Por Liana Friedrich.- ¿Qué otras palabras de elogio a esta «Breve sinfonía» literaria puedo agregar, después de que grandes íconos de las letras, como los Dres. Jorge Taverna Irigoyen y Beatriz Villacañas Palomo, le han dedicado en su Prólogo y Prefacio, respectivamente?
Por mi parte, voy a comenzar abordando la obra desde el punto de vista formal (continente):
El «programa» de esta Sinfonía se compone de cuatro partes o movimientos: Allegro, Adagio, Minuetto y Finale. Tal como sus nombres lo expresan, el 1º es de un tono rápido y gozoso; el 2º, más lento y serio; el 3º moderado y esperanzador en su temática, y el 4º como la palabra lo indica, destinado al fin de la vida terrenal con vocación de trascendencia, a través de la Cruz salvadora.
Pero a la vez, cada uno de los movimientos o etapas de esta sinfonía, comprende 4 (cuatro) cuentos. Veamos: ¿cuál es la simbología de este número? Tradicionalmente son 4 los elementos: tierra, agua, aire y fuego. Pero en la mística cristiana el Génesis, por ejemplo, describe que en el Jardín del Edén nacen 4 ríos que indican laos 4 puntos cardinales; además son 4 los Evangelios canónicos (según Mateo, Marcos, Lucas y Juan); en el Apocalipsis son cuatro los jinetes: guerra, hambre, peste y muerte (flagelos que desde siempre padeció la humanidad, pero especialmente durante este siglo XXI que estamos transitando).
Y los «otros cuentos», son nada menos que 8, el que resulta ser múltiplo de 4. Bueno, pero sucede que también hay sinfonías que se desarrollan en 5 movimientos, así que esta parte correspondería al 5º…Los volúmenes serían los instrumentos de la orquesta literaria, y sus intérpretes, los lectores, pero el Gran Maestro de esta obra narrativo-musical, interdisciplinariamente hablando, es el egregio escritor, laureado múltiples veces, Adrián Néstor Escudero.
En numerología, el 4 indica fuerte sentido del orden y de los valores. También es el símbolo de la creación, de la atención al detalle, de la lucha contra los límites, del cumplimiento de las obligaciones, cualidades que le auguran éxitos al gestor de esta antología narrativa.
Con respecto a la brevedad formal que presentan sus escritos, el término microrrelato -utilizado por primera vez en 1977 por el mexicano José Emilio Pacheco para referirse a sus Inventarios- es el más extendido, pero no el único: es también denominado microficción, relato mínimo, narración ultracorta, relatos vertiginosos, microcuento, historia mínima, relatillo, cuentín, brevicuento, relato hiperbreve, cuento gnómico, cuento en miniatura, relato microscópico, minicuento…(algunas denominaciones bastante hilarantes, por cierto).
Aunque los orígenes de este tipo de textos se remontan al comienzo de la literatura (narraciones brevísimas ya han existido en las composiciones de los sumerios, en los textos bíblicos, en la tradición árabe y también en la narrativa oral de África), la pasión por ellos es palpable desde finales del siglo XX. Sucede que la aparición de Internet y la acelerada forma de vida que llevamos, han cambiado radicalmente nuestra manera de leer y de comunicarnos. El crítico argentino David Lagmanovich destaca como sus precursores a Rubén Darío, Alfonso Reyes y Leopoldo Lugones, relacionados con el simbolismo e inicios del modernismo, aunque también a Vicente Huidobro, Macedonio Fernández, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna, vinculados más con las vanguardias. Pero fuera del contexto hispanoamericano, tuvo repercusión la obra literaria del estadounidense Edgar Allan Poe y el francés Charles Baudelaire.
En cuanto a narratividad, ficcionalidad y brevedad, el microcuento, aspira no sólo a la perfección acabada, sino a una condensación hermética, así como el cuento propiamente dicho, pero más potenciada. Otro crítico, Carlos Pacheco, asegura que la brevedad promueve otra serie de características fundamentales: intensidad de efecto, concisión, y rigor. Y es que cuando Shakespeare, en Hamlet, afirmó en boca de Polonio que la brevedad era el alma del talento, ya sabía lo que decía. Porque en esta sociedad globalizada, dominada por la tecnología, donde Internet parece ser la ventana en la que todo se muestra al descubierto, el microrrelato es una excepción: es la isla del tesoro, es la cueva de Alí Babá, es en palabras de Andrés Neuman, el género que mejor sabe guardar un secreto. Y por eso nos encanta, porque todos en mayor o menor medida escondemos uno…
El tercer cuento del cuarto movimiento, el que da título al conjunto narratológico: «Breve sinfonía», dedicado «A la hermana muerte», resume en esencia todas las características arriba apuntadas, a la que se añade un final sorprendente y estremecedor: Breve sinfonía es la vida, que el ancestral Maestro dirige con su inefable batuta, para conducirla con los acordes finales, hacia límites insospechados…
Si recorremos el «Apéndice II», titulado «hacia el recuerdo de la primera edición gráfica de ‘Breve sinfonía (y otros cuentos)’ (1990), Disertaciones y referencias», nos encontramos con una recopilación de las palabras de elogio que otros figurones de la literatura, le dedicaran, tales como: Graciela F. de Cocco Y Osvaldo Valli, quienes se refieren a «Los caminos de la creación»; Edith Caliani de Villordo, la que resume su contenido dirigiéndose «Hacia una sinfonía de lo vital», mientras que Nora Didier de Iugman considera al libro como «Un universo de lo vital». En sus concepciones introductorias a esta pieza literario-musical, encontramos estudios críticos muy interesantes.
Adrián Néstor Escudero es uno de esos escritores que reedita sus obras narrativas, pero siempre encontramos algún ingrediente nuevo: reescribe en parte sus cuentos, agrega otros relatos…Sus libros constituyen algo así como la versión actual (para adultos) de «La historia interminable» de Michael Ende…pero así pone de manifiesto el deseo de perfección que impulsa su genio literario.
La narrativa es un género que ha venido transformándose, ya desde los inicios del siglo XIX, para solaz de una burguesía naciente… Porque en realidad el ser «mutante» ha sido el lector, y en este caso, el escritor es capaz de percibir este fenómeno y de seguir sus pasos. De ahí que su «Breve sinfonía…» presente las tramas más variadas, los personajes más exóticos y los finales más angustiosos o sorprendentes. Muchas veces nos preguntamos si la misión del escritor es «concientizar» o simplemente «entretener». En el caso de Adrián Néstor Escudero, curiosamente se producen ambos efectos en el lector, pues sus libros constituyen el soporte ideal para ayudar a la gente a pensar, para hacerle entender que hay muchas formas de interpretar la vida: la terrenal, pero con esperanza de salvación en la divinidad. Es así como en sus ficciones podemos encontrar desde algo que nos divierta o nos entretenga, hasta un fenómeno formador e incluso transformador. Y por supuesto, un vehículo para canalizar las emociones.
La autora es profesora y escritora.