Argentina, de canillita a campeón

Las expectativas del país mejoran con la baja de la inflación, el equilibrio fiscal y la recuperación de las reservas del Banco Central. De todos modos, falta avanzar en reformas.

Por Guillermo Briggiler.- Pasamos de ser un desastre como país a convertirnos en uno prometedor, con potencial, y esto también trae inconvenientes. En Argentina pasamos de canillita a campeón en un santiamén. Lo que ocurre es que hacer las cosas bien, también trae sus complicaciones y como empezamos a prometer que vamos a ser un Estado aliado de los grandes del mundo, hubo un corrimiento de la dirigencia desde la izquierda hacia la derecha, al punto que nuestro Presidente se volvió un referente de ésta, y nuestra economía mostró un par de períodos déficit fiscal cero y emisión solo contra reservas, se apreció nuestra moneda y eso tiene sus consecuencias económicas.

El dólar bajó de 1.255 pesos por dólar en enero de este año, a los mil que cotizan las divisas libres actualmente. Poco a poco la inflación va cediendo, a medida que se acomodan los valores relativos de la economía que tantos años se presionaron y atrasaron. Sumado a que las expectativas de los actores del mercado son que el dólar no se va a disparar y los precios se estabilizarán en el mediano plazo a la vez que se cortó la emisión de pesos sin respaldo -solo se emite contra aumentos de reservas en el BCRA-, en tanto que las cuentas públicas se auto sustentan y no se imprimen más billetes para cubrir déficit fiscal, llegamos a una situación de una prometedora bonanza. Y como la economía se maneja con expectativas, se nos comienza a apreciar el peso al punto que podría convenir, en algunos casos, importar productos, más que producirlos.

El citado es el gran problema actual que tiene el costo argentino. Muchos apuntarán rápidamente al costo del empleo. ¿Pero es el costo laboral al que nos referimos? No necesariamente, si bien existe la industria del juicio, las indemnizaciones pesan al momento de contratar personal, el costo de tener empleados es muy alto y debe buscar mejorarse para ganar competitividad, los salarios propiamente dichos están bajos en dólares en comparación con los de los países que nos compiten. Por ejemplo, si consultamos los sueldos promedios de las economías de Uruguay y Chile, éstas nos duplican, mientras que Méjico y Ecuador nos superan y Brasil, si bien nos gana, se encuentra apenas por encima del promedio salarial de Argentina. Si en lugar de tomar sueldos promedios, tomamos en valor salario mínimo, nuestro país se encuentra entre los últimos, solo superando a países con economías muy pequeñas como Cuba y Venezuela (datos obtenidos de la página del Banco Mundial).

Por lo que nos lleva a mirar que el costo argentino tiene que ver mucho más con los impuestos y la falta de infraestructura del país, que con los salarios. Si tuviéramos los ferrocarriles que supimos poseer y los puertos que podríamos reflotar, bajaríamos fuerte el costo del flete. Imaginen cuantos camiones podemos apilar dentro de un barco o alinear a lo largo de una vía, mientras los sacamos de las abarrotadas y maltratadas rutas argentinas. Sin tener en cuenta las mejoras en la accidentología que nos traería, sacar toda nuestra producción por vías que no sean las mismas que utilizan las personas para trasladarse.

Por otro lado, miremos los impuestos, partiendo del IVA, gravamen distorsivo y regresivo como pocos, nuestro país posee como alícuota general el 21%, mientras que Estados Unidos posee el 7%, en Chile el 19%, Paraguay el 10% y Brasil 18%, mientras que Uruguay nos supera con el 22%. Pero todo no termina aquí, cuando se cortaron las transferencias de la Nación a las provincias, éstas buscaron recuperar los ingresos subiendo el impuesto inmobiliario y las patentes (en este caso se coparticipa en mayor medida con los municipios) mientras que los gobiernos locales incorporaron el cobro de alguna otra tasa local, encareciendo de esta forma la producción en Argentina.

Estos costos hacen que las empresas argentinas sufran frente a la producción importada de aquellos países que posee menores costos. Si una empresa es poco competitiva, fabrica un producto obsoleto o es mal gerenciada, debe ir al cierre. Pero nunca debe fundirse una empresa porque se le aprecia la moneda porque Argentina se vuelve un país creíble o porque el Estado te confisque ingresos por impuestos.

El país pasó en pocos meses de canillita a campeón, solo por hacer bien algunas cosas, solo por sentido común y mejores expectativas a futuro, pero esto debe ser el puntapié para otras reformas que necesitamos para competir con el mundo, o el precio que pagaremos será otra vez una nueva crisis sin lograr el crecimiento y menos un despegue económico sostenido en el tiempo que nos devuelva, crecimiento, empleo y reducción de la pobreza.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/

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