En eso de andar caminando sueños, por el anhelo de espejarnos en la sonrisa de la vida, vamos haciendo realidades. Hace unos años, compartiendo el encontrar y sembrar los buenos valores para la vida, gestamos RESONANCIA, una organización abocada a formar “una nueva generación” de adolescentes y jóvenes para que -bajo este eslogan- sea base de la transformación del entorno cercano, de nuestra querida Argentina y ¿porqué no? del Mundo entero.
El 10 de julio cumplimos 5 años de vida y seguimos invirtiendo en el crecimiento de una generación diferente, desde nuestros principios y acciones, haciendo honor a la fuerza significante del nombre que nos identifica, promovemos amar a Dios y a las personas siendo vínculo entre Él y nuestras necesidades humanas, creyendo en el principio de la siembra y la cosecha, practicando un liderazgo de servicio sin distinciones religiosas que impidan que el Supremo habite los corazones y transforme todo lo necesario para el bien común.
Promovemos el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás –desde el cuerpo, emociones, pensamientos-, así como a las instituciones y los gobiernos. Respeto a la vida desde su concepción. Respeto por nuestras elecciones y responsabilidades en relación al desarrollo personal y educación, sabiendo que podemos cambiar nuestra manera de hacer las cosas mientras cambie nuestra forma de pensar.
Nuestra filosofía como Equipo Resonante es creer y practicar el verdadero trabajo en equipo, donde se valoran y potencian las virtudes del otro con objetivos compartidos, sabiendo que en el acuerdo hay bendición, con la confianza recíproca de sentirnos unidos por tener a Dios en nuestros corazones y confirmarlo con el comportamiento y fines de vida.
En definitiva hacemos un acuerdo constante con la vida que queremos para todos, partiendo de convicciones tan fuertes -y por ende contagiosas- que se afianzan con el paso del tiempo, se expande encontrando nuevos ecos y trascendiendo generaciones. Estos años hablan ya de muchos más por venir, de más gente que agrande sueños practicando en la realidad del hacer, sembrando y cosechando la difusión y adhesión sentida a los buenos valores que hacen decir “Dios está vivo en mi corazón”. En Resonancia, se siente así.
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