Por María Inés Vincenti.- En 1880 el gobierno provincial aún poseía algunas tierras en departamento Castellanos, entre ellas 16.028 hectáreas, correspondientes al actual distrito de Galisteo, entonces conocido como Cañada de Ramírez. Las destinó a pagar las indemnizaciones correspondientes a las incorrecciones del catastro y a cumplimentar la ley de Premios Militares de 1865.
La tierra y sus propietarios
En 1869 Severo de los Santos solicitó, en concepto de compensación, una superficie de campo por la parte del terreno que había comprado al fisco en 1859 y que se hallaba superpuesto con otra propiedad. Su viuda, Elena Rodríguez, le cedió a su hermano, el coronel. Rodríguez sus derechos y acciones en 1883 y éste logró, al año siguiente, la escritura pertinente. Del mismo modo, en 1869, José Rodríguez reclamó al gobierno provincial, como retribución por sus servicios militares en la frontera norte y su grado de coronel, una legua cuadrada (2.700 hectáreas). Se aceptó su denuncia y se le adjudicó la propiedad en abril de 1884. En junio del mismo año, las 5.229 hectáreas de José y Elena Rodríguez pasaron, por donación, al patrimonio de Dolores Rodríguez Galisteo de Iturraspe Freyre.
Los Iturraspe estaban vinculados con las familias coloniales a través de Vicenta Gálvez Troncoso, y con ella su genealogía en la Argentina se remonta a Alonso Fernández Montiel, arribado a Santa Fe en 1577, con Ortiz de Zárate. Al descender de los primeros españoles establecidos en Santa Fe en el siglo XVI estuvo entre las diecinueve familias que gobernaron la provincia durante cuatrocientos años.
Los Rodríguez eran oriundos de Coronda. Descendían del portugués Francisco Rodríguez, radicado en Santa Fe en 1650 y de él proviene José, nacido en 1813, gobernador delegado, senador, diputado, constituyente, elector presidencial y estanciero. Estaba casado con Rosa Galisteo, cuyo nombre lleva el Museo Provincial de Bellas Artes, hija de José Elías Galisteo y de María Anastasia Roldán. Los hijos sobrevivientes fueron: Dolores, Martín y Esmeralda.
Como nos informa María Josefa Wilde, José Rodríguez fue una «figura consular» del régimen santafesino, en la segunda mitad del siglo XIX. La política, en su pensamiento, era un hacer que traducía deberes y no un medio para lograr poder, perspectiva que contrasta con las ideas de la época. Son notables los consejos a su hijo Martín, pretendiendo trasmitirle su experiencia al servicio de los gobiernos provinciales.
Estancias «El Porvenir» y «El Puesto»
Con el nombre de «El Porvenir», el campo cubría 5.229 hectáreas y fue poblado de manera inmediata, contemporáneamente con la vecina colonia de Ataliva, lindante al oeste, y la estancia «El Potrero», de Guillermo Lehmann, con límite al sur. Demetrio Iturraspe Freyre se ocupó de la administración y desde entonces se la conoce como estancia Iturraspe.
Posteriormente, «El Porvenir» le correspondió a José Iturraspe Rodríguez; su casco fue demolido y solo se conserva un enorme y magnífico galpón. La fracción denominada «El Puesto» pasó a manos de su hermano Demetrio, siendo el único caso de una propiedad, en todo el departamento Castellanos, que pasó de ser tierra realenga a propiedad del Estado provincial y de este al coronel Rodríguez y a sus descendientes durante siete generaciones, siendo conservada casi completamente su extensión originaria.
Demetrio Iturraspe Rodríguez (1891-1965) heredó de su madre, además de «El Puesto», una estancia en Santa Clara de Buena Vista, desprendimiento de la estancia «Santa Rosa» del coronel. José Rodríguez, establecida en 1854 y conocida como «Los Corralitos». Demetrio construyó el casco de la estancia en Galisteo, que se caracteriza por la multiplicidad de las instalaciones que no es viable observar en ningún otro del departamento Castellanos. Cuenta con una casa principal de estilo italianizante, sus ventanas están resguardadas por las rejas pertenecientes a la casa del coronel Rodríguez en Coronda y que datan de los años de la década de 1840, construcciones para el personal, varios galpones, baño para el ganado, herrería y otros edificios con funciones específicas.
Conservación patrimonial
Según los datos aportados por la arquitecta Ana Zuqueli, las modificaciones importantes las realizó Enrique Mántaras Iturraspe. La intervención consistió en modificaciones funcionales, conservando la tipología original. El dormitorio de Dolores Rodríguez Galisteo incluía baño en suite y su biznieto lo transformó en cocina y el baño en lavadero y depósito pues la cocina junto a las habitaciones de servicio se hallaban en un extremo de la casa y cerró una galería con el propósito de ampliar la sala de estar y el comedor.
El resto de los edificios del complejo de la estancia como caballerizas, galpones y casas de los empleados, solo fueron modificados en su interior. Se restauró el mirador donde se alojan los tanques de agua para reforzar la estructura. Existía un galpón contiguo, que alojaba la usina que proveía de energía eléctrica a la estancia, pero fue demolido.
En el predio este del casco, existe una pileta de natación elevada, construida con el doble propósito de ser un depósito de agua para el ganado, provisto de baños y vestuarios sobre la cochera y que concreta un edificio independiente.
Con el ferrocarril en la tranquera
En la época de Demetrio Iturraspe Rodríguez en el campo trabajaban alrededor de quince personas con funciones específicas, las que estaban al mando de un capataz. Iturraspe Rodríguez poseyó un notable sentido empresarial para la época y un desarrollado perfil inversor caracterizado por la diversificación productiva que le permitió incrementar su patrimonio. A ello se le debe sumar, su estilo de vida austero, que transmitió a sus sucesores.
La propiedad estuvo atravesada por el ramal ferroviario Laguna Paiva-Deán Funes. Se habilitó en forma condicional en 1912 y cinco años después se procedió a su inauguración definitiva. La estación era de primera categoría, lo que la habilitada al tráfico de pasajeros y equipajes, cargas, telegramas y hacienda de toda clase. Es notable su valor arquitectónico (actualmente en ruinas) que supera el de las estaciones de Rafaela, a pesar de su pertenencia secundaria al entramado provincial y nacional. Se construyó frente al camino de ingreso a la estancia «El Puesto», por donde salía la producción, y a tres kilómetros del sitio designado para el pueblo de Galisteo lo que sugiere, la influencia política de la familia Iturraspe.
La heredad pasó a los descendientes de Demetrio Iturraspe Rodriguez: las familias Recalde Iturraspe, Mántaras Iturraspe, Mas Iturraspe, Iturraspe de la Torre y Nogueira Iturraspe. En la actualidad, el sector del casco de «El Puesto», pertenece a los herederos de Enrique Mántaras Iturraspe.
La autora es miembro de número de la Junta Provincial de Estudios Históricos.