Por Eduardo Reina.- El sector aeronáutico es un pilar fundamental en la infraestructura de cualquier nación, garantizando el movimiento diario de miles de pasajeros que depositan su confianza en la seguridad y eficiencia de las aerolíneas. Pero, más allá de la imagen pública, las decisiones gerenciales y las tensiones sindicales no solo afectan la estabilidad financiera de las empresas, sino también la confianza de los pasajeros. Aerolíneas Argentinas, hoy enfrenta una crisis que evoca los fracasos de otras aerolíneas históricas, como Alitalia y Mexicana de Aviación.
Alitalia es un claro ejemplo de cómo la mala gestión y los conflictos sindicales pueden desencadenar el colapso de una aerolínea. Tras años acumulando pérdidas, intentos fallidos de rescate gubernamental y la participación infructuosa de inversores extranjeros, la aerolínea italiana dejó de operar en 2021. ITA Airways, su sucesora, tomó el relevo, pero el hueco dejado en el mercado y en el corazón de los italianos sigue latente. Ni la alianza con Air France ni la inyección de capital de Etihad Airways lograron evitar el inevitable destino de una aerolínea que se derrumbaba bajo el peso de sus propios errores.
Mexicana de Aviación, por su parte, fue la aerolínea más antigua de México, fundada en 1921. Sin embargo, problemas estructurales y financieros llevaron a la suspensión de sus operaciones en 2010 y a la declaración oficial de quiebra en 2014. A pesar de su renacimiento en diciembre de 2023, gracias al respaldo del gobierno mexicano, el ejemplo de Mexicana subraya cómo las aerolíneas pueden caer rápidamente si no cuentan con una gestión eficiente y una estructura financiera sólida.
Hoy Aerolíneas Argentinas parece seguir un camino similar. Aunque aún no ha llegado al punto de quiebra definitiva, la aerolínea muestra claros signos de una crisis profunda. Una gestión cuestionable, los constantes conflictos con los sindicatos y una cultura organizacional que privilegia la confrontación sobre la eficiencia han dejado a la compañía en una posición vulnerable. En este escenario, convergen figuras como Daniel Biró, el clan de Hugo Moyano y Juan Pablo Brey, Mariano Recalde (pasó de 9.000 a 12.200 empleados), el ex CEO de la compañía, Pablo Ceriani, también. Ninguno puede mirar para el costado,
La Cámpora y los gremios jugaron y juegan un papel central, intensificando las disputas internas, agudizando el conflicto.
Un caso representativo de la crisis interna fue la resistencia de los pilotos a la entrada de Flybondi en el mercado argentino. Este conflicto escaló cuando el ex ministro de Defensa, Jorge Taiana, fue tildado de traidor por firmar un acuerdo de «wet lease» con Flybondi, permitiendo que la aerolínea utilizara un Boeing 737-700, matrícula T-99, en vuelos programados para un mes de enero. Pero la interna no terminó allí: bajo la dirección de Biró, ofrecieron a la dirección de la empresa “acercar un listado de pilotos impuros”. Y comenzaron despidiendo a dos comandantes, para poner orden en la casa y dar un mensaje interno, Eduardo Claro y Sebastián Favre.
Eduardo Claro fue destituido por su oposición a la fusión entre Aerolíneas Argentinas y Austral, advirtiendo de los riesgos operativos si no se tomaban las medidas apropiadas . Por su parte, Sebastián Favre fue removido tras negarse a leer comunicados políticos gremiales a los pasajeros durante sus vuelos, decisión que provocó su despido bajo órdenes directas del directorio.
Resulta inaceptable que la presión sindical o gerencial pueda comprometer la seguridad de los pasajeros. Las decisiones en el transporte aéreo deben estar siempre guiadas por la prioridad de garantizar el bienestar y la comodidad de los viajeros. Con la creciente demanda de pilotos a nivel global -se proyecta que en la próxima década serán necesarios 260.000 nuevos profesionales-, Sudamérica también tendrá un papel relevante, con una demanda estimada de 16.000 pilotos. La aviación es un sector altamente regulado y de extrema precisión y delicadeza, que no puede permitirse ser rehén de disputas internas ni de decisiones improvisadas.
La lección que deja la desaparición de Alitalia o Mexicana es clara: sin una gestión eficiente y con disputas internas, las aerolíneas están condenadas al fracaso. La pregunta que hoy enfrentan Aerolíneas Argentinas y sus responsables es si serán capaces de aprender de este trágico desenlace o si, por el contrario, están destinadas a repetir la misma historia.
«Darte cuenta de que no entiendes, es una virtud; no darte cuenta de que no entiendes, es un defecto» (Lao-Tse).
Fuente: https://www.perfil.com/ El autor es analista politico, consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, doctorando en Comunicación (Universidad Catolica Argentina), magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador. Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EE.UU. profesor Protitular en UCA. @ossoreina