Por Javier Zanetti.- Los favoritismos son peligrosos, lo sé. Pero si llegamos como candidatos es porque el recorrido que hizo la Argentina hasta la Copa del Mundo estuvo lleno de méritos. Y eso me gusta. Converso con mucha gente de distintos lugares del mundo y casi todos me dicen que somos candidatos. Me entusiasma ese reconocimiento, se lo ganó la selección. Argentina acredita razones para avanzar hasta los tramos finales del Mundial. También Francia, Brasil, España y Alemania, que para mí también integran ese lote, pero advierto que, cuando la visión de los especialistas y de los hinchas se pone más aguda, la lista se reduce a Brasil, Francia y nosotros. Y me provoca orgullo. Como también me llena de satisfacción la cantidad de gente que aquí, en Doha, elige alentarnos. Son ciudadanos de Nepal, de Bangladesh, de Filipinas, de Malasia… y lucen felices nuestros colores. Van de celeste y blanco por las calles de Doha. Y también sé que mis ‘vecinos’ nos apoyan. Sí, en Italia hay decepción, claro, nuevamente no estarán en la Copa, pero muchos me comentaron que, sin la Azzurra, estarán con la Argentina. Bienvenida toda esa energía.
La Argentina es un equipo atrevido, pero consciente. Peligroso, pero precavido también. Agresivo, y astuto para entender qué le conviene hacer según los pasajes del juego. Eso habla de la madurez que alcanzó. Y aquí aparece la gestión del cuerpo técnico, que les instaló el valor de la humildad. El mensaje del equilibrio.
Desde que la selección ganó la Copa América en Brasil, nada cambió. Y esa es una garantía de compromiso. No hubo relajación, ni deportiva ni emocional. ¿Ustedes vieron algún gesto de soberbia o de vanidad desde que se coronaron en el Maracaná? No, nunca. ¿Percibieron que dejaran de exigirse en algún partido porque habían conseguido una conquista que por muchos años se le venía negando al país? Tampoco. Y eso que algunos amistosos que siguieron al título en Brasil, como contra Estonia, Honduras, Jamaica o el último con Emiratos Árabes Unidos, podían suponer cierta dispersión. Nada. Resolvieron esos juegos como lo indicaba la lógica: con contundencia y seriedad. Eso también me entusiasma de los muchachos: siguen hambrientos.
Por estas horas es tiempo de calmar ansiedades. Me pasó a mí, días antes de Francia ‘98, mi primer Mundial. Querés que el partido empiece ya, y nada es más contraproducente que empezar a jugar antes los partidos. Muchos de estos chicos, son 19 de 26, los que van a participar en su primera Copa del Mundo. Y aunque tengas mucha experiencia europea, las sensaciones de una antesala del Mundial son únicas.
Es imposible no sentir que detrás tuyo hay un país entero buscando el mismo sueño. Eso hay que conseguir que actúe como una propulsión y no como una presión. Imagino el trabajo emocional de Lionel, de Samuel, de Pablo y del Ratón. Ellos saben muy bien de qué se trata. Ellos consiguieron todo en silencio: humildemente se fueron ganando, primero, la credibilidad de los jugadores, y desde ahí, construyeron un grupo muy compacto. Siempre fue un cuerpo técnico que tuvo las ideas claras, aun en tiempos de críticas y desconfianza, y así se manejaron con el plantel. Después de la victoria contra Italia, en Wembley, me regalaron la posibilidad de compartir algunos momentos con ellos en el vestuario y enseguida advertí la armonía que los une. El aspecto afectivo es importantísimo; después, en la cancha, vos con naturalidad te la jugás por tu amigo, por tu hermano.
Hay un punto de atención. Los jugadores llegan con cierta saturación porque prácticamente jugaron cada tres o cuatro días durante octubre y parte de noviembre. Y todos juegan en equipos que están obligados a ganar, con las obligaciones y presiones que eso representa. Será una Copa del Mundo extraña porque nunca se jugó en el final del año, a mitad de la temporada europea, con una serie de partidos comprimidos en pocas semanas. Por eso no ha sido casualidad la seguidilla de lesiones, angustiantes como las de Lo Celso, Nico González y Joaquín Correa.
Cuando me preguntan si alguno de los muchachos se parece a mí, bueno, creo que Molina puede tener algunos trazos de mi estilo futbolístico especialmente porque le gusta más atacar que defender. Pero Montiel aprendió a herir por la banda siendo originalmente un zaguero, y lo mismo ocurre por el otro andarivel con Tagliafico y con Acuña. Los laterales están muy bien cubiertos.
Les cuento que gusta mucho el ‘Cuti’ Romero porque le da a la defensa esa solidez imprescindible para toda selección con aspiraciones. ‘Cuti’ me recuerda a los defensores viejos, esos que eran difíciles de superar en el mano a mano, fuertes, ásperos, que cuando hay que rechazar, rechazan. Son los que primero defienden y luego juegan. Por otro lado, creo que De Paul ha tenido un crecimiento enorme y todo el armado del juego pasa por él. Es clave para el funcionamiento de esta selección.
Después, espero que Lauti, Lautaro Martínez, haga muchos goles. Ha tenido con nosotros en Inter un crecimiento notable, ha agregado cosas a su juego. Hasta convertirse en un referente de su club y de la selección. Tiene un gran futuro; no alcanzó su techo. Será su primer Mundial y le dije que lo disfrute mucho. Tiene una cultura del trabajo muy instalada y eso también influye para que haga la diferencia en la cancha. Por como juega y la entrega que ofrece en las prácticas, parece un veterano.
Y lo habrán notado…, llegamos hasta acá sin mencionar a Messi. Y eso es muy bueno, significa que el concepto colectivo ha logrado imponerse hasta por encima del mejor de todos. Y es nuestro, juega para Argentina. Messi puede ser la figura del Mundial. Conociéndolo, estoy seguro de que no ve la hora de que comience la Copa del Mundo. Tuvo un gran crecimiento como líder y todo lo que dice te demuestra que es un gran referente. ¿Escucharon la arenga que hizo en el Maracaná antes de la final de la Copa América? ¡Me daban ganas de volver a jugar!
Nosotros lo vimos crecer con el Ratón y con Walter [Samuel], y nos ilusiona que pueda disfrutar esta Copa del Mundo como nuestro gran capitán. Para ser capitán tenés que tener empatía y demostrar con los hechos mucho más que con las palabras. Lo más importante del líder es no perder la esencia, tu manera de ser. Tenés que mantenerla porque tus compañeros te eligieron como capitán por cómo sos. Messi fue aprendiendo y está en un momento ideal para ser el líder de una selección que nos propone soñar a todos.
Fuente: lanacion.com.ar