Por María Herminia Grande.- A cuarenta años de continuidad democrática, la sociedad argentina se enfrenta a momentos políticos donde debe resistir con la Constitución como norte. El presidente Milei tendrá que entender que no todo se puede. Y que en democracia no vale eso de “todo o nada”. En todo caso, es todo diálogo, nada de imposición. El 20 de diciembre es una fecha significativa en la historia argentina de este siglo, a tal punto que en el 2001 se fue en helicóptero un presidente elegido por el pueblo.
Anteayer, vía DNU, volvió a hacerlo. El jefe de Estado, luego de monitorear el accionar de la policía e ignorar los principios libertarios de respeto al otro –al menos para quienes intentaron manifestarse-, grabó en quince minutos una alocución donde dio a conocer los 366 artículos de un DNU ómnibus. Único en la historia por su amplio y diverso contenido, donde la necesidad y la urgencia parecieran sólo responder a la necesidad y la urgencia del gobierno. En realidad, es la necesidad de escenificar un efecto político previo a enviar leyes al Congreso. ¿Llamará a Extraordinarias? ¿O dejará correr el DNU, que publicado en el Boletín Oficial ya tiene fuerza de ley?
A propósito del Congreso, la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que hace dos años aproximadamente no se reúne, se constituye con dieciséis miembros: ocho senadores y ocho diputados. Si bien los libertarios son minoría en ambas Cámaras, en Juntos por el Cambio hay un compromiso de gobernabilidad que podría llevar a que en dicha comisión, de tratarse el DNU, pueda incluso ser aceptado. El tema son los votos en el recinto, ahí se define.
El decreto presidencial de Milei es la concreción de la escenificación del día de su asunción dando la espalda al Congreso. A su vez, sin necesidad ni urgencia, derogó 300 leyes. Esta actitud es una afrenta al Legislativo que, así quedara aprobado su DNU, lo necesita para otras leyes: presupuesto, ganancias, etc. Esta jugada del novel Presidente la realizan los audaces o los que poco saben. Los grandes interrogantes pasan por conocer qué van hacer los legisladores nacionales.
¿Qué van hacer quienes en los últimos años se arropaban en defensa de la República y manifestaban en las calles de Argentina? ¿Qué va hacer la gente cuándo viva en carne propia los efectos del ajuste? ¿Quién se hará cargo de la desilusión de muchos votantes del oficialismo: jubilados, trabajadores, empresarios? No recuerda esta cronista que a sólo días de haber asumido un presidente clara y legítimamente votado, se hayan escuchado nuevamente sonar las cacerolas. Ni que el movimiento obrero se reúna en el Congreso de la Nación para pedir a los legisladores que rechacen el decreto y en paralelo ir a la Justicia para reclamar la inconstitucionalidad del DNU y definir los pasos a seguir.
Esta cronista ha conversado con especialistas en el tema laboral que coinciden que, de prosperar el DNU, pasará a ser una de las mayores modificaciones laborales desde 1976 a la fecha, afectando a todos los trabajadores en relación de dependencia, limitando severamente el derecho a huelga, perjudicando el financiamiento de los sindicatos y también a las obras sociales.
La gente votó un Presidente democrático, que juró sobre la Constitución Nacional. No se está comportando como tal. Milei candidato quería gobernar vía plebiscito y encontró otro atajo: reemplazar leyes por DNU. Es decir, anular al Congreso y, con ello, cercenar a la democracia.
Si bien no figura en el DNU, el Presidente imprime velocidad para lograr un cambio cultural en el que la sociedad se autorregule por sí misma. Infobae consultó al politólogo Hugo Quiroga sobre qué nos pasó tras 40 años de democracia para terminar así: “Nos pasó que carecimos de una dirigencia política con un proyecto colectivo común de largo plazo que pudiera sacar a Argentina de la crisis de 1989 y del endeudamiento del gobierno militar. Carecimos de una dirigencia política con capacidad de gobernar un país rico, con muchas potencialidades, llevándolo a la declinación actual. La clase política debe autocriticarse, carece de proyecto. No hay estadistas. Vemos una disgregación de los partidos políticos, luchas internas por el poder y una disociación entre sociedad y política. Si fracasan las políticas del presidente Milei, el escenario que se va a presentar será muy riesgoso. No sólo por la violencia social que podría generarse, sino por el aumento del distanciamiento entre sociedad y política, y de ahí no sabemos qué puede salir…”.
Remata el Dr. Quiroga: “A pesar de la molestia, el enfado y el poco entusiasmo con la política, el sistema electoral funciona en Argentina. Eso nos mantiene en pie: la gente va a votar”.
Fuente: https://www.infobae.com/