Los hombres del campo, esos de durezas en sus manos, por labores bajo soles, lluvias y sequías, están descubriendo que enfrentan a una raza de lacayos politiqueros.
A esos que no comprenden que deben buscar el bien común, esencia de la política que no admite discusión alguna.
Politiqueros que no advierten, que este bien común, es el recurso que necesita el ciudadano para vivir comunitariamente, con la dignidad que ellos no conocen.
Las prebendas, las ventajas personales, el manejo en su provecho de supuestos ideales e intereses, lastiman tanto al campo como a la sociedad toda.
Fueron elegidos o nombrados en sus cargos, para servir al bienestar de la Nación y hoy como nunca, al pretender incrementar la “caja”, se les cae la careta “lacayuna” de la ambición de poder y puestos para usufructo propio y de sus amigos de turno.
La carencia de ética y conocimiento de los problemas sociales los lleva a ser meros levanta manos, hermanos de ausencias y “rabonas” legislativas o ejecutivas.
No son apóstoles del bien y logran que la política sea una mala palabra a la luz de sus enriquecimientos. El altruismo político ha perecido ante la maquinaria ruin de cuidar puestitos e ingresos personales, como ungidos por un poder distinto del pueblo que los votó. El campo y sus hombres, sufren las bajezas, intrigas y maniobras de los acomodaticios, que llaman en su defensa a quienes han rentado con planes sociales y prebendas varias.
Hay que enfrentarlos con la nobleza de los rostros curtidos y las manos ásperas de quienes ganan el pan con sudor. Esto vencerá a los amigos del dinero fácil, los ególatras que se sirven a si mismos: Los politiqueros de discursos vacíos.
Para bien de la Patria, debe cesar la política del servicio personal de los que solo quieren perpetuarse en el poder a “costillas” de otros.
Lic.Francisco Scolaro
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