En el marco de la fiesta patronal de San Rafael, patrono de la ciudad de Rafaela, el sábado a la tarde se realizó una ruidosa caravana por la ciudad, acompañando al santo patrono y acompañada por automovilistas y ciclistas.
Luego se ofició la misa en la Catedral presidida por el obispo diocesano Luis Fernández, celebrando el aniversario de la dedicación del templo y concelebrada por el vicario parroquial Ariel Botto, en la que asistieron también el intendente Luis Castellano; el senador Alcides Calvo; los concejales Lisandro Mársico, Juan Senn, Miguel Destéfanis y Alejandra Sagardoy; el presidente del Concejo de Pastores Marcelo Becla; el jefe de la URV de Policía Claudio Romano; el jefe del escuadrón vial Rafaela de Gendarmería Hernán Chamorro; funcionarios municipales; entre otros.
A continuación se transcribe la homilía de Fernández (este lunes cumple 74 años):
Reunidos este 24 de octubre de 2020, para celebrar la dedicación de la Catedral “San Rafael arcángel”, junto a las “fiestas patronales de la ciudad de Rafaela”, bienvenidos todos: autoridades aquí presentes, junto a los fieles que posibilitan los protocolos sanitarios y al numeroso pueblo que en estos difíciles tiempos por los que atraviesa la humanidad por el Covid-19, también participan con su presencia virtual a través de los diferentes medios de comunicación, para celebrar, unidos este día de fiesta.
Hemos escuchado en la primera lectura en el Libro de Tobías, como este joven, hijo de Tobit que estaba “ciego”, andaba buscando “un buen guía que conociera el camino e ir con él”, para poder salir hacia donde su padre le enviaba a buscar solución al momento difícil que atravesaba la familia.
Y le salió al encuentro el ángel Rafael, que se puso al “servicio de acompañar”, con el perfil de un ángel de Dios, es decir estar de pie cuando los tiempos son duros y complejos, sin hacerse notar ni querer figurar, dispuesto al diálogo que busca cercanía y preocupación por el otro, conociendo no solo caminos, sino también “compadeciéndose” del dolor de los demás, haciendo fáciles las complejidades que a veces traen los tiempos nebulosos y angustiantes como era la ceguera del padre de Tobías. San Rafael disponible sin vueltas o tantos trámites que retardan la justicia y la paz que se necesitan, el ángel Rafael, con transparencia, generosidad y entrega, en seguida se ganó, que lo llamaran “amigo”, donde no principiaba, el contrato, lo que iba a ganar o el puesto que iba a ocupar, sino la sencilla “disponibilidad” a realizar la misión que Dios le había encomendado, sirviendo a la sociedad.
El ángel Rafael lleva serenidad, actúa con respeto, libra de temores y angustias, sana a la humanidad y abre caminos nuevos, donde el futuro puede hacerse entre todos, alejando no solo las tinieblas de la muerte y el sinsentido de la existencia, cuando se “bajan los brazos” y parece que todo está perdido, sino que es capaz el ángel de “ponerse al hombro” con pasión el dolor de la humanidad y marcar rumbos donde todos puedan sentirse más hermanos, más queridos y amados, con ganas nuevas de vivir y dar la vida por los que más sufren.
La carta a los Hebreos nos puso también ante la realidad que nos toca vivir hoy aquí en Rafaela y en el mundo entero. “Ustedes no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta y un estruendo tal de palabras, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando, porque no podían soportar esta prescripción. Ustedes en cambio se han acercado a la ciudad del Dios viviente”.
Vamos a pedirle al arcángel San Rafael, en estas fiestas patronales de la ciudad de Rafaela, en primer lugar por los que han fallecido por el coronavirus, por el dolor de sus familias y de toda una ciudad, por todos los que están sirviendo en el hospital Jaime Ferré y en distintos centros sanitarios, que en el extremo del agotamiento sirven con dedicación profesional, que su ejemplo estimule a sentirnos a la altura de las circunstancias con responsabilidad y sintiéndonos todos y todas “dentro de la misma barca”, para que con renovados ánimos afrontemos situaciones extremas con paciencia, ingenio y esperanza, aceptando con docilidad las aperturas sociales para el trabajo, algo esencial para vivir, así como la posibilidad de los derechos humanos del cuidado de toda vida y de los vínculos afectivos, reconociendo con vergüenza y falta de madurez las fiestas clandestinas, compadecernos y ser ejemplos heroicos, frente a la pérdida de seres queridos en las familias, o cuando padecemos el humillante aumento en la cantidad de hogares cada vez más pobres, en un año escolar que dejó al margen a una gran cantidad de alumnos y puso en evidencia la desigualdad de recursos y medios. San Rafael nos ayude a cuidar toda vida, y tener el sentido común que tiene el pueblo sencillo.
Que el arcángel San Rafael nos ayude a encontrar, lo que nos dice el papa Francisco en su reciente encíclica Fratelli Tutti: “abrir el corazón ante un mundo que rompe en pedazos los sueños y se encierra detrás de una mirada egoísta y excluyente, porque “en el fondo no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas si “todavía no son útiles” -como los no nacidos-, o si “ya no sirven” -como los ancianos-”.
Roguemos al patrono de Rafaela nos ayude a no desalentarnos en la búsqueda de la máxima unidad posible, en un cuerpo social herido por los desencuentros, como nos acaba de pedir el Episcopado argentino.
Así se presentó el arcángel San Rafael, en este mundo, sin que lo “llamaran y sin alas”, pero bien comprometido con la historia, sin mirar para otro lado, o lejano a la voluntad y misión que Dios le había encomendado, para servir con perfil bajo a la humanidad, acompañando, mostrando caminos, sirviendo sin hacerse notar junto al pueblo. Y así también se alejó, narra el final del libro de Tobías, “todos bendiciendo al Señor”. Es lo que también nosotros estamos realizando esta noche (por anoche) aquí en la Catedral del arcángel San Rafael.
Le pedimos que así como Zaqueo, en el evangelio proclamado buscaba conocer más a Jesús y tuvo que subirse a un árbol por su baja estatura, para poder verlo pasar, que también nosotros, podamos elevarnos de la “mediocridad y bajezas” que a veces anda la Nación argentina, y llevados por la mano tierna y serena del arcángel San Rafael, entre todos trabajemos unidos por una Patria de hermanos, con trabajo, con techo, tierra y pan, ganados con honestidad y en paz.