Alberdi pensaba en los procesos colectivos

Su obra más profunda y critica no fue leída ni discutida sino recién tres décadas más allá de su muerte, cuando ya Mitre había consolidado su propósito de imponer una manera de interpretar la historia que se proyectó hasta hoy.

Por Adán Costa.- Mitre desde 1856 supo ejecutar una maniobra estratégica que consistió en dotar a un territorio, que hoy conocemos como la Argentina, sin unidad política ni instituciones, con una historia común.

De esta manera, impuso un relato con pretensiones identitarias que buscó crear un sentido de nacionalidad mediante la exaltación de ciertas figuras y la creación de héroes próceres.

Así nacieron los textos sobre las vidas de Manuel Belgrano y José de San Martín. Juan Bautista Alberdi atacó sistemáticamente a Mitre y a su historia en uno de sus libros mejor escritos, pero muy poco revisados, aún en el presente, “Grandes y pequeños hombres del Plata”. Este libro fue publicado póstumamente recién en el año 1912 desde París, pero concebido hacia 1865. En ese libro criticó el oportunismo de Mitre por relatar una historia funcional a sus objetivos políticos.

Mitre quería una comunidad nacional imaginaria, sobre la base de la conducción de los valores e intereses de Buenos Aires sobre el resto del país. Alberdi le dedicó ardorosas críticas a Mitre, de las cuales las más relevantes fueron la creación de próceres de granito y el mal uso de los documentos para respaldar esa historia.

Ambas observaciones fueron para Alberdi elementos que merecían una inmediata corrección dado las repercusiones que podía generar en una sociedad en ciernes un mal entendimiento del pasado, condicionando su comportamiento en el presente y comprometiendo su manejo del porvenir. Estaba totalmente en lo cierto.

Alberdi pensaba más en los procesos colectivos y no tanto en héroes providenciales, fue uno de los pocos intelectuales del siglo XIX que con sumo rigor histórico reconoció la conformación del origen democrático y popular en nuestros pueblos y países. “…Los caudillos son la democracia. Como el producto no es agradable, los demócratas lo atribuyen a la democracia bárbara. ¿Cuál es esta? La democracia del pueblo más numeroso y menos instruido y rico, antítesis de la democracia del ejército de línea y del pueblo instruido y rico, que es minoría en América más que en Europa. Luego los caudillos son los representantes más naturales de las democracias de Sud América, como ella es pobre, atrasada e indigente…”, escribió en su “Grandes y pequeños hombres del Plata”.

Con Alberdi, sobre cuya fecha de nacimiento, 29 de agosto de 1810, se apoya la abogacía argentina para evocar su día, haciendo foco en su obra constitucional en el año 1852, “Bases y puntos de partida para la organización nacional”.

Sin embargo, quizá su obra más profunda y critica no fue leída ni discutida sino recién tres décadas más allá de su muerte, cuando ya Mitre había consolidado su propósito de imponer una manera de interpretar la historia que se proyectó hasta hoy. Es la historia que evocamos en las aulas y actos escolares. Cuando una revolución deja abierto el conflicto por la legitimidad, el pasado, como el presente, es un campo de batalla y un objeto de apropiación.

Reivindico a ese Alberdi, el que nos ayuda a seguir comprendiendo nuestra historia, interpretando los orígenes sin determinismos, pero tampoco sin que una interpretación sesgada o artificial los pueda soslayar, como ese programa televisivo que se burló por estos días de un matrimonio de la comunidad originaria Ayllu Mayu Wasi de Villa Martelli que viajaba en un subterráneo porteño.

En ese abogado tucumano Juan Bautista Alberdi, que amaba la historia y nos legó un modo decisivo de conocer nuestro pasado, me identifico y saludo a todas y todos mis colegas en su día. Recuperando su sentido quizá podemos representar mejor los derechos.

El autor es abogado y docente de la ciudad de Santa Fe.

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