San Cayetano vuelve a convocar por pan, paz y trabajo

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” en radio Mitre Rafaela (FM 91,9), que conduce Emilio Grande (h.).

En medio de tanta confusión social por distintos problemas que nos aquejan en la ciudad, el país y el mundo, este lunes 7 de agosto es la fiesta de San Cayetano, el santo del pan, paz y trabajo.
Ese día miles de personas en Rafaela y en distintos templos del país van a venerar a este santo de la Providencia para agradecer por bienes materiales y espirituales recibidos, como así también pedir por situaciones personales de salud, de trabajo y de paz, especialmente en Medio Oriente: Israel, El Líbano e Irak.
¿Quien fue San Cayetano? Fue un instrumento que Dios utilizó para evangelizar en el siglo XVI en Europa. Murió el 7 de agosto de 1547 en la ciudad italiana de Nápoles. En su tiempo, San Cayetano sirvió a los pobres y enfermos de la ciudad, y atendió a los pacientes más repugnantes del hospital de incurables, pero sobre todo se preocupaba por el bien espiritual de los miembros de la congregación: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración; en el hospital lo encontramos personalmente”, repitió más de una vez.
En esta perspectiva, debemos vivir la fe en un plano solidario con los que más sufren y padecen privaciones a nuestro alrededor, para no ser indiferentes como los políticos y el sistema económico que privilegia sus intereses sectoriales por encima del bien común de la sociedad.
Monseñor Carlos Franzini había profetizado en la homilía del 7 de agosto de 2001, previo al estallido social de fines de ese año: “Donde falta el trabajo falta el pan y donde falta el pan y el trabajo empieza a peligrar la paz. En estos días estamos viendo eso en nuestra patria”, destacó el obispo diocesano.
A principios de 2002 más de la mitad de la población era pobre en la Argentina y después de cinco años los datos macroeconómicos hablan del crecimiento de la economía en forma sostenida del 8% y del descenso de la pobreza.
Más allá de los números es un escándalo social que en la Argentina que podría alimentar a cuatro países juntos haya tantos pobres e indigentes que no tienen un ingreso digno para vivir. Basta algunos ejemplos: el haber mínimo de un jubilado es de 470 pesos cuando trabajó toda su vida y ahora tiene que hacer changas o ser ayudado por su familia, el grupo más acomodado gana 29 veces más que el grupo más desfavorecido de nuestro país.
En el plano mundial hay situaciones iguales y peores, especialmente en los países africanos, teniendo en cuenta que por día mueren unas 25.000 personas por hambre, si escuchó bien.
Pidamos a San Cayetano para que haya una justa distribución de las riquezas.

Emilio Grande (h.)

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