los sábados a las 17 horas se reza el santo rosario en esta capilla casi centenaria del Hospital.