Por Emilio Grande (h.).- «Hoy celebramos el misterio del comienzo de la existencia humana del Hijo de Dios en el seno virginal de María, el amor inmenso de Dios por el hombre que lo lleva a ser partícipe de la condición humana para unir a la vida plena. Es la primera paradoja que nos llena de asombro, el Dios grande se hace pequeño en el seno de María», destacó el obispo Carlos Franzini en la homilía.
Anoche presidió la misa concelebrada con todos los sacerdotes de la ciudad ante una multitud en la iglesia Catedral San Rafael, en el marco de la Fiesta de la anunciación del Señor y del Día del Niño por Nacer, y en el contexto del Año por la Vida propuesto por la Conferencia Episcopal Argentina.
Durante la celebración fueron bendecidas las mujeres embarazadas como signo elocuente del aprecio y el cuidado que ha de brindarse a la vida humana “escondida” en el seno materno.
Y agregó: «En este día alabamos a Dios para darle gracias por su amor, reconocer la gratuidad de todos los dones que de El recibimos, que se condensa en su propio hijo entregado por nosotros».
También hizo referencia a la jornada del niño por nacer que «comenzó en Argentina y lentamente se fue extendiendo a otros países. Celebramos esta fe que la Iglesia profesa en la vida humana que late en el seno de la madre desde el primer instante de la concepción. Nueve meses antes del nacimiento del Señor ya existía el Hijo de Dios en condición humana. Esta afirmación se ve confirmada por los datos de la ciencia más reciente, que nos dice que desde el primer instante de la concepción hay vida humana en el seno de la madre. Por eso la Iglesia cuida la vida humana desde la concepción hasta su fin natural».
EUFEMISMOS
En un extenso sermón que duró más de 20 minutos, el obispo diocesano dijo que «en este tiempo de avances tecnológicos y científicos la vida humana se ve amenazada cuando se quiere negarla desde el primer instante de la concepción con eufemismos que esconden torpeza o ideología, se quiere hablar de realidades que mitigan la tragedia del aborto para dar muerte a una persona humana».
«No hacemos un juicio de valor -continuó- sobre las personas concretas que atraviesan por esta terrible situación, sí un juicio de valor profundamente negativo de aquellos que quieren cambiar el orden de las cosas hablando de interrupción del embarazo para no decir aborto, de derechos supuestos de la mujer frente a los derechos reclamables del niño por nacer. Ante el flagelo del aborto nos damos cuenta lo que está bien y lo que está mal, lo que es verdadero y lo que es mentira, distinguir pecado y pecadores».
Más adelante, sostuvo que «la Iglesia quiere alertar sobre la gravedad de lo que está en juego cuando se tiende a restarle gravedad moral y jurídica a la tragedia del aborto, cuando se quiere solucionar un mal con otro mal más grave todavía. Pedimos a Dios que toque el corazón de todos, pero especialmente de los que tienen más responsabilidad en la decisión de las grandes orientaciones de nuestra vida social, política, cultural para que seamos fieles a la verdad y a la conciencia».
ADICCIONES
En otra parte, monseñor Franzini señaló que «queremos comprometernos contra el flagelo de las adicciones: el juego, el alcohol, la droga, y por eso desde la Iglesia venimos haciendo un camino pastoral para dar respuesta a esta problemática. Queremos velar por la vida sobre aquellas personas que se ven violentadas siendo llevadas al ejercicio de la prostitución que denigran la vida humana. También acompañamos a las madres que quedaron embarazadas a veces contra su voluntad para que puedan tener el gozo de recibir ese hijo y que nunca sea motivo de dolor y rechazo».
Además, mencionó los pasos para formalizar la constitución de Grávida: «Este servicio que en distintas diócesis del país brindan con un trabajo genuino, seguramente insuficiente, en favor de las madres embarazadas contra su voluntad».
Y fue más allá en sus dichos: «atenta contra la vida el que aborta, el que tortura, el que mata de hambre, el que niega derechos básicos a la persona, el que oculta la posibilidad de realizarse a otro, el que le cercena su libertad de expresión, el que lo condiciona, lo abruma o lo tapa».
En los tramos finales, el titular de la diócesis de Rafaela pidió que «cada uno haga una renovada opción en favor de la vida, la familia, la escuela, el trabajo, los medios de comunicación social, la vida en sociedad para que sean ámbitos en que cada uno sea apóstol y testigo anunciador de la vida».
Respecto a este año electoral remarcó que «a la hora de votar seamos coherentes en lo que creemos y exijamos a los representantes del pueblo que definan su postura sobre cuestiones esenciales. No sea que ocurra lo que nos pasó no hace mucho tiempo cuando algunos legisladores se destaparon promotores de valores e instituciones que nunca antes habían defendido».
Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 26 de marzo de 2011.